Hoy ha tocado adelantar el reloj una hora, a las dos de la madrugada... ¡Cómo nos enredamos siempre con estos cambios!
La
verdad es que reloj es también una palabra
fonéticamente bastante enredosa en nuestra lengua; la podríamos hermanar con otras
dos igualmente raras: el árbol boj y
el carcaj o aljaba (es decir, el
cartucho donde Robin Hood o Légolas guardaban sus flechas). Pero, pese a su
rareza fónica, la palabra reloj es bien antigua, aunque antes se escribiera relox. Nos la hemos traído desde el latín (horologium) posiblemente a través del catalán antiguo (relotge), de donde vendría reloje y, con singular regresivo (o sea,
construido ‘hacia atrás’), relox, reloj.
Por esa terminación en j tan distinta de lo común en español no es raro que existiera la variante reló (la Academia incluso la aceptó, en 1984, pero ya no), y que los mapas dialectales recojan variantes fonéticas del tipo relor, reloz o formas con diminutivos del tipo relojillo o relojín junto con otras como relillo o relorcico...
Por esa terminación en j tan distinta de lo común en español no es raro que existiera la variante reló (la Academia incluso la aceptó, en 1984, pero ya no), y que los mapas dialectales recojan variantes fonéticas del tipo relor, reloz o formas con diminutivos del tipo relojillo o relojín junto con otras como relillo o relorcico...
¡Cuánto ha variado en el tiempo la realidad a la que designamos con la palabra reloj! Los textos medievales ya traen muchas veces esta voz, aunque se referían con ella más bien a los relojes de arena o de sol: los relojes mecánicos comenzaron a extenderse por torres e iglesias a fines del XIV (en 1400 ya había uno en la Catedral de Sevilla) y los de bolsillo aún más tarde, en el siglo XVII.
Cada cual le da un sentido al reloj: unos son esclavos de lo que va marcando, otros son dueños absolutos de este objeto e incluso los hay capaces de, sin tocar las manecillas, hacer que de una forma u otra se pare el tiempo. Hace años, un enamorado de los relojes decidió compartir conmigo todas las mañanas del mundo. A él dedico esta entrada. Y a vosotros os pregunto, ¿sois de reloj de campanario o de cuco?, ¿cómo pronunciáis reloj? ¿Usáis ese divertido plural de relores? Tic tac, tic tac... dejad comentarios...
Cada cual le da un sentido al reloj: unos son esclavos de lo que va marcando, otros son dueños absolutos de este objeto e incluso los hay capaces de, sin tocar las manecillas, hacer que de una forma u otra se pare el tiempo. Hace años, un enamorado de los relojes decidió compartir conmigo todas las mañanas del mundo. A él dedico esta entrada. Y a vosotros os pregunto, ¿sois de reloj de campanario o de cuco?, ¿cómo pronunciáis reloj? ¿Usáis ese divertido plural de relores? Tic tac, tic tac... dejad comentarios...
10 comentarios:
Yo soy más de clepsidra, será que vi la luz en un país perdido...
Gracias, anónimo. En mi instagram (https://www.instagram.com/soylolapons/) acabo de poner una foto de una clepsidra. Me has inspirado.
¡Muy interesante, como todas las entradas! Yo soy de Canarias y también hay un adelanto de hora, claro, aunque siempre con una hora menos. En mi caso, pronuncio 'reloj' con una h aspirada al final, pero en la provincia oriental lo hacen directamente con la vocal: 'reló'.
Un saludo, Escandinobi. Con una hora menos :)
Nosotros en Galicia decimos reloj en castellano y reloxo en gallego, y realmente necesitamos dos, uno para la zona horaria que nos correspondería geográficamente y otro para la que tenemos que seguir
Pues aquí, en Argentina, se dice dice reloj y en diminutivo relojito... Preferimos los terminados en -ito. En el norte, donde la velar casi no se pronuncia, he oído el plural reloses!!
Yo recuerdo a Les Luthiers en ese gag fantástico, del reloj Chaque Heur... "Maravilla de relósss". Jaja. Gracias, Carlos.
Yo, la 'j' de reloj no la pronuncio ni por error. Soy de los que no sale de casa sin llevar el reloj puesto(aunque mire la hora en el móvil), y si por un casual me olvido de ponérmelo voy por el mundo raro, como si no llevara gafas ni lentillas, sabiendo que algo me falta.
Hace unos días, descubrí en la fachada lateral de la parroquia de la Magdalena(calle Cristo del Calvario) de Sevilla, un par de relojes de sol bastante chulos. Espero que al párroco no se le haya olvidado cambiarlos de hora esta madrugada. Un saludo en punto, Lola.
Ay, me encanta ver relojes de sol... Pero desde hoy yo lo que quiero en la vida es una clepsidra en mi clase, y terminar la clase al tiempo que cae la última gota. Un saludo, Andrés.
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