Pese a la arrolladora extensión de la red como fuente de recursos bibliográficos, la visita a la biblioteca sigue siendo un rito común entre universitarios. Pero no siempre se obtienen los frutos esperados.
Umberto Eco (próximo doctor honoris causa por la Universidad de Sevilla) leyó en 1981 un precioso discurso sobre la función de las bibliotecas y del bibliotecario; en él incluía un hilarante y cínico decálogo de cuáles debían ser las normas negativas comunes para los usuarios de estos centros, entre ellas: “El tiempo transcurrido entre la petición y la recepción del libro debe ser muy largo. Las papeletas deben introducirse en una especie de rueda de la fortuna y desaparecer por los subterráneos” (no os perdáis el texto, disponible en http://librariesoftheworld.blogspot.com/2009/08/decalogo-del-buen-bibliotecario.html), Una de esas normas (“El lector no debe tener acceso, bajo ningún concepto, a las estanterías”) está vigente por razones de espacio en nuestra Biblioteca de Humanidades (la Dante), cuyos extraordinarios fondos kilométricos están ocultos a la vista de los usuarios.
En el enlace de abajo podéis acceder a una encuesta que de manera anónima ha impulsado la Universidad para que dejemos nuestra opinión acerca de la biblioteca que utilizamos y sobre la biblioteca que deseamos. Sortean un MP4 entre quienes contesten (a modo de añagaza, simbólicamente muy poco libresca):
http://bib.us.es/Soporte-news/news/bus_091116_encuesta-ides-idweb.html
¿Qué es y qué podría ser una biblioteca para un estudiante de Filología? Deja tu comentario...
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2 comentarios:
Además de mi segunda casa, para mí la biblioteca es el punto de encuentro y acceso al saber teórico de cualquier materia, no importa la lengua, no importa el origen, sólo tiene que estar ahí. En cierta manera, para mí, es el punto de acceso al saber del mundo: "la biblioteca es un gran laberinto, signo del laberinto que es el mundo. Cuando entras en ella, no sabes si saldrás". Sin embargo, sí que hay que salir, comprobar que lo que leemos es verdad, forjarnos nuestra propia visión del mundo y "personalizar" el saber según nuestras necesidades y carencias.
Salir del ciclo de los libros y ver cómo describen la realidad, claro. Si miras la imagen que acompaña el comentario, verás que los corredores que aparecen dentro de ese edificio que transporta agua no dejan salir el líquido, esconden un laberinto sin escapatoria (son los famosos mundos imaginarios simétricos e imposibles del holandés M.C. Escher). Gracias Blanca por tu comentario.
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