miércoles, 1 de febrero de 2012

Exámenes... ¡arghhh!

Los llaman de muchas maneras: controles (un galicismo llegado al español desde el inglés), exámenes (examen era en latín la aguja de la balanza), evaluaciones (derivado de valer)... son una pesadilla para el alumno, un tedio para la mayoría de los profesores y la piedra de toque del debate sobre cómo estimular el rendimiento de los estudiantes y medir de su esfuerzo.
En los exámenes me ha ocurrido de todo: he leído grandes barbaridades, pero también textos preciosos, he visto a alumnos reírse a carcajadas mientras comentaban un texto de Alfonso X y a otros bloqueados con la cara demudada.
¿Alguien leerá esta entrada, publicada justamente un día antes del examen de Historia de la Lengua? ¿Estarán mis alumnos estudiando grafías medievales a esta hora? ¿Tendrán ganas de leer un blog sobre Historia de la Lengua cuando, ya el sábado, den por finalizado ese insidioso, difícil y larguísimo periodo de dos semanas de exámenes? ¿Podríamos evaluar seriamente sin examinar? Deja tu comentario...
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Los llaman de muchas maneras: controles (un galicismo llegado al español desde el inglés), exámenes (examen era en latín la aguja de la balanza), evaluaciones (derivado de valer)... son una pesadilla para el alumno, un tedio para la mayoría de los profesores y la piedra de toque del debate sobre cómo estimular el rendimiento de los estudiantes y medir de su esfuerzo.
En los exámenes me ha ocurrido de todo: he leído grandes barbaridades, pero también textos preciosos, he visto a alumnos reírse a carcajadas mientras comentaban un texto de Alfonso X y a otros bloqueados con la cara demudada.
¿Alguien leerá esta entrada, publicada justamente un día antes del examen de Historia de la Lengua? ¿Estarán mis alumnos estudiando grafías medievales a esta hora? ¿Tendrán ganas de leer un blog sobre Historia de la Lengua cuando, ya el sábado, den por finalizado ese insidioso, difícil y larguísimo periodo de dos semanas de exámenes? ¿Podríamos evaluar seriamente sin examinar? Deja tu comentario...

17 comentarios:

Ángel Luis Robles dijo...

Creo sin duda que se puede evaluar sin exámenes. A veces se confunde memoria con conocimientos.

En general, en los exámenes se pone nota a la capacidad que tiene un alumno de recordar lo que se leyó en la tarde previa. Sin embargo, al poco tiempo se olvida, pero el 10 en ... historia de la lengua, por ejemplo, permanece. Los conocimientos salen en realidad ( y sin posibilidad de COPY PASTE) en la conversación tranquila, en el problema ofrecido sin presión.

La evaluación debería ser, por tanto, oral e individual, en el bar, en el despacho, que más da,incluso, durante un período establecido, pero sinfecha fija, sino que de improviso se avisa a un alumno y se le pone a prueba, pero en un entorno en el que el alumno pueda hablar libremente con el profesor, contarle lo que ha leído, lo que le ha parecido, y sobre todo, lo que espera de la materia.

Los exámenes escritos ya no valen. Viva la evaluación oral.

Trilce dijo...

Me parece que basar la evaluación completamente en los exámenes es un tanto injusto, pero paradójicamente las actividades universitarias que más he disfrutado de lejos han sido los exámenes cuando la materia me interesaba y la llevaba bien. Ir perfectamente preparada a un examen y estar 3-4 horas concentrada en contestar a las preguntas me parece una pasada.

Antonio dijo...

A siete horas del examen no he podido evitar darme una vuelta por nosolodeyod, (en realidad iba a comprobar el aula del examen).
Nunca he estado de acuerdo con tener que jugarme una asignatura en unas horas. Un tiempo en el que los nervios y la presión pueden causar estragos en tu manuscrito.
Creo que se deben aplicar otros criterios de evaluación aparte de la prueba escrita. En mi caso los exámenes que hago casi nunca reflejan lo que en realidad he aprendido, y creo que hay profesores que no valoran la evolución del alumno en la adquisición de conocimientos. Pero todo se andará.

Un saludo y suerte a mis compañeros.

Antonio Pedrote.

chus dijo...

Iba a contestar pero veo que Angelus-Ruy ya lo ha dicho y muy bien, por cierto. Saludos

CHUS dijo...

Por las prisas no me dí cuenta de que examen en latín es 'fiel de la balanza' ( y de ahí la acción de pesar, examinar) pero que también puede ser 'muchedumbre' y ahí si que está lo que yo estaba pensando, con Angelus-Rui: que dada la multitud de alumnos, la evaluación no se está haciendo a gusto de ninguna de las partes. Y es a partir de ahí donde tienen que buscarse las soluciones. Feliz examen a todos. CHUS

María Jesús dijo...

La pregunta es fácil de hacer desde ese punto de vista, pero mi pregunta es si a los profesores realmente les gusta este tipo de evaluación. De pequeños teníamos la impresión de que les apasionaba, pero mientras nos examinamos los profesores ofrecen también mucha información con su actitud, al igual que nosotros con nuestros suspiros de me lo sé/me he quedado en blanco. Espero que os haya salido a todos muy bien el examen, suerte!!

