miércoles, 30 de noviembre de 2011

Desde París

El sábado pasado tuvo lugar en el Instituto de Estudios Hispánicos de la Sorbonne de París el examen de habilitación de la profesora Mónica Castillo Lluch, maître de conférences en la Universidad de Estrasburgo. La profesora Castillo es especialista en historia de la lengua (pronombres personales, lengua alfonsí, traducción de textos) y en sociolingüística de las lenguas de la España actual. Su examen (con título “Philologie, plurilinguisme et variation dans l’histoire de la langue espagnole”) fue defendido en sesión pública durante cuatro horas y le llevó a obtener el diplôme d’habilitation à diriger des recherches que en el sistema universitario francés es el paso necesario para poder concursar a una plaza de catedrático.
Aprovechando que el trabajo inédito de investigación que presentó la Dra. Castillo versaba sobre el Fuero Juzgo, el regalo que le llevamos desde España fue el facsímil de la edición dieciochesca de Ybarra del Fuero Viejo de Castilla hecho por la sevillana editorial Extramuros, que ofrece un catálogo de facsímiles muy correctamente presentados y totalmente asequibles.
El acto fue una ocasión muy agradable de encontrar a colegas franceses, españoles y alemanes que asistieron como público o tribunal y sirvió también para tomar el pulso a la vitalidad de los estudios de Historia de la Lengua española en Francia. Y ahí debo decir que me alegró enormemente ver que la Escuela de Filología Española haya encontrado representación “extramuros”, porque no es beneficioso para la comunidad científica investigar desde el ensimismamiento ni mediante la “esotérica discusión de salón” que denostaba el profesor Juan Gil en la entrevista que publicamos en la entrada anterior a esta. Actos como el examen de la Prof. Castillo (del que podéis ver algunas fotos aquí) confirman que hay una comunidad científica en torno a la Historia de la Lengua Española que trasciende la frontera de las universidades españolas, y en la que se da una fecunda conexión del método filológico tradicional con las teorías recientes sobre el cambio lingüístico. Seguimos respirando, pues, y el aire es fresco, como el de París el pasado sábado, donde hice esta foto también junto al Sena:
Respirer Paris, cela conserve l'âme
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El sábado pasado tuvo lugar en el Instituto de Estudios Hispánicos de la Sorbonne de París el examen de habilitación de la profesora Mónica Castillo Lluch, maître de conférences en la Universidad de Estrasburgo. La profesora Castillo es especialista en historia de la lengua (pronombres personales, lengua alfonsí, traducción de textos) y en sociolingüística de las lenguas de la España actual. Su examen (con título “Philologie, plurilinguisme et variation dans l’histoire de la langue espagnole”) fue defendido en sesión pública durante cuatro horas y le llevó a obtener el diplôme d’habilitation à diriger des recherches que en el sistema universitario francés es el paso necesario para poder concursar a una plaza de catedrático.
Aprovechando que el trabajo inédito de investigación que presentó la Dra. Castillo versaba sobre el Fuero Juzgo, el regalo que le llevamos desde España fue el facsímil de la edición dieciochesca de Ybarra del Fuero Viejo de Castilla hecho por la sevillana editorial Extramuros, que ofrece un catálogo de facsímiles muy correctamente presentados y totalmente asequibles.
El acto fue una ocasión muy agradable de encontrar a colegas franceses, españoles y alemanes que asistieron como público o tribunal y sirvió también para tomar el pulso a la vitalidad de los estudios de Historia de la Lengua española en Francia. Y ahí debo decir que me alegró enormemente ver que la Escuela de Filología Española haya encontrado representación “extramuros”, porque no es beneficioso para la comunidad científica investigar desde el ensimismamiento ni mediante la “esotérica discusión de salón” que denostaba el profesor Juan Gil en la entrevista que publicamos en la entrada anterior a esta. Actos como el examen de la Prof. Castillo (del que podéis ver algunas fotos aquí) confirman que hay una comunidad científica en torno a la Historia de la Lengua Española que trasciende la frontera de las universidades españolas, y en la que se da una fecunda conexión del método filológico tradicional con las teorías recientes sobre el cambio lingüístico. Seguimos respirando, pues, y el aire es fresco, como el de París el pasado sábado, donde hice esta foto también junto al Sena:
Respirer Paris, cela conserve l'âme

lunes, 28 de noviembre de 2011

Entrevista a Juan Gil Fernández, académico de la RAE

El académico don Juan Gil Fernández responde a los lectores de nosolodeyod. Gracias por vuestras preguntas y a él por aceptar esta entrevista.

