domingo, 27 de febrero de 2011

Guay para quejarse

Las palabras con que los jóvenes ensalzan lo que les gusta y lo dan por bueno forman uno de los conjuntos léxicos más propicios al cambio. Recuerdo que en los 80 decíamos que algo era muy puro o purísimo pero luego empezamos a decir que era del quince o muy guay o flipante (lo de mola mazo nunca se dijo mucho por Sevilla, nos sonaba a Madrid). El caso es que guay también fue una interjección en la Edad Media, aunque se usaba de forma bien distinta a la actual: era una interjección de lamento (su étimo es germánico, WAI) y se empleaba igual en otros romances como el portugués y el italiano:
Guay del que duerme solo (Arcipreste de Talavera, 1438)
Guay del triste que se moja (Cancionero de Baena, s. XV)
Esa preposición de es la misma que utilizamos hoy en exclamaciones como ¡ay de mí! o ¡ay del que duerme solo! Rafael Lapesa se ocupó de ese tipo de construcciones con de en dos de sus trabajos más citados (“Los casos latinos: restos sintácticos y sustitutos en español” y “Sobre las construcciones El diablo del toro, El bueno de Minaya, ¡Ay de mí!, ¡Pobre de Juan!, por malos de pecados”), conjeturando su posible origen en el genitivo exclamativo latino (O miserae sortis, Lucano) tal vez emparentado con un uso similar en griego.
¿Tú eres de los que dicen guay para lo que te gusta o te suena tan anticuado como el guay medieval de lamento? ¿Tienes alguna queja lingüística? Quejarse es gratis. Ay de mí... completa la frase y deja tu comentario.
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Las palabras con que los jóvenes ensalzan lo que les gusta y lo dan por bueno forman uno de los conjuntos léxicos más propicios al cambio. Recuerdo que en los 80 decíamos que algo era muy puro o purísimo pero luego empezamos a decir que era del quince o muy guay o flipante (lo de mola mazo nunca se dijo mucho por Sevilla, nos sonaba a Madrid). El caso es que guay también fue una interjección en la Edad Media, aunque se usaba de forma bien distinta a la actual: era una interjección de lamento (su étimo es germánico, WAI) y se empleaba igual en otros romances como el portugués y el italiano:
Guay del que duerme solo (Arcipreste de Talavera, 1438)
Guay del triste que se moja (Cancionero de Baena, s. XV)
Esa preposición de es la misma que utilizamos hoy en exclamaciones como ¡ay de mí! o ¡ay del que duerme solo! Rafael Lapesa se ocupó de ese tipo de construcciones con de en dos de sus trabajos más citados (“Los casos latinos: restos sintácticos y sustitutos en español” y “Sobre las construcciones El diablo del toro, El bueno de Minaya, ¡Ay de mí!, ¡Pobre de Juan!, por malos de pecados”), conjeturando su posible origen en el genitivo exclamativo latino (O miserae sortis, Lucano) tal vez emparentado con un uso similar en griego.
¿Tú eres de los que dicen guay para lo que te gusta o te suena tan anticuado como el guay medieval de lamento? ¿Tienes alguna queja lingüística? Quejarse es gratis. Ay de mí... completa la frase y deja tu comentario.

11 comentarios:

Metodio dijo...

¡Ay de mi(s) lamento(s) o quejido(s)!

Metodio

Adela dijo...

¡Ay de mí, que vida tan dura!

chus dijo...

¿Pero guai, guayes no vienen de la interjección latina vae?

Lola Pons dijo...

No parece que el étimo sea latino, dada la existencia de formas similares en idiomas de familia germánica (Corominas da el ejemplo del antiguo escandinavo "vei" o el alemán "weh"). Otra posible fuente etimológica estaría en la mera onomatopeya (tal es el origen que da el DRAE)aunque entonces habría que explicar por qué está en estas lenguas (y no en todos los romances).

Lola Pons dijo...

Por cierto, ¡un saludo, Chus!

chus dijo...

gracias, Lola, me encanta tu libro. Pues yo creí siempre que era de vae. Gracias por la corrección.

Yago dijo...

Hola!

Pues yo y el grupo de amigos de mi generación seguimos utilizando guay con mucha naturalidad. De hecho, creo que es una expresión resistente y que ha sobrevivido a otras que se pusieron de moda, al menos en el ámbito geográfico en el que yo me movía, en los noventa, como "qué caña" o "qué flama". Pero sí es verdad que escucho cada vez menos "guay" en generaciones más jóvenes a la mía... ¡Ay de guay!

Anónimo dijo...

Hola Lola,

me encanta la entrada, la verdad que siempre pensé que se trataba de un gitanismo muy arraigado, como "chachi".
Me pregunto si en otros idiomas también se da está permeabilidad en los mismos campos léxicos.¿Por qué son tan subcestibles al cambio?
Un saludo desde Copenhague.
Pablo C.

Lola Pons dijo...

¿"Qué flama"? Yago, yo no he oído eso en mi vida, se ve que nos separan una generación y muchas palabras.
Pablo, esta susceptibilidad al cambio sí se da en otros idiomas. En inglés, lo guay ahora es decir "cool" o "awesome" y con la muletilla de "like", claro. Mira esto: http://www.bbc.co.uk/news/magazine-11426737

Elena dijo...

¿Es posible que el "guay" actual no tenga nada que ver con el "guay" medieval, teniendo en cuenta que durante años y años ha sido una forma en desuso? ¿Es posible que el "guay" actual sea un uso hipocorístico y expresivo-afectivo de alguna forma exclamativa, p.e., "guau", prestada de otras lenguas, con un cambio -u>-i explicable por la afectividad del elemento exclamativo valorativo positivo? ¿En ese caso, es posible hablar de algún tipo de homonimia diacrónica? ¿Cómo es posible explicar, desde una misma forma (ant. "guay", sentidos contrapuestos con el hiato temporal ya señalado? A ver si ahora llega, Lola.

Lola Pons dijo...

Hola. Lo mismo me planteaba Ricardo hace unos días en el canal de Twitter (arriba a la derecha); en efecto el guay de lamento nada tiene que ver con el guay actual. En la entrada parece darse a entender lo contrario (¡mea culpa!). El guay de lamento ya era en la poesía áurea una venerable antigualla, aunque en otros romances se conserve hasta hoy (it. y port. tienen incluso el verbo guaiar(e)). El guay2, el actual tiene un étimo más controvertido, desde el mero juego de sonidos onomatopéyico, como sugieres (algo que, por cierto, también se propuso para el guay1 como le decía arriba a Chus) hasta el árabe (kuwayyis 'bueno', usado en la España de los 70 en el ámbito del tráfico a pequeña escala de drogas).

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