viernes, 29 de abril de 2016

Organizarse (II): Cinco cosas que no hago

Continúo con mi entrada anterior sobre la organización del tiempo de una historiadora de la lengua. Esta parte que completa el decálogo reúne las cinco cosas que no hago con mi tiempo:
1. No trabajo los fines de semana. Adelantando trabajo el finde no consigues tener mucho menos trabajo, sino llegar cansadísima al lunes y rendir peor. Disfruto con muchas cosas que no son la Historia de la lengua, y la oportunidad para saborearlas con intensidad está en el fin de semana. Un principio asimilable a este me lo aconsejaron hace años: no te permitas ni medio trabajo ni medio descanso.
2. No digo que sí si quiero decir que no. Tengo mi agenda llena, sí, pero puedo decir que todo lo relevante que hay en ella lo quiero hacer. Voy a los congresos que me gustan y publico sobre los temas que me gustan. Desde hace años, además, puedo elegir las asignaturas que me gustan. Eso es una fortuna, lo sé, y una de las razones por las que para mí #FilologíaMola.

3. No mezclo la casa con el trabajo. Buena parte de mi trabajo de investigación lo hago en mi casa, y eso supone trabajar en el mismo sitio donde podrías ponerte a organizar armarios, lavadoras o comidas. Pues no. Yo comienzo mi jornada a las 9, antes de esa hora organizo cuanto puedo de la casa. A partir de esa hora, la casa no existe.
4. No descompenso la balanza. Dedico dos días a la semana a la investigación, dos días a las clases (donde incluyo a mis doctorandos, TFM...) y un día a un apartado de “otros”. Este principio es la parte del decálogo más difícil de respetar, porque hay etapas donde se me acumulan más tareas de un tipo que de otro, y también porque hay temporadas donde tengo muchos compromisos que me obligan a viajar y eso desconcentra notablemente.
5. No desprecio el tiempo, por corto que sea. Es cierto que trabajo mejor cuando tengo mucho tiempo seguido por delante, pero ya he asumido que no siempre dispongo de ese precioso recurso. Así que aprovecho todo. Si tras corregir ejercicios de los alumnos, solo me ha sobrado media hora, aprovecho para empezar a maquetar el ejemplario de la semana próxima, revisar la agenda, esbozar una entrada del blog o empezar a fichar datos para mi próximo artículo. Cualquier trayecto largo empezó por un paso pequeñito.
Muchos de estos principios eran inasumibles para mí cuando era becaria de investigación, cuando di clases fuera de España o cuando estaba consolidando mi carrera. Pero en cuanto pude permitírmelo, me lo empecé a aplicar. No sé si es un decálogo generalizable, pero a mí me funciona. Nunca tengo la sensación de estar perdiéndome algo y la vida, pese a sus golpes, sigue subiendo de volumen. 
¿Que cosas no haces tú con tu tiempo y tu agenda? Deja tu comentario 
Leer más
Continúo con mi entrada anterior sobre la organización del tiempo de una historiadora de la lengua. Esta parte que completa el decálogo reúne las cinco cosas que no hago con mi tiempo:
1. No trabajo los fines de semana. Adelantando trabajo el finde no consigues tener mucho menos trabajo, sino llegar cansadísima al lunes y rendir peor. Disfruto con muchas cosas que no son la Historia de la lengua, y la oportunidad para saborearlas con intensidad está en el fin de semana. Un principio asimilable a este me lo aconsejaron hace años: no te permitas ni medio trabajo ni medio descanso.
2. No digo que sí si quiero decir que no. Tengo mi agenda llena, sí, pero puedo decir que todo lo relevante que hay en ella lo quiero hacer. Voy a los congresos que me gustan y publico sobre los temas que me gustan. Desde hace años, además, puedo elegir las asignaturas que me gustan. Eso es una fortuna, lo sé, y una de las razones por las que para mí #FilologíaMola.

3. No mezclo la casa con el trabajo. Buena parte de mi trabajo de investigación lo hago en mi casa, y eso supone trabajar en el mismo sitio donde podrías ponerte a organizar armarios, lavadoras o comidas. Pues no. Yo comienzo mi jornada a las 9, antes de esa hora organizo cuanto puedo de la casa. A partir de esa hora, la casa no existe.
4. No descompenso la balanza. Dedico dos días a la semana a la investigación, dos días a las clases (donde incluyo a mis doctorandos, TFM...) y un día a un apartado de “otros”. Este principio es la parte del decálogo más difícil de respetar, porque hay etapas donde se me acumulan más tareas de un tipo que de otro, y también porque hay temporadas donde tengo muchos compromisos que me obligan a viajar y eso desconcentra notablemente.
5. No desprecio el tiempo, por corto que sea. Es cierto que trabajo mejor cuando tengo mucho tiempo seguido por delante, pero ya he asumido que no siempre dispongo de ese precioso recurso. Así que aprovecho todo. Si tras corregir ejercicios de los alumnos, solo me ha sobrado media hora, aprovecho para empezar a maquetar el ejemplario de la semana próxima, revisar la agenda, esbozar una entrada del blog o empezar a fichar datos para mi próximo artículo. Cualquier trayecto largo empezó por un paso pequeñito.
Muchos de estos principios eran inasumibles para mí cuando era becaria de investigación, cuando di clases fuera de España o cuando estaba consolidando mi carrera. Pero en cuanto pude permitírmelo, me lo empecé a aplicar. No sé si es un decálogo generalizable, pero a mí me funciona. Nunca tengo la sensación de estar perdiéndome algo y la vida, pese a sus golpes, sigue subiendo de volumen. 
¿Que cosas no haces tú con tu tiempo y tu agenda? Deja tu comentario 

3 comentarios:

Antonio dijo...

Lola, algunas de estas medidas que explicas en esta entrada, y en la anterior, me las habían recomendado hace ya algún tiempo, pero no es fácil llevarlo todo a cabo de forma constante. Lo que me resulta más difícil es compensar la balanza, porque soy de los que necesito horas de dedicación a un asunto para notar que voy avanzando.

Lo que sí practico es el cambio de ubicación para trabajar cada cierto tiempo. Suelo trabajar bien en casa, pero tengo que ir compaginando con el despacho o la biblioteca para que no se me acabe cayendo encima.

De todas formas me lo apunto todo porque seguro que me sirve.

Un abrazo

Fabrizio dijo...

¡Muy útil y muy sabio este post, Lola! Incluso más que la parte I. Porque organizarse empieza por lo que NO se tiene que hacer (y que a veces se me olvida...). Gracias!

Unknown dijo...

He vuelto a leer estas entradas después de abril y tengo que decir que ¡me han resultado todavía más útiles que la primera vez! Anoto varios de los consejos. A mí algo que me descompensa mucho la balanza, como dice otro lector, es la preparación de las clases y no robarle tiempo a esas tareas a más largo plazo (sobre todo, investigación), así que tengo pendiente disciplinarme más en ese aspecto.
También me quitan mucho tiempo los correos electrónicos, así que intento leerlos cuando ya he terminado de hacer mi tarea programada para ese día porque si lo hago al principio, ¡me crea ansiedad saber que los tengo pendientes!
Algo que me da mucha paz es dejar escritas y organizadas todas las tareas para el próximo día y, evidentemente, para mí son básicos: una agenda, bolis de distintos colores y cuadernos para las clases y las lecturas que hago para artículos. Además, me da auténtico gusto y motivación comprarlos y estrenarlos :).

Un beso

Publicar un comentario

Closed