Volvía hoy
a casa pensando en que, mes tras mes, estas instantáneas que van apareciendo en
el blog reflejan, como en un diario nada íntimo, las filologadas más relevantes que hago. En este mes de abril, como en
otros, puedo contar que escribí en El
País hablando de la expresión
en plan y su uso en el lenguaje
juvenil, así como de la vieja
elle que una parte no yeísta de los hispanohablantes aún conserva. Podría explicar,
y lo contaría con sincera alegría, que también colaboré con una sección del
periódico que me encanta (De
mamas & de papas) hablando de la adquisición del lenguaje. Podría
hablar de entrevistas o de conferencias que fui a dar a algún sitio. Podría... Pero esta filología pública no reflejaría mi día a
día ni mi filología privada, de casa. No permiten ninguna foto
particularmente interesante para los lectores de este blog los actos que llenan mi rutina y que son, en cambio, las cosas
filológicas que más me gusta hacer. Ando investigando sobre gramática andaluza
para una conferencia que doy próximamente en Austria, y esa investigación
implica horas de lectura y anotación, por una parte, y horas de recolección de
ejemplos, por otra. También estoy escribiendo un libro que espero terminar a
final de este año 2018; me encanta el tema y el texto que estoy editando, pero
voy lenta, y siento
que estoy cosiendo un manto de kilómetros del que apenas llevo un centímetro
bordado. No me desespero nada, porque ya sé, lo aprendí en mi tesis, que tras echar
horas a un proyecto hay un día insospechado en que este es fruta madura, y cae
hecho. Y junto con esos dos asuntos de investigación que me ocupan, estoy
dirigiendo trabajos de fin de máster, atendiendo lo mejor que puedo a mis
doctorandos, empezando a organizar un congreso y escribiendo para este blog.
De todo eso no hay foto, o quizá haya una dentro de meses o semanas, cuando (ojalá) los TFM y tesis se defiendan, los libros se terminen y las conferencias se pronuncien. Esas fotos y esos textos reflejarán entonces el logro pero no el trayecto, y es que a mí a estas alturas lo que me gusta más es el camino, la ruta y no tanto el colofón. Por eso, cuando volvía hoy a casa, decidí que, al menos para este mes, esta entrada de instantáneas no enseñaría imágenes de final de meta. En esta entrada, la foto es el propio texto que escribo en el blog, un reflejo en chiquitito de todos los textos que he tecleado este mes y que siguen inacabados, estoy sosegadamente elaborando las próximas fotografías.
De todo eso no hay foto, o quizá haya una dentro de meses o semanas, cuando (ojalá) los TFM y tesis se defiendan, los libros se terminen y las conferencias se pronuncien. Esas fotos y esos textos reflejarán entonces el logro pero no el trayecto, y es que a mí a estas alturas lo que me gusta más es el camino, la ruta y no tanto el colofón. Por eso, cuando volvía hoy a casa, decidí que, al menos para este mes, esta entrada de instantáneas no enseñaría imágenes de final de meta. En esta entrada, la foto es el propio texto que escribo en el blog, un reflejo en chiquitito de todos los textos que he tecleado este mes y que siguen inacabados, estoy sosegadamente elaborando las próximas fotografías.
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