domingo, 4 de abril de 2010

Sabio pero burro

Un 4 de abril como hoy, pero en 1284, murió Alfonso X el Sabio. Justamente coincide con que en clase de Historia de la Lengua recién hemos terminado el tema dedicado a este monarca y comenzamos con el consagrado al molinismo y el siglo XIV. (En la imagen, la escultura a Alfonso X el Sabio sita en las escalinatas de la Biblioteca Nacional).
La antigua calle Burro, en el centro de Sevilla y junto a la zona de la Alfalfa (todo muy animal, como veis), fue rebautizada como calle Don Alonso el Sabio en homenaje a este rey, aunque asimilando el grupo /lf/ de su nombre en /l/: Alonso como variante fonética del nombre de origen germánico Alfonso. La calle Don Alonso el Sabio termina, por esas curiosidades aleatorias de los nombres y los mapas, en Pérez Galdós. Pero antes se llamaba Burro. Así que la placa "Don Alonso el Sabio, antes Burro", con chiste bien servido, estuvo durante años puesta en el principio de esa calle, imaginando a un rey que sólo al ilustrarse rodeándose de sabios europeos y traductores de hebreo, latín y árabe en su corte abandonó su previo estado animal de pollino.
La biografía sobre este monarca escrita por el profesor de Historia Medieval de la Universidad de Sevilla Manuel González Jiménez es una referencia imprescindible para conocer la trascendencia histórica de Alfonso X, sus aciertos en la dirección cultural de un reino cuya lengua se encargó de extender a nuevos tipos de textos, su fracasada insistencia en convertirse en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y su fuerte vinculación con Sevilla: el monarca, que tuvo su corte aquí largo tiempo, está de hecho enterrado en la Catedral de nuestra ciudad. Pero Sevilla simplificó logros y tributos, escogió una pequeña calle esquinada en el centro de la ciudad e, involuntariamente, terminó pregonando en el nomenclátor que el gran sabio era, antes de serlo, un mero burro.
Sospecho que no es mucho el eco de Alfonso X ni de otros personajes centrales en la Historia de la Lengua en los callejeros hispánicos. Piensa en tu barrio, pueblo o ciudad: ¿qué nombre de calle, plaza o zona homenajea a alguna de las figuras centrales para el devenir histórico de la lengua? Deja tu comentario...
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Un 4 de abril como hoy, pero en 1284, murió Alfonso X el Sabio. Justamente coincide con que en clase de Historia de la Lengua recién hemos terminado el tema dedicado a este monarca y comenzamos con el consagrado al molinismo y el siglo XIV. (En la imagen, la escultura a Alfonso X el Sabio sita en las escalinatas de la Biblioteca Nacional).
La antigua calle Burro, en el centro de Sevilla y junto a la zona de la Alfalfa (todo muy animal, como veis), fue rebautizada como calle Don Alonso el Sabio en homenaje a este rey, aunque asimilando el grupo /lf/ de su nombre en /l/: Alonso como variante fonética del nombre de origen germánico Alfonso. La calle Don Alonso el Sabio termina, por esas curiosidades aleatorias de los nombres y los mapas, en Pérez Galdós. Pero antes se llamaba Burro. Así que la placa "Don Alonso el Sabio, antes Burro", con chiste bien servido, estuvo durante años puesta en el principio de esa calle, imaginando a un rey que sólo al ilustrarse rodeándose de sabios europeos y traductores de hebreo, latín y árabe en su corte abandonó su previo estado animal de pollino.
La biografía sobre este monarca escrita por el profesor de Historia Medieval de la Universidad de Sevilla Manuel González Jiménez es una referencia imprescindible para conocer la trascendencia histórica de Alfonso X, sus aciertos en la dirección cultural de un reino cuya lengua se encargó de extender a nuevos tipos de textos, su fracasada insistencia en convertirse en emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, y su fuerte vinculación con Sevilla: el monarca, que tuvo su corte aquí largo tiempo, está de hecho enterrado en la Catedral de nuestra ciudad. Pero Sevilla simplificó logros y tributos, escogió una pequeña calle esquinada en el centro de la ciudad e, involuntariamente, terminó pregonando en el nomenclátor que el gran sabio era, antes de serlo, un mero burro.
Sospecho que no es mucho el eco de Alfonso X ni de otros personajes centrales en la Historia de la Lengua en los callejeros hispánicos. Piensa en tu barrio, pueblo o ciudad: ¿qué nombre de calle, plaza o zona homenajea a alguna de las figuras centrales para el devenir histórico de la lengua? Deja tu comentario...

10 comentarios:

Al norte de los nortes dijo...

Yo tengo una calle Dámaso Alonso, aquí a lado (vivo en el Porvenir), aunque creo que es más por ser un poeta del 27 que por su labor filológica; ya que se le cruzan Pedro Salinas y desemboca en la plaza Vicente Alexandre. Pero estoy contigo, Lola, hágamos al menos un grupo de Facebook: una calle para D. Rafael Lapesa.