RODE dijo...

También yo estoy de acuerdo con Ángelus. Muchas veces, hablando con compañeros sobre historia de la lengua, creo no saber nada de la materia pero, a medida que la conversación avanza, me doy cuenta de que sé mucho más de lo que creo. En los exámenes ocurre algo parecido. Hoy, por ejemplo, he datado mal el texto solo porque no he tenido la tranquilidad suficiente para sacar una conclusión. Y es verdad que cada vez que salimos de un examen decimos: "Ay, ya no he hablado de esto, ya he olvidado poner lo otro...". Y lo que uno sabe de más no cuenta. Pero mientras no haya otra forma de evaluar, así seguirá siendo. Os deseo a todos unas felices notas.

Laura dijo...

Sí, eso de los exámenes escritos... estoy de acuerdo con los comentarios anteriores. De hecho, en mi grupo de amigos de la facultad tenemos la costumbre de, antes del examen, comentar las cosas pero NO de forma académica sino que surgen como conversaciones. Pasa lo mismo durante el curso.
José María Díez Borque tampoco está de acuerdo con la realización de exámenes escritos como método de evaluación, pero el señor Borque también tiene razón: ¿cómo podemos si no evaluar a dos clases de sesenta personas cada una? Tendremos que buscar las formas...

Por otro lado, estoy segura de que me acordaré de esta página el próximo jueves, cuando en la UCM hagamos el examen de Historia del español. A ver qué pasa...

Sara González Ángel dijo...

A mi nunca me han molestado los exámenes escritos... Pero cuando te lo juegas TODO a un examen... En los dos últimos cuatrimestres he tenido problemas familiares serios que han coincidido con los exámenes y conseguir escribir algo coherente en esas dos escasas horas que solemos tener casi me cuesta la salud mental.
Los exámenes escritos son tan buenos como cualquier otra cosa, yo sé que hay gente que se luce ahí mucho más que en un trabajo o una exposición oral pero, ¿qué pasa cuando has trabajado todos y cada uno de los días en todas las asignatura, cuando has estado en la biblioteca tú solo consultando manuales porque no te dejan sacar más un viernes por la tarde-noche, y eso no sirve para nada porque los nervios y las circunstancias te dejan en blanco?
Entiendo que somos muchos alumnos pero, ¿no era para eso Bolonia? ¿No era para ser menos por grupo y poder evaluar con trabajos y exposiciones orales? ¿Y dónde quedan los parciales que tienen prácticamente todas las carreras de ciencias?
Pero al final, lo que demuestra que el sistema no es tan efectivo como debiera y acaba hundiendo al que lleva estudiando cuatro meses y cambia diversión por libros es ver que alguien que ha copiado o que se ha estudiado un tema al azar tiene más nota...
Esta es mi opinión y lo que llevo viendo toda mi vida desde el colegio, espero no haber sido muy agresiva =S. Un saludo a todos y que hayan salido bien los exámenes.

Los exámenes escritos no son ni buenos ni malos, lo que es malo es que no se valore (no todos los profesores obvian esto, también hay que decirlo)el trabajo, el esfuerzo y la posibilidad de tener un mal día, una mala semana o un mal mes.

Anónimo dijo...

Trabajo en una universidad alemana. Aquí, el alumno suele poder elegir si se examina (por escrito) o si redacta un trabajo para la evaluación final. En la nota pesan otras cosas: asistencia con participación, actividades intermedias, una exposición oral sobre un punto del temario, a veces la participación en una actividad colectiva (la edición crítica de un fragmento de texto a partir de los testimonios, el trazado de un mapa dialectal, la elaboración de un experimento psicolingüístico o de subtítulos para una película en una lengua que se aprende, etc.). Todo muy moderno y muy bonito (a mí también me hubiera gustado estudiar así), pero al final tengo la sensación de que sale adelante el que trabaja, o sea, el mismo que habría aprobado sin mayor problema la Terrible Prueba Escrita Única; los otros plagian el trabajo (creyendo, con candidez auténticamente admirable, que el docente no se dará cuenta), no leen los artículos, no dicen una palabra en clase, no preparan mínimamente su exposición oral; y otra vez estamos al cabo de la calle, preguntándonos por qué fracasan los vagos, por qué son tan vagos y por qué, siendo tan vagos, los profesores no logramos motivarlos para que dejen de serlo.

Uranía Kúmi dijo...