1. ¿Cuáles son las claves, según usted, para preservar la unidad de este latín del siglo XXI, que continúa evolucionando como lo ha hecho a lo largo de la historia? (Pregunta de Antonio Pedrote). El español ha superado hace dos siglos la prueba más dura: la disgregación del imperio. Ahora puede haber modalidades diversas en la lengua de cada país, pero existe una unidad básica, que facilita el entendimiento común sin la menor traba. La cohesión de las Academias de la Lengua, cada vez mayor, felizmente, permite controlar los excesos hasta cierto punto (por ejemplo, yo he vivido cómo ha acabado por imponerse el horrible ‘a por’, sin que hayan valido de nada los esfuerzos para atajar esa acumulación inútil de preposiciones; por cierto, lo mismo ocurrió en latín vulgar, que gustó mucho de los pleonasmos), mientras que la globalización televisiva, con sus peligros, impide el aislamiento, que es la causa mayor de la fragmentación lingüística: nos unen con estrechos lazos los culebrones.

2. En las filologías de lenguas modernas (y en los nuevos grados), ¿cree que el conocimiento del latín debe ser fundamental? (Pregunta de Manuel Piqueras). A no ser que se dedique uno a la literatura occidental contemporánea (y ni aun así), el conocimiento del latín ayuda considerablemente a entender el desarrollo de las literaturas vernáculas hasta el siglo XVIII. Me refiero a Europa, claro está, si bien en el siglo XIX y aun a principios del XX los arabistas traducían los textos que editaban no a su lengua materna, sino al latín. Y sí, creo que saber latín es fundamental para quien se dedique a historia de la lengua, y no sólo para estudiar los orígenes.

3. Podría indicarme una buena fuente de información sobre cómo sonaba el latín, dentro de lo que podamos saber hoy, tema en el que, entre americanos y daneses me tienen un poco despistado (Pregunta de Chus). Dos libros excelentes sobre la cuestión son el de A. Traina, L’accento e la pronunzia del latino, Bolonia2, Pàtron, 1963 y el de W. Sidney Allen, Vox Latina. The Pronunciation of Classical Latin, Cambridge, Cambridge University Press, 1965.

4. ¿ Qué opina de aquellos que piensan que es absurdo mantener dos grafemas para representar un mismo fonema, o un grafema para representar el grado cero fonético? Me refiero a los grafemas k/qu, b/v y h. ¿Le parece económico seguir usándolos?¿Cree que sucumbirán a la reducción algún día? (Pregunta de Antonio Pedrote). Es una pregunta a la que intentó contestar en el siglo XVII un gramático de lógica implacable como Correas, sin mucha aceptación, todo hay que decirlo. A mi juicio, el castellano simplificó quizá en exceso la ya muy simple ortografía latina. En principio, aunque ahora ya no tenga remedio, no me hubiera parecido mal tener un mayor apego a las formas originales de la lengua griega, como hizo el latín al mantener las oclusivas aspiradas. Esa fue la solución que propugnó en el siglo XVI Fernando de Herrera. En efecto, la conservación de esas grafías permite distinguir en francés entre eschatologie y scatologie, una palabra que suena igual en castellano, escatología, o entre las diosas Tethys y Thetis, que en castellano se confunden las dos en Tetis. Así se evitaría, además, un doblete como efímero y efeméride (distinción que en francés se podría mantener, si se quisiera: ephimère ‘atractivo’ y ephémère ‘efímero’). Pero es verdad que en la lengua predomina la ley del mínimo esfuerzo; y así hay quien escribe hoy sicología, sin saber que esa sería la ‘ciencia de los higos’ (de la misma raíz que sico-fanta).

