viernes, 1 de enero de 2010

Omite ese étimo

El 2 de enero de 1997 (tal día como mañana hace trece años) murió Joan Corominas (1905-1997), autor del Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico (DCECH). Exiliado en 1939 tras la guerra civil, ejerció en la universidad argentina, donde comenzó a redactar el DCECH, apartando los estudios sobre léxico y toponomástica del catalán en los que se había especializado tras su formación. Posteriormente, trabajó en Chicago treinta años hasta su vuelta a Barcelona en 1976.
Los medios lógicamente limitados de la época (sin ordenadores, sin patrocinio, con menor desarrollo bibliográfico) fueron vencidos por un riguroso plan de trabajo, casi ascético, que marcó la propia vida de Corominas.
El resultado es abrumador: nueve mil artículos lexicográficos en un diccionario que recoge información sobre la primera documentación de una palabra, sus cambios semánticos, adscripción de uso, problemas de variantes fónicas... De 1954 a 1957 apareció la obra en cuatro volúmenes del Diccionario y en 1980 una nueva versión en seis volúmenes, en colaboración con José Antonio Pascual. El proyecto de digitalización del DCECH se ha desarrollado en la Universidad de Barcelona en los últimos años y no queda mucho para su presentación. El Breve diccionario etimológico de Corominas (aparecido en 1961) es una buena herramienta para tener la versión más cómoda del saber etimológico en casa.
La obra de Corominas es imprescindible para quienes estudian o investigan en historia de la lengua, ejemplo del uso de una perspectiva románica en la investigación léxica (además del catalán, sus conocimientos sobre el aragonés, el vasco y las lenguas prerromanas es manifiesto en el Diccionario, que preparó el terreno para su posterior Diccionari etimológic de la llengua catalana, 1981-1984).
En alguno de los artículos del diccionario se trasluce el particular estilo polémico del autor (vid. codorniz) o los guiños a sus lectores. Particularmente, recuerdo la sorpresa que me llevé al encontrar esta información en el artículo sobre un derivado de nadar, nadante:

Nadante [Alfonso de Palencia]. Gallego latante ‘el chico que huye de la escuela’, disimilación de natante, expresión pontevedresa o santiaguesa de catedráticos de Seminario, Instituto o Universidad, porque esos muchachos se van al río o a la ría a hacer lo que nos describe lindamente Pereda en Sotileza”.

Hace años que me entretengo coleccionando palíndromos (frases que pueden ser leídas igualmente de derecha a izquierda o de izquierda a derecha). Uno de mis preferidos, por filológico, es omite ese étimo. Mis alumnos, destinatarios de este blog, parecen obedecer a ese imperativo palindrómico, pues se empeñan en hacer sus comentarios filológicos omitiendo todos los étimos de las palabras que comentan. Pese a la exhaustividad de su diccionario, también Corominas omitió algunos étimos: el de catalán y el de español. Es una de las curiosidades que señaló Rafael Lapesa en la necrológica que escribió de Corominas, un texto muy humano escrito por el Lapesa último.
De palíndromos y étimos, deja tu comentario...
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El 2 de enero de 1997 (tal día como mañana hace trece años) murió Joan Corominas (1905-1997), autor del Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico (DCECH). Exiliado en 1939 tras la guerra civil, ejerció en la universidad argentina, donde comenzó a redactar el DCECH, apartando los estudios sobre léxico y toponomástica del catalán en los que se había especializado tras su formación. Posteriormente, trabajó en Chicago treinta años hasta su vuelta a Barcelona en 1976.
Los medios lógicamente limitados de la época (sin ordenadores, sin patrocinio, con menor desarrollo bibliográfico) fueron vencidos por un riguroso plan de trabajo, casi ascético, que marcó la propia vida de Corominas.
El resultado es abrumador: nueve mil artículos lexicográficos en un diccionario que recoge información sobre la primera documentación de una palabra, sus cambios semánticos, adscripción de uso, problemas de variantes fónicas... De 1954 a 1957 apareció la obra en cuatro volúmenes del Diccionario y en 1980 una nueva versión en seis volúmenes, en colaboración con José Antonio Pascual. El proyecto de digitalización del DCECH se ha desarrollado en la Universidad de Barcelona en los últimos años y no queda mucho para su presentación. El Breve diccionario etimológico de Corominas (aparecido en 1961) es una buena herramienta para tener la versión más cómoda del saber etimológico en casa.
La obra de Corominas es imprescindible para quienes estudian o investigan en historia de la lengua, ejemplo del uso de una perspectiva románica en la investigación léxica (además del catalán, sus conocimientos sobre el aragonés, el vasco y las lenguas prerromanas es manifiesto en el Diccionario, que preparó el terreno para su posterior Diccionari etimológic de la llengua catalana, 1981-1984).
En alguno de los artículos del diccionario se trasluce el particular estilo polémico del autor (vid. codorniz) o los guiños a sus lectores. Particularmente, recuerdo la sorpresa que me llevé al encontrar esta información en el artículo sobre un derivado de nadar, nadante:

Nadante [Alfonso de Palencia]. Gallego latante ‘el chico que huye de la escuela’, disimilación de natante, expresión pontevedresa o santiaguesa de catedráticos de Seminario, Instituto o Universidad, porque esos muchachos se van al río o a la ría a hacer lo que nos describe lindamente Pereda en Sotileza”.