A mi me encantan los exámenes siempre y cuando sean de buen diseño. Primero, no hay investigación que refute el valor de los exámenes escritos, aunque se haya escrito mucho sobre las ventajas de la combinación de métodos para evaluar los estudiantes: exámenes escritos, orales y puntuación continua mediante proyectos, etc. Por lo tanto, la mayoría de las asignaturas se basan ahora en evaluación mixta. En Italia tienen exámenes orales también, pero eso es una pesadilla si el alumno es de otro país, al menos durante los primeros dos años. Como profesora, estoy por el buen diseño de la evaluación, porque esto forma parte de las responsabilidades del docente. Quizás es un cargo mucho más exigente que la enseñanza misma porque en los resultados de los exámenes se basan muchas cosas y, a veces, la salud mental del alumno. Hay que diseñar una evaluación justa. Recuerdo como si fuera ayer los exámenes de mi primera carrera donde no habíamos evaluación continua de modo que las notas que había logrado los tres primeros años no contribuyeron hacia la nota final. En esa edad piensas que todo se basaba en la nota final, pues no es el fin del mundo. Afortunadamente, las cosas han mejorado muchísimo en muy poco tiempo y junto con la tecnología que hace el aprendizaje aún más divertido, regresó mi entusiasmo para aprender. Creo que exámenes o no, hay que mantener la pasión para aprender nuevas cosas. Y la evaluación en general es parte del proceso.

Uranía Kúmi dijo...

!Ay! Una cosa más, no sé si es lo mismo ahora en España para obtener el doctorado, pero en Inglaterra el éxito se basa en las publicaciones y la ´viva´ que es una prueba oral-ponencia abierta, o sea teníamos que hacer una ponencia abierta a todos (como prueba) y, después, una defensa de la tesis solo con el profesorado, sin audiencia. Y esa última prueba puede durar horas y, os lo digo yo, es un exámen muy duro de donde no hay salida, el candidato debe defender. Pues, para mi el oral solo tiene sentido si se evalúa las habilidades de presentación del candidato o de su nivel de lengua (lengua extranjera), o se pierde el factor de anonimidad.

Lola Pons dijo...

Yo pienso en teoría como vosotros: la estrecheza de un examen para medir conocimientos, la necesidad de evaluar de otra forma... pero el hecho es que mis alumnos ni siquiera se presentan al examen (concurren apenas un 15-20 % de los inscritos) y preferirían un examen con una pregunta para simplemente transcribir sus fotocopias que (como es el caso) un examen con textos para comentar, analizar e interpretar. ¿Quién quiere de verdad una evaluación que lo haga pensar?

Sara González Ángel dijo...

Estoy en la mitad de la carrera (que gran verdad en el grado lo de llamarla carrera, una verdadera carrera de fondo para profesores y alumnos) y prefiero mil veces un examen en el que haya que pensar, un examen de comentario de texto, de demostrar lo que sabes, no lo que te has aprendido; a un examen de 'copy&paste' en un papel lo que ya ha dicho el profesor en clase, ¿qué sentido tiene eso? Yo quiero aprender y demostrar que he aprendido, no hacer que el profesor me evalúe en función de si se me ha olvidado el cuarto o el octavo párrafo de SUS apuntes...
Por otro lado lo que dices, Lola, es algo a tener en cuenta. ¿Por qué se valora igual a alguien que se saca el cuatrimestre del tirón, con sus cuatro, seis, ocho asignaturas y con notas de aceptables a muy buenas, que a alguien que se presenta a dos asignaturas? En caso de un notable o un sobresaliente (y dejando a parte ciertas posibles circunstancias personales) ¿qué nota vale más, la del que lleva el cuatrimestre para adelante y desde el principio o la del que se ha preparada una cómodamente? Esto es algo más que se escapa a la evaluación únicamente con exámenes escritos...
Pienso que se debe tener en cuenta la casuistica de cada persona, que el profesor se tiene que sentar con quien lo requiera y hablar y DESPUÉS poner la nota. No soy profesora (aspiro a serlo) y me gustaría saber hasta qué punto eso es posible.
De verdad, Lola, gracias a ti y a todos los que leéis por escucharme y por escucharnos, a veces también los alumnos sentimos que vamos predicando por el desierto...

Lola Pons dijo...

Si te sirve de algo, tiendo a ser más indulgente poniendo y corrigiendo primeros parciales o segundos que los propios finales, me parece injusto que quien se examina en tiempo cargue con exámenes más difíciles que quien se examina en septiembre. Pero, repito, no se puede permitir que estemos dos semanas sin clases por los exámenes, sufragando los costes de una universidad abierta, para que luego los alumnos no se presenten. El absentismo actual de Filología me parece escandaloso. Ahí nunca podré entender a los alumnos.

Sara González Ángel dijo...

Ni yo tampoco... Ahí estoy total y absolutamente de acuerdo contigo.

Pascual Garrido dijo...

Lola, ahora que voy saliendo de las tinieblas, o tiniebras como decían hace unos ocho siglos -¿por analogía con niebla, el cambio?,¿o se trata de un leonesismo que sustituye la lateral por vibrante?:¡apuntes, apuntes!-, quiero dejar mi comentario. Los exámenes respecto a una evaluación del conocimiento deben de ser como la democracia a los sistemas políticos: el menos malo de los que se conocen. Sí,algunas desventajas, pero no es el único método, sobre todo porque los grupos son reducidos y eso facilita la participación en clase. En fin, si algún día se puede llegar a disfrutar de una sociedad más tranquila a lo mejor también varían los planteamientos evaluativos. Y, finalmente, precioso el texto de Las Metamorfosis, de Ovidio. Saludos.

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