Lola Pons dijo...

Tiene su gracia ese núcleo del 27 dentro del barrio sevillano de El Porvenir. Ahí van unos versos de Salinas donde recoge el nombre de su futuro barrio en Sevilla: "No te guardes nada, gasta / derrocha alegrías, dichas / (...) Nos queda mucho.¿No sientes / inmensas huestes de besos, de resistencias, bandadas / de PORVENIR en las manos, / de arrebatos y de calmas?".
Es un juego divertido. ¡Quiero más comentarios con nombres filológicos de calles!

Andrés dijo...

Desde no hace muchos años existe a la entrada de la Puebla del Río una gran rotonda en honor al Rey Sabio, donde se representa el acto de entrega de Cartas de Privilegios para la concesión de La Guardia, actual Puebla del Río,que efectuó Alfonso X en 1272 a más de doscientos moradores. La escena representa al Rey haciendo entrega de las mismas y a varios súbditos arrodillados ante él. Resulta bastante llamativa e intactante por el tamaño de las figuras. Pues bien(y aquí viene la parte terrenal y vulgar de comentario),muchos vecinos se mofan de la estatua, y donde nosotros podemos ver al famoso rey Sabio a quien tanto le debe, entre otras muchas cosas, nuestra propia lengua, otros muchos de mirada un tanto enfermiza ven a un rey preparado y dispuesto para recibir un favor sexual(oral o gutural, para que quede más filológico) de parte de aquello que están arrodillados ante él. (Espero no haber sido muy explícito y lo siento Lola, ya se que bajo el nivel de los comentarios hasta niveles insospechados). Saludos

Anónimo dijo...

En la docta y luminosa Utrera en que nací hay ilustres rúas que conmemoran las figuras de filologuillos de la talla de Menéndez Pelayo, su primo Menéndez Pidal y el patriarca de todos los estudiosos de la hispánica lengua: Antonio de Nebrija. Existe asimismo una calle con el nombre de Luis Vives, cuya efigie, me parece, también luce y reluce en las escalinatas de la Biblio Nacional. A todo ello súmese la consabida lista de escritores de diferentes épocas (Barroco, sobre todo, y también del decimonono siglo), pintores, escultores y el resto de la caterva cultural.

Curiosamente, las calles que ostentan todos estos nombres adolecen precisamente de la total ausencia de cualquier espíritu de estudio y dedicación a la ciencia y disfrutan, en cambio, del ruido del tráfico, el bullicio vecinal, etc.

Salud.

Lola Pons dijo...

O sea, Andrés, que Alfonso X convierte La Guardia en una puebla para que se pueda repoblar el territorio y medio pueblo actual se ríe a su costa... De momento, parece que ni en Sevilla ni en su provincia ha tenido buena fortuna toponímica el monarca. Vamos a tener que renombrar nuestra aula 214 como aula "Alfonso X" para dar un poco de dignidad hispalense al rey.

Lola Pons dijo...

Salud, Iván. ¿Y no habrá en ninguna de esas calles ruidosas con nombres literarios que citas una casa con un cuarto donde a solas y en silencio un niño comienza a leer libros de piratas, un joven lee a Nabokov o un adulto cierra un libro de Onetti? El misterio de lo privado puede dar muchas sorpresas... también en Utrera que ya tiene una cosa que no tiene Sevilla: la calle dedicada a Pidal.

Anónimo dijo...

Tienes razón. Sé que existen esas habitaciones silenciosas. Pero, por desgracia, no son más que la excepción que confirma la regla.

Javier Rodríguez Molina dijo...

Propongo un juego inverso: nombres de calles que han alcanzado fama porque algún escritor las citó en sus obras: ¿cómo olvidar la sevillana calle del Aire, el célebre callejón del Gato en Madrid o Baker Street en Londres?

MJGF dijo...

Bueno, yo vivo en Eduardo Marquina (En Flandes se ha puesto el sol); no es muy de historia, pero sí, literaria. No muy lejos de mi casa, está la muy filológica calle Rafaél Lapesa Melgar (http://maps.google.es/maps?hl=es&q=Calle%20Rafael%20Lapesa&rlz=1R2GFRE_esES355&um=1&ie=UTF-8&sa=N&tab=wl).
MJ

Lola Pons dijo...

Los primeros años de mi vida los pasé viviendo en una calle dedicada al arabista Pascual de Gayangos (1809-1897), bibliófilo sevillano que atesoraba valiosos manuscritos en su biblioteca, algunos de orígenes un poco oscuros. Me gusta esa parte erudita pero poco beatífica del personaje, también me gusta su calle, que es irregular, moderna de bloques y vieja de húmedas casas sevillanas, y que cruza el barrio donde nació y se crió Bécquer.
Gracias por tu primer comentario en el blog, Mariajo. ¡Espero que no sea el último!

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