viernes, 8 de abril de 2011

Sois muy conservadores (ortográficamente hablando)

Terminada la encuesta que lanzamos en nosolodeyod la semana pasada, los resultados son contundentes: casi un 70 % de los votantes ha optado por conservar la tilde en el uso adverbial de solo.
¡Sois unos conservadores! La ortografía cambia: nuestros antepasados escribían muger, quanto, dixo, fué y alguna vez tuvieron que ver cómo sus conocimientos ortográficos se quedaban atrás ante las reformas académicas. Pero los hablantes (aquí: escribientes) somos reacios a algunos cambios, y en el terreno gráfico se mezclan el fetichismo que tenemos hacia las letras con la dificultad de modificar hábitos que nos han inculcado en la educación primaria.

Yo voté por la desaparición de la tilde. Reconozco que en el uso escrito, como alguien dijo en uno de los comentarios, me será difícil habituarme a esa tilde perdida, pero me parecen contundentes el argumento historiográfico de que esa tilde diacrítica fue introducida en una obra académica (1870) bien presta a prodigarlas (éntre, sóbre...) y el argumento comparativo de que no acentuamos otros adjetivos que también adquieren función adverbial. La RAE razona el cambio y su propuesta no es descabellada, aunque haya recibido respuestas en contra durante el proceso de escritura de la Ortografía (un lector me facilitó el proceso de debate que se estableció con la Academia Mexicana de la Lengua y me parece bien interesante: está aquí y recomiendo su lectura).

El precioso libro de Jean Aitchinson El cambio en las lenguas: ¿progreso o decadencia? se abre con esta cita de John Wilmot, segundo conde de Rochester, gran vividor, poeta hedonista :

Since 'tis Nature's Law to change

Constancy alone is strange

(Como la ley de la naturaleza es el cambio / sólo la constancia es extraña)

Participando de la tolerancia del propio Wilmot, propugnada hoy por el Wadham College de Oxford donde el conde estudió, nosolodeyod acepta el resultado, que interpretamos como una muestra de esa constancia que supone para los hablantes la ortografía en una lengua que está siempre en proceso de cambio. Como todo lo que está vivo.
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Terminada la encuesta que lanzamos en nosolodeyod la semana pasada, los resultados son contundentes: casi un 70 % de los votantes ha optado por conservar la tilde en el uso adverbial de solo.
¡Sois unos conservadores! La ortografía cambia: nuestros antepasados escribían muger, quanto, dixo, fué y alguna vez tuvieron que ver cómo sus conocimientos ortográficos se quedaban atrás ante las reformas académicas. Pero los hablantes (aquí: escribientes) somos reacios a algunos cambios, y en el terreno gráfico se mezclan el fetichismo que tenemos hacia las letras con la dificultad de modificar hábitos que nos han inculcado en la educación primaria.

Yo voté por la desaparición de la tilde. Reconozco que en el uso escrito, como alguien dijo en uno de los comentarios, me será difícil habituarme a esa tilde perdida, pero me parecen contundentes el argumento historiográfico de que esa tilde diacrítica fue introducida en una obra académica (1870) bien presta a prodigarlas (éntre, sóbre...) y el argumento comparativo de que no acentuamos otros adjetivos que también adquieren función adverbial. La RAE razona el cambio y su propuesta no es descabellada, aunque haya recibido respuestas en contra durante el proceso de escritura de la Ortografía (un lector me facilitó el proceso de debate que se estableció con la Academia Mexicana de la Lengua y me parece bien interesante: está aquí y recomiendo su lectura).

El precioso libro de Jean Aitchinson El cambio en las lenguas: ¿progreso o decadencia? se abre con esta cita de John Wilmot, segundo conde de Rochester, gran vividor, poeta hedonista :

Since 'tis Nature's Law to change

Constancy alone is strange

(Como la ley de la naturaleza es el cambio / sólo la constancia es extraña)

Participando de la tolerancia del propio Wilmot, propugnada hoy por el Wadham College de Oxford donde el conde estudió, nosolodeyod acepta el resultado, que interpretamos como una muestra de esa constancia que supone para los hablantes la ortografía en una lengua que está siempre en proceso de cambio. Como todo lo que está vivo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

He seguido de cerca el debate de la entrada anterior, pero no he querido participar. Hace unos días leí esta reflexión (http://ahdelavida.blogspot.com/2011/04/reformas.html) y me parece otro enfoque muy adecuado para seguir deliberando sobre el tema.

Ahora, mi anécdota: durante la redacción de la última novela que he escrito, comencé a usar "solo" sin tilde en todos los casos. Cuando llevaba unas cincuenta páginas, lo revisé todo para restituir todas las tildes de "sólo" cuando funcionaba como adverbio. ¿Por qué? No tengo ni idea. Quizá fetiche, manía... Pero no creo que ya cambie a estas alturas.

José María dijo...

Permitidme ofreceros una visión más cómica del asunto. http://josemariacontrerasespuny.blogspot.com/2011/01/cuando-se-acaba-el-amor-y-la-tilde.html

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