miércoles, 17 de octubre de 2012

Jon Kortajarena no es muy guapo


¿Sabrá este mozo que existe la historia de la lengua?
No, este hombre, de profesión modelo, no es muy guapo, este hombre es guapísimo. Y es que hay una diferencia: en una escala, ser guapísimo es más que ser muy guapo. También históricamente eran elementos distintos. La terminación -ISSIMUS y la palabra MULTU (de donde vienen mucho muy) servían en latín para la formación de superlativos, es decir, se usaban para tomar un adjetivo (alto) e intensificar su significado dentro de una escala de grados, donde se pueden subir puestos en comparación con los otros (más alto, menos alto, el más alto de todos) o crecer en significado (muy alto, altísimo). La intensificación con muy tuvo más extensión en el latín tardío, cuando se preferían procedimientos analíticos (añadir una palabra al adjetivo) y no sintéticos (añadir un sufijo) para expresar movimientos en esa escala. De hecho, en castellano antiguo, antes del siglo XV, apenas contamos con ejemplos de -ísimo, aunque luego creció esta terminación desde el XV (donde era considerada muy culta, algo así como nuestro -érrimo actual) hasta el XVIII y se hizo común.
Los mecanismos de graduación son muy variables en la historia y en los hablantes, pertenecen a esa área de la lengua que está continuamente en creatividad y movimiento: requeteguapo, reguapo, superguapo, megaguapo, guapo-guapo, guapo a rabiar... ¿Qué dices tú? Si eres Jon, deja tu teléfono y si no, deja tu comentario...
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¿Sabrá este mozo que existe la historia de la lengua?
No, este hombre, de profesión modelo, no es muy guapo, este hombre es guapísimo. Y es que hay una diferencia: en una escala, ser guapísimo es más que ser muy guapo. También históricamente eran elementos distintos. La terminación -ISSIMUS y la palabra MULTU (de donde vienen mucho muy) servían en latín para la formación de superlativos, es decir, se usaban para tomar un adjetivo (alto) e intensificar su significado dentro de una escala de grados, donde se pueden subir puestos en comparación con los otros (más alto, menos alto, el más alto de todos) o crecer en significado (muy alto, altísimo). La intensificación con muy tuvo más extensión en el latín tardío, cuando se preferían procedimientos analíticos (añadir una palabra al adjetivo) y no sintéticos (añadir un sufijo) para expresar movimientos en esa escala. De hecho, en castellano antiguo, antes del siglo XV, apenas contamos con ejemplos de -ísimo, aunque luego creció esta terminación desde el XV (donde era considerada muy culta, algo así como nuestro -érrimo actual) hasta el XVIII y se hizo común.
Los mecanismos de graduación son muy variables en la historia y en los hablantes, pertenecen a esa área de la lengua que está continuamente en creatividad y movimiento: requeteguapo, reguapo, superguapo, megaguapo, guapo-guapo, guapo a rabiar... ¿Qué dices tú? Si eres Jon, deja tu teléfono y si no, deja tu comentario...

22 comentarios:

Aníbal dijo...

Cuando estuve en Francia y aprendí el idioma notaba un tremendo vacío al no existir el superlativo en la forma -ísimo/a. Creo que es uno de los elementos lingüísticos más bonitos que tenemos.

Aníbal

Unknown dijo...

Sí existe el sufijo -issime en francés pero su uso es limitadísimo respecto al español,pero por ejemplo se puede decir: "cet élève est brillantissime" ("este alumno es brillantísimo"), pero es cierto que en la lengua corriente se usa muy poco.
Por cierto, el artículo me pareció muy interesante :)

Se me va de la lengua dijo...

Pues la verdad es que yo calificaría a Jon de guapérrimo… Es curioso, porque aunque -érrimo sea muy culto, se utiliza (al menos en mi círculo, y no solo entre filólogos, que ya sé por dónde vais) bastante y de forma productiva en la lengua coloquial, que tiene un componente lúdico muy importante… (O importantísimo.) (Importantérrimo, vamos.) ¿Vosotros también lo oís?

Ángel Luis Robles dijo...

Yo digo que en una aldea en la que viví un tiempo, en la Sierra de Segura,algunas personas, creo que mayores, decían: luego luego... Lo que no sé es sí se referían para un luego más cercano que si hubieran dicho luego, o si era una forma de quitarse de encima el muerto. Por lo demás, me encanta usar el érrimo cuando no toca.

