viernes, 4 de enero de 2019

Jugando al golf con doña Emilia


No está entre mis propósitos de 2019 aprender a jugar al golf. Me reconozco incapaz de ejercer la clase de paciencia necesaria para ese deporte y soy capaz de visualizarme estrellando el palo contra el césped. Sí, en cambio, trataré en este año que empieza de contar por aquí algunas de las claves lingüísticas que encuentro en las lecturas que hago por mero placer. Y aquí va la primera.
Estas Navidades me ha acompañado el libro El encaje roto. Antología de cuentos de violencia contra las mujeres; se trata de una buena recopilación de cuentos de Emilia Pardo Bazán (1851-1921) editada por la profesora Cristina Patiño Eirín en Contraseña editorial. El subtítulo de este libro no agrupa a todos los cuentos que se incluyen (hay también violencia de las mujeres pero sobre todo hay prejuicios contra las mujeres), pero en cualquier caso, El encaje roto es como antología una buenísima representación de Pardo Bazán como cuentista, con los motivos costumbristas esperables de su tiempo, pero también con un retrato completo de todos los tipos de mujer que se podía uno encontrar en el siglo XIX: la fiel esposa, la amante, la gitana, la letrada, la estéril, la discapacitada, la aprovechada, la sometida...  
En esa recopilación me he topado con algunas palabras que no conocía, sorpresa agradabilísima que da lugar a que una se distraiga de la lectura, cotillee sobre la voz en cuestión y termine tardando más de la cuenta en terminar un libro.
Si os hablo de un juego que consiste en un palo con terminación curva con el que se desplaza una pelota para que entre en un agujero que se ha hecho previamente... todos pensáis en golf. Pues bien, antes de que ese deporte de inspiración británica se extendiese por España, muchos de nuestros antepasados pensarían en el juego popular de la CACHAVA. Es una de las palabras que he aprendido dentro de este libro. Una cachava es un cayado o bastón con final curva pero también, oh sorpresa, era un juego que desde  principios del siglo XX (o sea, en la propia época de doña Emilia) y en su versión más técnica y profesional llamamos golf. Me imagino los anuncios de las promociones urbanísticas si los redactásemos con la vieja palabra: preciosas villas de lujo con vistas al césped de un imponente campo de cachavas. En fin, que ni el golf es nuevo ni Pardo Bazán antigua. 
Me alegrará que nos sigamos leyendo por aquí cada viernes de 2019.

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No está entre mis propósitos de 2019 aprender a jugar al golf. Me reconozco incapaz de ejercer la clase de paciencia necesaria para ese deporte y soy capaz de visualizarme estrellando el palo contra el césped. Sí, en cambio, trataré en este año que empieza de contar por aquí algunas de las claves lingüísticas que encuentro en las lecturas que hago por mero placer. Y aquí va la primera.
Estas Navidades me ha acompañado el libro El encaje roto. Antología de cuentos de violencia contra las mujeres; se trata de una buena recopilación de cuentos de Emilia Pardo Bazán (1851-1921) editada por la profesora Cristina Patiño Eirín en Contraseña editorial. El subtítulo de este libro no agrupa a todos los cuentos que se incluyen (hay también violencia de las mujeres pero sobre todo hay prejuicios contra las mujeres), pero en cualquier caso, El encaje roto es como antología una buenísima representación de Pardo Bazán como cuentista, con los motivos costumbristas esperables de su tiempo, pero también con un retrato completo de todos los tipos de mujer que se podía uno encontrar en el siglo XIX: la fiel esposa, la amante, la gitana, la letrada, la estéril, la discapacitada, la aprovechada, la sometida...  
En esa recopilación me he topado con algunas palabras que no conocía, sorpresa agradabilísima que da lugar a que una se distraiga de la lectura, cotillee sobre la voz en cuestión y termine tardando más de la cuenta en terminar un libro.
Si os hablo de un juego que consiste en un palo con terminación curva con el que se desplaza una pelota para que entre en un agujero que se ha hecho previamente... todos pensáis en golf. Pues bien, antes de que ese deporte de inspiración británica se extendiese por España, muchos de nuestros antepasados pensarían en el juego popular de la CACHAVA. Es una de las palabras que he aprendido dentro de este libro. Una cachava es un cayado o bastón con final curva pero también, oh sorpresa, era un juego que desde  principios del siglo XX (o sea, en la propia época de doña Emilia) y en su versión más técnica y profesional llamamos golf. Me imagino los anuncios de las promociones urbanísticas si los redactásemos con la vieja palabra: preciosas villas de lujo con vistas al césped de un imponente campo de cachavas. En fin, que ni el golf es nuevo ni Pardo Bazán antigua. 
Me alegrará que nos sigamos leyendo por aquí cada viernes de 2019.

2 comentarios:

Alfonso Castán dijo...

Estimada Lola:
Muchas gracias por dedicarle una entrada a "El encaje roto". Nos alegra que, gracias a su lectura, hayas encontrado palabras que no conocías.
Un fuerte abrazo,

Alfonso Castán
Editorial Contraseña

Marta Pilar dijo...

Después de leerte, me apetece mucho iniciar una lectura así. Gracias por la recomendación.

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