5. ¿Pensando el nuevo diccionario histórico de la RAE, y tomando como modelo al Oxford, qué diferencias vamos a encontrar entre ellos? (Pregunta de Pablo Cordero).El nuevo diccionario histórico, al aprovechar las experiencias de los diccionarios anteriores, evita sus fallos y carencias. Pero debo decir que no he trabajado personalmente en ese diccionario, de modo que no puedo exponer con conocimiento de causa sus diferencias con el de Oxford, un diccionario que es realmente un monumento de erudición.

6. La cada vez más frecuente compartimentación del saber en el ámbito universitario, ¿está poniendo en peligro el espíritu humanista? ¿Qué senda debe seguir el humanismo del siglo XXI? (Pregunta de Yago del Rey). Desgraciadamente, el espíritu humanista tiende a reducirse cada vez más. Un griego podía saber de todo y los “filósofos” (amantes del saber) hacían teorías sobre el universo y tenían conocimientos técnicos. Por eso resulta tan refrescante su lectura, porque se ve cómo planteaban el problema y cómo razonaban para intentar resolverlo. Todavía un hombre del siglo XVII como Descartes pudo hacer avances en muy diversos campos. Hoy eso parece casi imposible. La superespecialización tiene sus ventajas, pero también puede conducir a un cierto embrutecimiento, porque al final se corre el riesgo de que se produzcan esotéricas discusiones de salón, muy alejadas de la realidad y de los textos, solo buenas para obtener sexenios. Y debo confesar con cierto rubor que, normalmente, son más abiertos los “científicos” a las letras que los “letrados” a las ciencias.

7. ¿Qué diferencia distingue a estudiosos como Amador de los Ríos o Menéndez Pidal de los investigadores actuales?¿Qué motiva esas diferencias?¿Existen "grandes" como aquéllos en la actualidad?¿Tendría sentido hoy día esa forma de investigación?¿Es la especialización el futuro que le espera a la investigación? (Pregunta de Sicamú).Los grandes filólogos de antaño no daban muchas clases, tenían a muchos discípulos trabajando en una labor de equipo (por ejemplo, los ficheros de Menéndez Pidal son creación suya, sí, pero también de toda una legión de estudiosos: colegas, alumnos, parientes), carecían de teléfono, internet y televisión y gozaban de inmensa autoridad: todo el mundo respetaba su trabajo. Hoy el profesor tiene más ataduras, dispone tal vez de menos tiempo para la investigación, se enfrenta encima a una bibliografía totalmente desbocada y, para colmo, no cuenta con el reconocimiento de la sociedad. Pero eso no explica del todo el bache. Tampoco hay un Ortega. Quizá la causa esté en que, imitando la pedagogía de los Estados Unidos, lo que se procura hoy es que el país mantenga un buen nivel, pero sin que nadie descuelle; en definitiva, se evita la excelencia, salvo en el deporte (que ya no es deporte en su sentido primitivo, sino que se ha convertido en una competición malsana y destructiva para quien la practica).

8. ¿Qué le atrajo hasta la filología clásica? (Pregunta de Pablo Cordero). Me eduqué en un colegio de Madrid, Estudio, muy volcado hacia las letras. También influyó en mi vocación mi hermano Luis, que es, además de catedrático de Griego, un docente extraordinario. Tuve la suerte de tener los mejores profesores de Filología Clásica en la Universidad complutense, en la que descollaban, sobre todo, los helenistas.

9. ¿Qué piensa usted acerca de la autoría de El Burlador? (Pregunta de Manuel Piqueras). Como he escrito en mi discurso, me parece correcta la postura de Menéndez Pelayo: mientras no se demuestre lo contrario, más vale aceptar lo que dice la tradición (y, en este caso, la atribución a Tirso viene de la princeps) que arriesgar teorías sin fundamento.

10. ¿Por qué un discurso dedicado a Don Juan, más allá de la coincidencia antroponímica? (Pregunta de Lola Pons). Porque me permitió abordar un tema desde dos perspectivas diferentes: la literatura clásica y la literatura castellana. Además, viviendo en Sevilla, ¿qué tema mejor podría haber propuesto? Para mayor felicidad, pronuncié el discurso en vísperas del día de Difuntos y vestido de negro (hasta la pajarita era negra como la vida misma).