Lola Pons dijo...

ss

Anónimo dijo...

Olivier tiene razón, pero lo cierto es que el superlativo sintético en francés es "rarissime". En cambio, sería coloquialmente aceptable decir "il est trop mignon!" ('es monísimo'), cuyo equivalente literal ('es demasiado mono') no parece que tenga el mismo sentido entre nosotros. Cositas de cuantificadores intensivos, que no todo lo hacen de buen grado.
Lo que sí tenemos es muchos nombres que indican abundancia de algo y que, con el correspondiente complemento, pueden hacer un papel intensificador muy apañao: "mogollón de / tela de / cantidubi de", etc. (vale, sí, "cantidubi" es ochentero, pero también lo es la autora de este blog: nobody's perfect). Ahora bien: solo dos de estos nombres, hasta donde sé, pueden verdaderamente "suplantar" a "muy", acoplándose directamente al sustantivo: son el madrileñísimo (aunque ya muy difundido) "mazo" y el sevillanérrimo "taco"; aunque es difícil verlo por escrito, cualquiera puede oír, en el correspondiente barrio más o menos bajo, "tu amigo eh taco listo" o "ese tío está mazo raro". Lo cual está muy mal dicho, claro que sí (no intentar con la abuelita ni con el Presidente de la Asociación de Academias); pero para un lingüista lo suficientemente vicioso, es oro puro.
Por lo demás, en ciertas tierras yermas hacen aún algo que se estilaba bastante en el siglo XV (ya que la entrada -oh feliz casualidad- habla de este periodo), pero no antes ni después: intensificar con la forma larga ("mucho") ante el adjetivo, como en el notable consejo inicial de Santillana ("Fijo mío mucho amado / para mientes, / e non contrastes las gentes / mal su grado"; véase, de nuevo, qué tanto importa el grado). Tales tierras yermas son tirando a mesorientales, pero claro está que el que un rasgo de ese territorio se difunda justamente en la escritura culta del siglo XV es también casualidad pura, coincidencia, albur, chamba, potra, chiripa, quemesió...
Ah, oyes, para acabar: soy Jon. Te lo olías? No, por cierto. Es que además de guapazo soy pedantílimo. Pero paso de dejarte aquí mi número, que lo ve todo el Botxo. Epa, te mando luego un private, pues.
Agur, yogur. JK

Lola Pons dijo...

Ja ja, gracias Jon por el extenso comentario, que es interesante a jierro (otro intensificador andaluz, en concreto) Otro día me ocuparé de los diminutivos, para contrastar tanto XV, en concreto de -ito, que es aún más guapo (un shorro de guapo) que tú, Jon.

Se me va de la lengua dijo...

Aún recuerdo como, en segundo de carrera, entró en nuestra clase de sintaxis una emocionadísima Elena de Miguel diciendo que había descubierto un nuevo cuantificador… Mientras todos la mirábamos bastante ojipláticos, ¡nos explicó que acababa de oír "mazo" por primera vez! Puro vicio, como diría Jon. :D

Iñaki Cano dijo...

Suena mucho de un tiempo a esta parte la construcción '(es) ADJ no, lo siguiente', en que la prosodia resulta fundamental (y la negación postpuesta parece lo más natural del mundo). Y me parece que tampoco ha salido 'la mar de', en que parece que 'mar' evoca lo inmenso, lo incontable. Me parece muy bonito que ahí se conserve la forma femenina.

Anónimo dijo...

Hola, no sé qué pasa cuando quiero introducir algún comentario, la cosa se complica. Voy a intentarlo de nuevo. Quería deciros que en Venezuela dirían que Jon es "demasiado bello" o "bellísimo". Me atrevería a afirmar que la intensificación con "demasiado" se emplea más que la forma sintética con -ísimo. Disfruto mucho con vuestras aportaciones. Siempre es un placer. Un saludo!

Anónimo dijo...

No soy Jon, soy Jacques, igualmente buenérrimo y a quien todas buscan, especialmente por navidad y en moto.

