sábado, 18 de febrero de 2012

Por la yod al arte (I): nunca traces tu frontera

Aprovechando la apertura esta semana de la Feria de Arte Contemporáneo ARCO en Madrid, iniciamos una nueva serie en Nosolodeyod en la que vamos a unir Arte e Historia de la Lengua. Periódicamente dedicaremos una entrada a comentar una imagen de arte conceptual con la que ilustraremos un cambio lingüístico o un concepto de interés en nuestro uso de la lengua. Bienvenidos a la primera entrada de esta serie que hemos llamado Por la yod al arte.

Un foco de desconcierto. Si, sin ninguna pista previa, entrabas al amplio recibidor de la Tate Modern Gallery de Londres te encontrabas con esto:
una grieta, una brecha, la rendija zigzagueante de 167 metros de largo por la que se colaba la mirada de cualquier visitante entre perplejo y deleitado.
La obra (que podéis ver aquí) se expuso de 2007 a 2008 y tenía un nombre muy lingüístico: Shibboleth (he aquí la historia de este término); era de la artista colombiana Doris Salcedo (1958-). Estaba hecha sobre la propia arquitectura de la Tate, emanaba del suelo y con ella la autora representaba las fronteras artificiales que separan a Occidente de otros mundos.
Era una obra de arte sin materia, como las fronteras lingüísticas, que no tienen aduanas ni placas que las señalen, las trazamos los lingüistas a partir de las diferencias en el uso de rasgos lingüísticos concretos que muestran los hablantes. Pero, ¿existen en los hechos lingüísticos límites radicales como la grieta del museo o son tan artificiales como ella? ¿Existen las fronteras entre lenguas?
Hay rasgos shibboleth o claramente indicadores de nuestra pertenencia lingüística a un área. En Andalucía, por ejemplo, el uso de ustedes por vosotros (ustedes venís) sirve para diferenciar Andalucía occidental de oriental en una frontera que está apoyada por rasgos léxicos y fónicos pero que no tiene en el mapa un trazo radical separador.
Y es que las divisiones entre lenguas y variedades son por lo general aproximadas. Las lenguas de una misma familia no varían por interrupciones abruptas sino por transiciones (dialectos de transición los llamaba Pidal). Por eso hoy se habla de continuos o complejos de inteligibilidad, los formados por una cadena de lenguas vecinas en cuyos límites los hablantes se entienden entre sí. Por ejemplo, el romance occidental que se extiende desde la costa de Portugal al norte de Bélgica y de allí al sur de Italia formaría una de esas cadenas (los de la frontera luso española o franco española se entienden mutuamente, pero no los de Bélgica con los de Huelva).
La frontera es un tema muy interesante lingüísticamente: como lingüistas necesitamos saber los límites de las peculiaridades lingüísticas, pero quedarse dentro de ellos es encerrarse. Dijo Machado: "Nunca traces tu frontera / ni cuides de tu perfil / todo eso es cosa de fuera". Seguro que has salido de tu frontera lingüística alguna vez: ¿en qué fronteras lingüísticas has estado (españolas o no españolas)? ¿Vives en una de esas grietas entre lenguas? ¿Qué viaje te ha hecho conocer algún fenómeno de contacto de lenguas o variedades? ¿Qué palabra o rasgo sirve para diferenciar tu habla de la de un lugar vecino, cuál es tu shibboleth? Deja tu comentario...
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Aprovechando la apertura esta semana de la Feria de Arte Contemporáneo ARCO en Madrid, iniciamos una nueva serie en Nosolodeyod en la que vamos a unir Arte e Historia de la Lengua. Periódicamente dedicaremos una entrada a comentar una imagen de arte conceptual con la que ilustraremos un cambio lingüístico o un concepto de interés en nuestro uso de la lengua. Bienvenidos a la primera entrada de esta serie que hemos llamado Por la yod al arte.