11. ¿Cómo recibió la noticia de que iba a ser nombrado miembro de la Real Academia Española? La prensa,en general,no suele hacerse eco de estas noticias y siempre he tenido curiosidad de cómo le comunican la noticia. ¿Qué sintió justo antes de dar el discurso de ingreso y de quién se acordó? (Pregunta de Joaquín Borge). Al terminar la sesión de la Academia, me llamaron por teléfono a mi casa quienes me habían presentado. ¿Que qué sentí? Antes de entrar en la sala de actos, se queda uno solo en la espléndida biblioteca de Dámaso Alonso, a la espera de ser llamado. Me hubiera gustado haber tenido en ese instante un pensamiento genial, pero desdichadamente no se me ocurrió nada memorable: estaba demasiado concentrado en mi discurso. Lo que sí sé es que fueron unos minutos de sosiego placentero -¡y sin nervios! Todavía no comprendo mi ataraxia- que se pasaron volando. Luego, al paseíllo.

12. ¿Hasta qué punto "quomodo facbula sic vita"? (Pregunta de Laura). La vida es un teatro: ya lo dijo Calderón. Y muchos antes que él. El propio Augusto, según cuenta Suetonio, antes de morir dijo a los que rodeaban su lecho: “Aplaudid”, esto es, les lanzó la exhortación que dirigía al público el actor cuando terminaba la representación. Pero eso, en vida. Me parece chabacana la moda actual de aplaudir a un féretro.


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El académico don Juan Gil Fernández responde a los lectores de nosolodeyod. Gracias por vuestras preguntas y a él por aceptar esta entrevista.

1. ¿Cuáles son las claves, según usted, para preservar la unidad de este latín del siglo XXI, que continúa evolucionando como lo ha hecho a lo largo de la historia? (Pregunta de Antonio Pedrote). El español ha superado hace dos siglos la prueba más dura: la disgregación del imperio. Ahora puede haber modalidades diversas en la lengua de cada país, pero existe una unidad básica, que facilita el entendimiento común sin la menor traba. La cohesión de las Academias de la Lengua, cada vez mayor, felizmente, permite controlar los excesos hasta cierto punto (por ejemplo, yo he vivido cómo ha acabado por imponerse el horrible ‘a por’, sin que hayan valido de nada los esfuerzos para atajar esa acumulación inútil de preposiciones; por cierto, lo mismo ocurrió en latín vulgar, que gustó mucho de los pleonasmos), mientras que la globalización televisiva, con sus peligros, impide el aislamiento, que es la causa mayor de la fragmentación lingüística: nos unen con estrechos lazos los culebrones.

2. En las filologías de lenguas modernas (y en los nuevos grados), ¿cree que el conocimiento del latín debe ser fundamental? (Pregunta de Manuel Piqueras). A no ser que se dedique uno a la literatura occidental contemporánea (y ni aun así), el conocimiento del latín ayuda considerablemente a entender el desarrollo de las literaturas vernáculas hasta el siglo XVIII. Me refiero a Europa, claro está, si bien en el siglo XIX y aun a principios del XX los arabistas traducían los textos que editaban no a su lengua materna, sino al latín. Y sí, creo que saber latín es fundamental para quien se dedique a historia de la lengua, y no sólo para estudiar los orígenes.

3. Podría indicarme una buena fuente de información sobre cómo sonaba el latín, dentro de lo que podamos saber hoy, tema en el que, entre americanos y daneses me tienen un poco despistado (Pregunta de Chus). Dos libros excelentes sobre la cuestión son el de A. Traina, L’accento e la pronunzia del latino, Bolonia2, Pàtron, 1963 y el de W. Sidney Allen, Vox Latina. The Pronunciation of Classical Latin, Cambridge, Cambridge University Press, 1965.