Salvo error, uno de los primeros gramáticos del español (si no el primero) que detectó o describió el fenómeno del que habla la gran Lola fue don Vicente SALVÁ (1835: 39):

"Este superlativo en ÍSIMO parece de mayor fuerza en castellano que la circunlocucion MUI con el positivo: UNA TORRE ALTÍSIMA dice algo mas que UNA TORRE MUI ALTA".

Sea así, pues.

Lola Pons dijo...

Hola Jacques y hola a los demás. Yo eso de "guapo no: lo siguiente" no lo soporto, seguro que Jon, nuestro ídolo, no lo dice, de otra forma no podría ser el hombre perfecto.

Antonio dijo...

Recuerdo el pasaje en el que Sancho intenta parecer culto abusando del superlativo -ísimo/a. Es muy gracioso.
Por cierto, Lola, ¿qué te parece la expresión "muy mucho"? A mí me suena fatal.

Un saludo a todos.

Unknown dijo...

Buenas tardes,

Yo soy más de las que usan la partícula "muy" antes de un adjetivo que usar el sufijo "-ísimo". Quizá se deba a que así se capte mejor el mensaje que quiero decir. No obstante, cuando escribo alguna que otra cosa sí que utilizo ese sufijo.

Aunque también me sale algún "relindo" "retierno", siendo en ese caso el prefijo "re-" el que marque esa forma de superlativo tan usada en nuestra lengua hoy en día.

Lola Pons dijo...

Antonio, me preguntas por mi opinión por "muy mucho". No me gusta. Me parece muy cargante, es solo una opinión.

Johannes dijo...

Soy incluso más que Jon (Johannes contiene todas las letras necesarias, aunque referente menos guapo) y quería añadir un detalle que solía contar Bodo Müller sobre la forma –ísimo: en las fichas para el Diccionario del Español Medieval se encontraba una con un superlativo castellano en -ísimo en un documento de finales del siglo XII, en un pasaje claramente romance. ¿Sería un hápax o un indicio del estado latente de la forma a lo largo de toda la historia de la lengua? La consulta del documento dio la respuesta: algún filólogo moderno, quizá el propio Menéndez Pidal, había puesto al margen del manuscrito, al lado de una forma difícilmente legible: „dudosídimo“. Y el estudiante que transcribió el documento lo copio como si de una palabra del documento se tratase. Así entran los grandes enigmas de la historia de la lengua en los corpus históricos.

Lola Pons dijo...

Gracias, alter homónimo de JK, Johannes K. por esa anécdota que no conocía y que entra en la lista de morcillas (poco sabrosas) en corpus.

robertocuadros dijo...

Me quedo con el pie de foto...

Raúl dijo...

Esta última entrada -que me parece maravillosa, como todas- me hace recordar much-ísimas cosas que aprendí en tus clases como, por ejemplo, el uso por parte de Berceo en sus textos de la forma latina superlativa -issimus como cultismo, sin sospechar que siglos después esta forma pasaría a formar parte del sistema; en fin... Me ha gustado mucho y espero que si Jon deja el teléfono le hables de mí. Saludos.

Anónimo dijo...

Muy interesante el blog.
thegreenroomofmars.blogspot.com.es

Pettylux dijo...

La lengua siempre está en evolución y son los hablantes los que marcan tendencia, hasta que el uso continuado es aceptado por los lingüistas; de esta manera, algunas de las formas de graduación que señala el artículo han sido adoptados por diferentes grupos de hablantes; algunas de esas formas han sido muy utilizadas según la moda y, como toda moda, luego ha sido muy criticada por la generación / grupo de hablantes inmediatamente posterior; formas como “megaguapo”, por ejemplo, han sido atribuidas a grupos de adolescentes o de “pijos” y caricaturizados en multitud de ocasiones; quizá (pura conjetura), la utilización de “super” podría ser atribuible a la popularidad de un “superhéroe” como Superman entre el colectivo juvenil…y así ser superlisto, superfuerte, etc., pero esta forma ya ha calado en la sociedad, igual que las otras que se mencionan. Por cierto, ¿no debería tener superhéroe una entrada propia en el diccionario de la RAE, acorde al imaginario popular del los siglos XX y XXI?
Saludos.

Anónimo dijo...

Últimamente escucho entre veinteañeros vascos "triguapo" y en la Ribera Navarra dirían "mucho guapo".

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