Este blog empieza febrero dedicándole una entrada a quien es junto con Menéndez Pidal referencia indiscutible del nacimiento de los estudios científicos sobre historia del español. Rafael Lapesa Melgar nació en Valencia el 8 de febrero de 1908 y murió en Madrid el 1 de febrero de 2001. Para vosotros, como para todos los estudiantes que os han precedido, Lapesa es tanto un nombre propio (“Lapesa explica que...”) como común (“estudiar en el Lapesa el tema...”); entre esos estudiantes que os precedieron están profesores de nuestra Facultad como Manuel Ariza o Rafael Cano que se formaron en la Complutense con Lapesa y le rindieron homenaje a su muerte.
Os enlazo en este vídeo de Youtube una grabación de Lapesa exponiendo brevemente la historia de los cancioneros castellanos de la Baja Edad Media para que “encarnéis” este nombre propio.
Pero en esta entrada de blog quiero llamar la atención sobre un perfil de Lapesa que me parece particularmente sugestivo: su estilo al escribir, a veces poético, a veces “de otra época” pero incapaz de dejar indiferente al lector. En su descripción del ambiente intelectual del XV, por ejemplo, podéis ver una muestra de la elaboración formal a la que me refiero:
“Alfonso V concierta una paz a cambio de un manuscrito de Tito Livio. Juan de Mena siente por la Iliada una veneración religiosa, llamando al poema homérico “sancta e seráphica obra”. Cuando la atención se ahincaba en las lenguas griega y latina, aureoladas de todas las perfecciones, el romance parecía “rudo y desierto”, según lo clasificaba el mismo Juan de Mena”.
Os pido ahora, como homenaje al maestro y para dar apertura a este segundo cuatrimestre, que transcribáis una frase (de su manual de Historia de la Lengua o de otra de sus publicaciones) que os haya parecido especialmente afortunada o peculiar formalmente.
“Alfonso V concierta una paz a cambio de un manuscrito de Tito Livio. Juan de Mena siente por la Iliada una veneración religiosa, llamando al poema homérico “sancta e seráphica obra”. Cuando la atención se ahincaba en las lenguas griega y latina, aureoladas de todas las perfecciones, el romance parecía “rudo y desierto”, según lo clasificaba el mismo Juan de Mena”.
Os pido ahora, como homenaje al maestro y para dar apertura a este segundo cuatrimestre, que transcribáis una frase (de su manual de Historia de la Lengua o de otra de sus publicaciones) que os haya parecido especialmente afortunada o peculiar formalmente.
6 comentarios:
Nunca podré olvidarme de la introducción que hace a las lenguas prerromanas “Combinando noticias y conjeturas, etnógrafos, arqueólogos y lingüistas se esfuerzan por arrancar espacio a la nebulosa, que defiende paso a paso su secreto.”
Hola Pablo. Coincido contigo, esa frase es particularmente evocadora, aunque creo que son los arqueológos los que más se esfuerzan en pisar tierra de la nebulosa prerromana.
Es una pena que no pueda ir a mi estantería y releer las páginas de Lapesa para transcribirle alguna. Son muchas las que me han hecho trasladarme a cualquier otro momento de la Historia; y esto, por desgracia, no es lo común en los manuales de estudio.
Es un placer poder acercarme de este modo a la filología.
Pobrecita habladora, te doy algunas líneas de las que escribió Lapesa en homenaje al escritor cuyo seudónimo tomas: "En el estilo de Larra la formación recibida contiende con el deseo de modernidad; el conflicto se supera gracias a lo penetrante e intencionado de la idea, a un sentido de la caricatura como no había existido en España desde los días de Quevedo". ¿No dan ganas de meter las gafas en la prosa del XIX? Saludos y gracias por tu comentario.
A mí me llamó poderosamente la atención el pasaje sobre la romanización de Hispania por un dato que recoge de las afirmaciones de Estrabón en el que dice que los turdetanos de orillas del Betis se habían adaptado a las costumbres romanas y que,incluso,habían olvidado su lengua nativa.A lo que añade el propio Rafael Lapesa una frase que me parece universal,y que cito textualmente: "Esta noticia ha de referirse a las ciudades importantes,pues en los pequeños núcleos de población y en el campo el apego a las costumbres y lenguas nativas hubo de ser mucho más duradero." Y me llamó la atención porque creo que es una afirmación eterna.Las costumbres más puras siempre permanecerán lejos de las ciudades,en el campo,allí donde el tiempo casi no pasa y aún quedan restos más ostensibles de las lenguas de ayer.Con un ejemplo tan corto en el espacio,hace Rafael Lapesa un profundo repaso de lo que es el ser humano,y detalles como éstos lo hacen mayor si cabe.
Gracias a Ninfa Criado, R. Lapesa es como de mi familia.
Isabel de Castilla.
Publicar un comentario
Closed