4. ¿ Qué opina de aquellos que piensan que es absurdo mantener dos grafemas para representar un mismo fonema, o un grafema para representar el grado cero fonético? Me refiero a los grafemas k/qu, b/v y h. ¿Le parece económico seguir usándolos?¿Cree que sucumbirán a la reducción algún día? (Pregunta de Antonio Pedrote). Es una pregunta a la que intentó contestar en el siglo XVII un gramático de lógica implacable como Correas, sin mucha aceptación, todo hay que decirlo. A mi juicio, el castellano simplificó quizá en exceso la ya muy simple ortografía latina. En principio, aunque ahora ya no tenga remedio, no me hubiera parecido mal tener un mayor apego a las formas originales de la lengua griega, como hizo el latín al mantener las oclusivas aspiradas. Esa fue la solución que propugnó en el siglo XVI Fernando de Herrera. En efecto, la conservación de esas grafías permite distinguir en francés entre eschatologie y scatologie, una palabra que suena igual en castellano, escatología, o entre las diosas Tethys y Thetis, que en castellano se confunden las dos en Tetis. Así se evitaría, además, un doblete como efímero y efeméride (distinción que en francés se podría mantener, si se quisiera: ephimère ‘atractivo’ y ephémère ‘efímero’). Pero es verdad que en la lengua predomina la ley del mínimo esfuerzo; y así hay quien escribe hoy sicología, sin saber que esa sería la ‘ciencia de los higos’ (de la misma raíz que sico-fanta).

5. ¿Pensando el nuevo diccionario histórico de la RAE, y tomando como modelo al Oxford, qué diferencias vamos a encontrar entre ellos? (Pregunta de Pablo Cordero).El nuevo diccionario histórico, al aprovechar las experiencias de los diccionarios anteriores, evita sus fallos y carencias. Pero debo decir que no he trabajado personalmente en ese diccionario, de modo que no puedo exponer con conocimiento de causa sus diferencias con el de Oxford, un diccionario que es realmente un monumento de erudición.

6. La cada vez más frecuente compartimentación del saber en el ámbito universitario, ¿está poniendo en peligro el espíritu humanista? ¿Qué senda debe seguir el humanismo del siglo XXI? (Pregunta de Yago del Rey). Desgraciadamente, el espíritu humanista tiende a reducirse cada vez más. Un griego podía saber de todo y los “filósofos” (amantes del saber) hacían teorías sobre el universo y tenían conocimientos técnicos. Por eso resulta tan refrescante su lectura, porque se ve cómo planteaban el problema y cómo razonaban para intentar resolverlo. Todavía un hombre del siglo XVII como Descartes pudo hacer avances en muy diversos campos. Hoy eso parece casi imposible. La superespecialización tiene sus ventajas, pero también puede conducir a un cierto embrutecimiento, porque al final se corre el riesgo de que se produzcan esotéricas discusiones de salón, muy alejadas de la realidad y de los textos, solo buenas para obtener sexenios. Y debo confesar con cierto rubor que, normalmente, son más abiertos los “científicos” a las letras que los “letrados” a las ciencias.

7. ¿Qué diferencia distingue a estudiosos como Amador de los Ríos o Menéndez Pidal de los investigadores actuales?¿Qué motiva esas diferencias?¿Existen "grandes" como aquéllos en la actualidad?¿Tendría sentido hoy día esa forma de investigación?¿Es la especialización el futuro que le espera a la investigación? (Pregunta de Sicamú).Los grandes filólogos de antaño no daban muchas clases, tenían a muchos discípulos trabajando en una labor de equipo (por ejemplo, los ficheros de Menéndez Pidal son creación suya, sí, pero también de toda una legión de estudiosos: colegas, alumnos, parientes), carecían de teléfono, internet y televisión y gozaban de inmensa autoridad: todo el mundo respetaba su trabajo. Hoy el profesor tiene más ataduras, dispone tal vez de menos tiempo para la investigación, se enfrenta encima a una bibliografía totalmente desbocada y, para colmo, no cuenta con el reconocimiento de la sociedad. Pero eso no explica del todo el bache. Tampoco hay un Ortega. Quizá la causa esté en que, imitando la pedagogía de los Estados Unidos, lo que se procura hoy es que el país mantenga un buen nivel, pero sin que nadie descuelle; en definitiva, se evita la excelencia, salvo en el deporte (que ya no es deporte en su sentido primitivo, sino que se ha convertido en una competición malsana y destructiva para quien la practica).