Un foco de desconcierto. Si, sin ninguna pista previa, entrabas al amplio recibidor de la Tate Modern Gallery de Londres te encontrabas con esto:
una grieta, una brecha, la rendija zigzagueante de 167 metros de largo por la que se colaba la mirada de cualquier visitante entre perplejo y deleitado.
La obra (que podéis ver aquí) se expuso de 2007 a 2008 y tenía un nombre muy lingüístico: Shibboleth (he aquí la historia de este término); era de la artista colombiana Doris Salcedo (1958-). Estaba hecha sobre la propia arquitectura de la Tate, emanaba del suelo y con ella la autora representaba las fronteras artificiales que separan a Occidente de otros mundos.
Era una obra de arte sin materia, como las fronteras lingüísticas, que no tienen aduanas ni placas que las señalen, las trazamos los lingüistas a partir de las diferencias en el uso de rasgos lingüísticos concretos que muestran los hablantes. Pero, ¿existen en los hechos lingüísticos límites radicales como la grieta del museo o son tan artificiales como ella? ¿Existen las fronteras entre lenguas?
Hay rasgos shibboleth o claramente indicadores de nuestra pertenencia lingüística a un área. En Andalucía, por ejemplo, el uso de ustedes por vosotros (ustedes venís) sirve para diferenciar Andalucía occidental de oriental en una frontera que está apoyada por rasgos léxicos y fónicos pero que no tiene en el mapa un trazo radical separador.
Y es que las divisiones entre lenguas y variedades son por lo general aproximadas. Las lenguas de una misma familia no varían por interrupciones abruptas sino por transiciones (dialectos de transición los llamaba Pidal). Por eso hoy se habla de continuos o complejos de inteligibilidad, los formados por una cadena de lenguas vecinas en cuyos límites los hablantes se entienden entre sí. Por ejemplo, el romance occidental que se extiende desde la costa de Portugal al norte de Bélgica y de allí al sur de Italia formaría una de esas cadenas (los de la frontera luso española o franco española se entienden mutuamente, pero no los de Bélgica con los de Huelva).
La frontera es un tema muy interesante lingüísticamente: como lingüistas necesitamos saber los límites de las peculiaridades lingüísticas, pero quedarse dentro de ellos es encerrarse. Dijo Machado: "Nunca traces tu frontera / ni cuides de tu perfil / todo eso es cosa de fuera". Seguro que has salido de tu frontera lingüística alguna vez: ¿en qué fronteras lingüísticas has estado (españolas o no españolas)? ¿Vives en una de esas grietas entre lenguas? ¿Qué viaje te ha hecho conocer algún fenómeno de contacto de lenguas o variedades? ¿Qué palabra o rasgo sirve para diferenciar tu habla de la de un lugar vecino, cuál es tu shibboleth? Deja tu comentario...

8 comentarios:

Ángel Luis Robles dijo...

Un Malagueño en atrapa un millón: "es que a los andaluces se nos da regular pronunciar la ceta"

Bien, esto que oí en televisión es algo que he oído en la facultad de filología de la Universidad de Sevilla, aunque con alguna modificación "el andaluz esto, el andaluz lo otro..." para decir rasgos que son ajenos a mi fonética (también podría decir fonología, por eso del seseo y ceceo).

Cuando alguien a quien han obligado a cantar el himno de Andalucía toda su vida en el colegio, cual Cara al Sol. Que le han dicho que un señor es su padre, aunque no lo conoce (y me refiero a Blas Infante), y esas cosas, y ahora viene a Sevilla, y le dicen de forma indirecta que él no habla andaluz,porque el no sesea, no cecea, no aspira, etc, es algo indignante.

Mi solución es tajante, yo no soy de la Andalucía, yo soy de Jaén.

Lola Pons dijo...

Veo que te empeñas en trazar tu frontera. Claro que para ello olvidas un rasgo que sí compartes con el resto de los que cantan el Himno a Andalucía en su colegio, que es la alteración de implosivas.

María Crespo dijo...

Lamento comunicar esta experiencia, pero se me ha venido a la cabeza sin remedio y me gustaría sacarlo fuera.
Entre el 12 de octubre de 1991 y el 9 de septiembre de 1992 estuve viajando desde Tierra del Fuego a Miami.
Para mí fue una sorpresa (no agradable, por cierto) descubrir que había vivido con "el espejismo del idioma común". Porque sí, es verdad, todos hablamos español, pero se nos olvida que lengua es también cultura y, os lo aseguro, entre Argentina y Perú, Chile y Paraguay, Uruguay y Colombia, Bolivia y Guatemala, Ecuador y Nicaragua,..., todos ellos y España hay diferencias culturales. Ahora ya el espejismo no existe para mí, procuraré, con toda humildad, sacar a todos del error.

