martes, 15 de abril de 2014

Torrijas... ¡mmmmm!

Las torrijas de mi madre, míticas como sus croquetas
Perdón, perdón, que he estado un tiempo sin actualizar el blog. Pero es que estaba... ¡comiendo torrijas! Estamos de vacaciones de Semana Santa: algunos aprovecharán para torrarse en la playa con este sol casi veraniego que nos ha traído la primavera y olvidarse de los tostones del trabajo. Yo este año me quedo en casa, descansando y midiendo el tiempo de otra forma: para desayunar hay un zumo de naranja, en lugar del café apresurado de diario, y hay una torrija en lugar de la tostada.
Cada uno a su manera en estos días acerca a su mundo y a su historia cualquiera de los resultados del latín TOSTARE, a su vez venido de TORRERE. La tostada, la torrija, el torrezno o tocino frito, los tostones o trozos de pan frito que dan su forma al tostón o persona aburrida a quien no quieres ver en vacaciones...
En el siglo XV Velasco de Taranto recomendaba en su Tratado contra la peste  este remedio para tan terrible plaga: la tajada del pan tostada comida después de la yantar sin bever. En el XVII Francisco Martínez Motillo escribía su tratado de gastronomía citando aquí y allí a las torrijas como rebanadas de pan batirás dozena y media de huevos, y mojarás vna torrija en ellos (...) y echa la torrija, y los huevos todo junto en la sartén, hazerse ha como vna esponja.  Decía en el siglo XVI Eugenio de Salazar que cuando los hombres nos hacemos al pan casero y al torrezno de las mañanas no nos sacarán de casa aunque nos prometan (...) mil reses vacunas.
Comida barata pero nutritiva, fruto de gestionar las casas con lo que había: el pan, el huevo, el aceite, el tocino. Todo iba a la candela y salían las comidas que están en torno a TOSTARE y TORRERE. Lo simple es a veces tan apetecible como lo complejo. Y hacer simples las cosas, como queremos en este blog, es tan difícil como no comerse una torrija en Semana Santa. Deja tu comentario...
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Las torrijas de mi madre, míticas como sus croquetas
Perdón, perdón, que he estado un tiempo sin actualizar el blog. Pero es que estaba... ¡comiendo torrijas! Estamos de vacaciones de Semana Santa: algunos aprovecharán para torrarse en la playa con este sol casi veraniego que nos ha traído la primavera y olvidarse de los tostones del trabajo. Yo este año me quedo en casa, descansando y midiendo el tiempo de otra forma: para desayunar hay un zumo de naranja, en lugar del café apresurado de diario, y hay una torrija en lugar de la tostada.
Cada uno a su manera en estos días acerca a su mundo y a su historia cualquiera de los resultados del latín TOSTARE, a su vez venido de TORRERE. La tostada, la torrija, el torrezno o tocino frito, los tostones o trozos de pan frito que dan su forma al tostón o persona aburrida a quien no quieres ver en vacaciones...
En el siglo XV Velasco de Taranto recomendaba en su Tratado contra la peste  este remedio para tan terrible plaga: la tajada del pan tostada comida después de la yantar sin bever. En el XVII Francisco Martínez Motillo escribía su tratado de gastronomía citando aquí y allí a las torrijas como rebanadas de pan batirás dozena y media de huevos, y mojarás vna torrija en ellos (...) y echa la torrija, y los huevos todo junto en la sartén, hazerse ha como vna esponja.  Decía en el siglo XVI Eugenio de Salazar que cuando los hombres nos hacemos al pan casero y al torrezno de las mañanas no nos sacarán de casa aunque nos prometan (...) mil reses vacunas.
Comida barata pero nutritiva, fruto de gestionar las casas con lo que había: el pan, el huevo, el aceite, el tocino. Todo iba a la candela y salían las comidas que están en torno a TOSTARE y TORRERE. Lo simple es a veces tan apetecible como lo complejo. Y hacer simples las cosas, como queremos en este blog, es tan difícil como no comerse una torrija en Semana Santa. Deja tu comentario...

11 comentarios:

jaramos.g dijo...

Me gustan demasiado las torrijas, empapadas en miel.

Mertxe F.C. dijo...

Las torrijas están muy ricas.
En cuanto al verbo "torrar": nosotros decimos que nos gusta que el filete esté turrado. Y compramos garbanzos turrados: de hecho, en el pueblo a una familia la llaman "los turradores" porque el padre se dedicaba a eso.
Por cierto, soy de Salamanca.
Muchos saludos.

Isabel dijo...

Lola, tus torrijas anuncian ya la Feria, con ese plato tan flamenco y pinturero...

Lola Pons dijo...

Se os ve con muchas ganas de clase, ya veo, ja ja. Un abrazo y gracias a todos por los comentarios.

Chus dijo...

Lola yo suelo hacer torrijas estos días pero este año he fallado, así que no las probaré, porque, eso sí, las mias son las mejores: las rodajas de pan más bien durito se ponen a empapar en leche (fría) emulsionada con canela en polvo y azúcar moreno. Se van sacando a escurrir y entonces se pasan por huevo batido y a la sartén donde se doran. De ahí pasan a ser envueltas en azúcar con canela y ya están.Que no se turren ni que queden al socarrat.

Lola Pons dijo...

Chus, por Dios, qué ricas. ¡Que no se turren! Pero de momento siguen ganando las de mi madre :) ja ja

Chus dijo...

Por supuesto las de las madres tienen privilegio y hasta servidumbre de paso y yo me inclino en caída interior ante ellas :) :)

Néstor dijo...

Hola, merecido descanso y, cómo siempre, excelente crónica. Por cierto, en Venezuela le decimos TORREJAS. Son muy sabrosas, las venden pregoneros en la calle y están cubiertas con azúcar. Cordial saludo.

Lola Pons dijo...

Torrejas era su forma medieval. Un abrazo

Flavia Souto dijo...

La primera vez que leí esta entrada me vinieron a la mente multitud de imágenes, todas ellas muy entrañables: recuerdos de familia asociados a la comida. Ese arroz con leche, esas torrijas, esa limonada de mi madre. El trajín en la cocina en estas fechas. Los olores a aceite caliente y a leche infusionada con canela. Las visitas entrando y saliendo de casa...Y no puedo más que pensar que las palabras tienen emociones, que las definen más allá de su significado, y que son capaces de transportarnos lejos: a nuestros recuerdos de infancia; y, al mismo tiempo, convertirse en un legado emocional a las siguientes generaciones: mi cocina también huele a torrijas y a arroz con leche y a limonada.

Lola Pons dijo...

Qué rico también todo. Los olores de la cocina de la infancia son memorables. Y las palabras que dan nombre a esas comidas son nuestras primeras palabras.

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