lunes, 23 de marzo de 2020

Cuidado si llaman a la puerta

Las ilustraciones de don
Pardino son fantásticas

El otro día estaba yo (oh, qué sorpresa) en casa cuando llamaron a la puerta. No esperábamos a nadie, no habíamos pedido nada a domicilio, ¿quién arriesga nuestro confinamiento viniendo a casa? Al abrir, me veo ahí encima de la alfombra de la entrada y con el ascensor de fondo, a un pedazo de VOCATIVO. ¡Lola, Lola, Lola! Siendo vocativo, está claro que no podía hacer otra cosa que llamarme declinando este caso: ¡Lola, Lola, Lola! (Era insistente). Sin tocarlo, decido hablarle en vocativo también: ¡Vocativo, vocativo, vocativo!, mientras con las manos le indico que se siente en el peldaño de la escalera. Se sienta. Va con mascarilla. Me dice con pena pero desafiante: Musa, mihi causas memora. Le contesto: “El vocativo es musa (‘musa, recuérdame las causas’) y la frase está en el inicio de la Eneida”. Me lo tomo al pie de la letra y le doy detalles: “Gracias por lo de musa, te explico: la causa de esto es el aislamiento social que se ha decretado para tratar de frenar una pandemia”. Me responde: Manete, pueri, hic. Le digo: “El vocativo es pueri (‘permaneced, niños, aquí’, típica frase de los libros de latín) y, tranquilo, no hay niños por las calles, todos permanecen en casa’. Pero me empecé a ver ridícula dando explicaciones a un vocativo y, tal vez de forma imprudente, le solté con mal genio: “¡No vengas a mi casa para hacerme ver lo importante que es un vocativo, hombre!”. Una vecina gritó desde su balcón: “¡El vocativo es hombreeeee!”. Y él se levantó y se fue refunfuñando mientras me dijo con desprecio: Et tu, Brute? (‘¿Tú también, Bruto?’).
Yo no sé a vosotros, pero a mí me están pasando cosas muy raras durante estos días.

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Las ilustraciones de don
Pardino son fantásticas

El otro día estaba yo (oh, qué sorpresa) en casa cuando llamaron a la puerta. No esperábamos a nadie, no habíamos pedido nada a domicilio, ¿quién arriesga nuestro confinamiento viniendo a casa? Al abrir, me veo ahí encima de la alfombra de la entrada y con el ascensor de fondo, a un pedazo de VOCATIVO. ¡Lola, Lola, Lola! Siendo vocativo, está claro que no podía hacer otra cosa que llamarme declinando este caso: ¡Lola, Lola, Lola! (Era insistente). Sin tocarlo, decido hablarle en vocativo también: ¡Vocativo, vocativo, vocativo!, mientras con las manos le indico que se siente en el peldaño de la escalera. Se sienta. Va con mascarilla. Me dice con pena pero desafiante: Musa, mihi causas memora. Le contesto: “El vocativo es musa (‘musa, recuérdame las causas’) y la frase está en el inicio de la Eneida”. Me lo tomo al pie de la letra y le doy detalles: “Gracias por lo de musa, te explico: la causa de esto es el aislamiento social que se ha decretado para tratar de frenar una pandemia”. Me responde: Manete, pueri, hic. Le digo: “El vocativo es pueri (‘permaneced, niños, aquí’, típica frase de los libros de latín) y, tranquilo, no hay niños por las calles, todos permanecen en casa’. Pero me empecé a ver ridícula dando explicaciones a un vocativo y, tal vez de forma imprudente, le solté con mal genio: “¡No vengas a mi casa para hacerme ver lo importante que es un vocativo, hombre!”. Una vecina gritó desde su balcón: “¡El vocativo es hombreeeee!”. Y él se levantó y se fue refunfuñando mientras me dijo con desprecio: Et tu, Brute? (‘¿Tú también, Bruto?’).
Yo no sé a vosotros, pero a mí me están pasando cosas muy raras durante estos días.

2 comentarios:

Iñaki Murua dijo...

!Genial!
:-D

Carlos E. Castilla dijo...

Ay, Lola, Lola, Lola! Sin ningún reparo le hubieras o hubieses gritado:Vade retro!

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