Lola Pons dijo...

Es interesante,porque son muchos los que piensan que el panhispanimos hoy tenido por rasgo unificador de los pueblos hispanohablantes no se traduce en una panculturalidad y ni siquiera en una misma lengua, habida cuenta de la existencia de muchas lenguas amerindias en América y del multilingüismo en que vive el español en los EEUU. Gracias por tu comentario.

CHUS dijo...

Ya lo creo que es así. Por no haber no hay ni globalización. Lo que tenemos son culturas parciales, con sus correspondientes "soles" de atracción. Hay idiomas con varios países(servo-cróata)e idiomas sin país físico( el samoyedo, p.ej.)Con ocasión de hacer un viaje a la Argentina, estuve preparándolo con una persona de allí que me insistía:"para tí sería mejor que en la Argentina hablasen en francés, así no tendrías el espejismo de creer que hablan como tú" Claro que en la propia España también podemos tener a diario la misma experiencia. Porque el lenguaje sirve para comunicar, si; pero también y sobre todo para engañar. Incluso para engañarse. Para no alargarme, pues me parece MUY interesante el tema, diré mi Shibboleth: hablo bien y me gusta que me correspondan; eso ya te marca. Y es que, como dijo el tío Baudelaire, "El mundo no funciona sino por el malentendido" Que cada uno saque su conclusión. La mia ( por ahora) es: el mundo funciona gracias al malentendido.
Con perdón; e incluso, sin perdón. Y "sursum corda" para todos nosotros y para ti Lola.

Vicente dijo...

Vivo en la frontera entre la filología y la enseñanza: será por eso que los rasgos shibboleth y los"complejos de inteligibilidad" me han traido resabios de paisajes que un día transité y hoy veo lejanos...(PERO el curso próximo me van a dar un destino más cercano a mi deseo, ya clamor, de volver a la Facultad).
Minúsculo dato fronterizo: mi madre es de Isla Cristina, a unos ocho kilómetros de Ayamonte, el Guadiana y Portugal. Rebuscando en la memoria encuentro el lusismo "fechadura", tan arcaico como inteligible en el vocabulario pasivo para nombrar a la cerradura.
Y termino con la mayúscula incomprensión que me profesa un nuevo alumno que procede de Tegucigalpa. Y mi sospecha de que no es de índole exclusivamente generacional.

Lola Pons dijo...

... un testimonio más de las dificultades pequeñas e íntimas de quienes se comunican bajo el inmenso paraguas dle panhispanismo.
La mención a "fechadura" también me ha traído recuerdos de viejas vividuras en la Sierra de Aracena, donde también llega ese occidentalismo. Y vosotros, comentadores, ¿tenéis algún shibboleth particular?

Ángel Luis Robles dijo...

Precisamente es la frontero lo que detesto. El que hablen de andaluz, y más aún, que hablen de andaluz para referirse al occidental. Yo no creo en las fronteras dentro de las lenguas, a veces ni entre lenguas. De hecho, dentro de la provincia de Jaén uno se puede encontrar con un infinitivo en -al (Sierra de Segura, zona de Murciano según Manuel Alvar) y con un -a (con a más abierta, incluso con la abertura de la vocal anterior, propia del resto de la provincia). Uno se puede encontrar incluso con el término "candela" para lumbre, algo que siempre he estudiado que es propio de la Andalucía occidental, sin embargo en Andújar se puede oír. En conclusión, hay que ir superando las fronteras lingüísticas dentro de un idioma, el concepto clave es el de isoglosa, gracias a él se puede comprender que no hay tales fronteras. Es decir, que sólo cada rasgo tiene su frontera, independiente de la de los otros rasgos, aunque puedan coincidir.

Por cierto, la modificación de implosivas se puede ver en otras zonas de la península. Como rasgo que sólo hay en Andalucía sólo he estudiado el tipo de ese, pero claro, en gran parte de Jaén ésta es castellana...

Me parece bastante impertinente mi comentario, aunque para nada era mi intención, sólo quería aclarar que no quiero ponerme fronteras, todo lo contrario, aunque acepto que en esto era algo ambiguo mi comentario.

Saludos

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