Hace años que me entretengo coleccionando palíndromos (frases que pueden ser leídas igualmente de derecha a izquierda o de izquierda a derecha). Uno de mis preferidos, por filológico, es omite ese étimo. Mis alumnos, destinatarios de este blog, parecen obedecer a ese imperativo palindrómico, pues se empeñan en hacer sus comentarios filológicos omitiendo todos los étimos de las palabras que comentan. Pese a la exhaustividad de su diccionario, también Corominas omitió algunos étimos: el de catalán y el de español. Es una de las curiosidades que señaló Rafael Lapesa en la necrológica que escribió de Corominas, un texto muy humano escrito por el Lapesa último.
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8 comentarios:

Andrés dijo...

Vaya trabajo complejo y laborioso el que llevó a cabo Corominas en la realización de su Diccionario, no es extraño que las librerías pidan tanto por él(casi 500 euros los seis volúmenes). Es poco probable que los reyes se animen a traerlo.

Es de justicia reconocer(palídromo)lo difícil y complejo que resulta crear palíndromos. Hace poco tiempo escuche en la radio que Rodolfo Franco, un poeta brasileño, era aficionado a ellos. Algunos de los que recuerdo tienen un contenido poco filológico pero como no sólo de yod vive... pues los comparto con vosotros:

- Zapatero pasa por eta: paz.
- Será mala, cómo coño como calamares.

Lola Pons dijo...

Es normal que los Reyes no lo traigan, teniendo en cuenta el peso de los seis volúmenes. Pero tal vez no pongan obstáculos a cargar con el Breve diccionario etimológico de Corominas, en un volumen y por 50 euros.

ana dijo...

Me regalaron el Breve dicionario etimológico, de Corominas, hace algunos años y ha sido de gran ayuda en comentarios que he ido haciendo, además que es muy interesante, por lo menos para mí.
Creo que la creación de palíndromos es un área desconocidas para muchos y además son dificiles de hacer. Un profesor de latín que tenía en el instituto me dijo (lo he rescatado de los apuntes) que en Roma los abogados decían:“Si numni, inmunis”, Si hay monedas, eres inmune”.

Lola Pons dijo...

Andrés, reconoce que el palíndromo de Ana es más elegante que los tuyos...

Andrés dijo...

Lo reconozco, pero mira que está bueno un bocadillo de calamares....
Espero que el rey Gáspar, que es mi favorito, os traiga algún que otro regalo, aunque sean breves. Saludos

Rodri Verano dijo...

Yo también quiero contribuir con mi palíndromo favorito:

in girum imus nocte - et consumimur igni (damos vueltas en la noche y un fuego nos consume)

¿Verdad que es misterioso? Ha sido atribuido a falsamente a Virgilio -como ocurría con casi todo lo que estaba en latín y sonaba bonito durante la Edad Media. Se ha interpretado también como una adivinanza. Una de las posibles respuestas es que se refiera a seres diabólicos que vagan en la noche y arden de fuego, como los demonios de las miniaturas medievales. Esto concuerda con otras tradiciones que afirman que el palíndromo es en realidad una frase mágica con propiedades alquímicas si se escribe en un papel y se le prende fuego.

La otra respuesta, un poco menos fantástica, apunta a algún insecto, una mariposa nocturna quizá, que se acerca revoloteando a la lumbre y acaba por salir ardiendo. No he leído en ninguna parte la posibilidad, a mi juicio más verosímil, de que se trate de una simple luciérnaga, ese bichito que vuela y brilla como la llama de una lámpara (lat. lucerna). Por cierto que me gustaría saber qué dice Corominas sobre el sufijo que tiene esa palabra...

BGM dijo...

Pues sí que tiene que ser difícil crear un palíndromo, pero ya tiene que ser casualidad que el nombre y apellido de una persona pueda leerse en las dos direcciones; la bailaora Sara Baras, cuando se lo dijeron, se quedó con la boca abierta.

Octavià Alexandre dijo...

Desgraciadamente, el trabajo de Coromines está ya desfasado, y muchas de sus etimologías hoy son insostenibles, p.ej. las que (a falta de una explicación mejor) remiten a un origen onomatopéyico. Como dicen en italiano, se non é vero, é ben trovato."

El problema principal al que se enfrenta un etimólogo son los escasos datos que hay sobre las lenguas prelatinas (es decir, anteriores al latín) que dejaron su impronta en el castellano y otras lenguas romances, incluyendo el paleo-euskera o euskera antiguo. Lo bueno del caso es que Coromines fue el descubridor de una de esas lenguas, a la que bautizó como "sorotáptico", y que Francisco Villar (independientemente de él) llama "italoide".

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