8. ¿Qué le atrajo hasta la filología clásica? (Pregunta de Pablo Cordero). Me eduqué en un colegio de Madrid, Estudio, muy volcado hacia las letras. También influyó en mi vocación mi hermano Luis, que es, además de catedrático de Griego, un docente extraordinario. Tuve la suerte de tener los mejores profesores de Filología Clásica en la Universidad complutense, en la que descollaban, sobre todo, los helenistas.

9. ¿Qué piensa usted acerca de la autoría de El Burlador? (Pregunta de Manuel Piqueras). Como he escrito en mi discurso, me parece correcta la postura de Menéndez Pelayo: mientras no se demuestre lo contrario, más vale aceptar lo que dice la tradición (y, en este caso, la atribución a Tirso viene de la princeps) que arriesgar teorías sin fundamento.

10. ¿Por qué un discurso dedicado a Don Juan, más allá de la coincidencia antroponímica? (Pregunta de Lola Pons). Porque me permitió abordar un tema desde dos perspectivas diferentes: la literatura clásica y la literatura castellana. Además, viviendo en Sevilla, ¿qué tema mejor podría haber propuesto? Para mayor felicidad, pronuncié el discurso en vísperas del día de Difuntos y vestido de negro (hasta la pajarita era negra como la vida misma).

11. ¿Cómo recibió la noticia de que iba a ser nombrado miembro de la Real Academia Española? La prensa,en general,no suele hacerse eco de estas noticias y siempre he tenido curiosidad de cómo le comunican la noticia. ¿Qué sintió justo antes de dar el discurso de ingreso y de quién se acordó? (Pregunta de Joaquín Borge). Al terminar la sesión de la Academia, me llamaron por teléfono a mi casa quienes me habían presentado. ¿Que qué sentí? Antes de entrar en la sala de actos, se queda uno solo en la espléndida biblioteca de Dámaso Alonso, a la espera de ser llamado. Me hubiera gustado haber tenido en ese instante un pensamiento genial, pero desdichadamente no se me ocurrió nada memorable: estaba demasiado concentrado en mi discurso. Lo que sí sé es que fueron unos minutos de sosiego placentero -¡y sin nervios! Todavía no comprendo mi ataraxia- que se pasaron volando. Luego, al paseíllo.

12. ¿Hasta qué punto "quomodo facbula sic vita"? (Pregunta de Laura). La vida es un teatro: ya lo dijo Calderón. Y muchos antes que él. El propio Augusto, según cuenta Suetonio, antes de morir dijo a los que rodeaban su lecho: “Aplaudid”, esto es, les lanzó la exhortación que dirigía al público el actor cuando terminaba la representación. Pero eso, en vida. Me parece chabacana la moda actual de aplaudir a un féretro.


viernes, 18 de noviembre de 2011

Regalo de libros

Este blog dedicado a la Historia de la Lengua ha cumplido dos años. Para celebrarlo, en homenaje a los lectores de nosolodeyod, hemos vuelto a preparar una operación masiva (humildemente masiva) de obsequio de libros. Gracias a la generosidad de los profesores Rafael Cano, Inés Fernández-Ordóñez y Pedro Sánchez-Prieto y a las fundaciones Cajasol e Instituto Castellano y Leonés de la Lengua disponemos de más de treinta libros de temática humanística para regalar. En este vínculo tenéis algunas fotos de los libros y, en este otro, la lista completa.
Las condiciones para participar son las mismas del año pasado:
1) Hay que ser seguidor de nosolodeyod en Twitter o en la página que el blog tiene en Facebook o a través de Seguidores de Google (a la derecha de estas líneas). Esto una manera de reconocer a quienes se toman el esfuerzo de vincularse con este blog de alguna forma. Podéis haceros seguidores ahora, no hay problema. Por lo demás, puede participar cualquier persona, sea o no alumno de la Universidad de Sevilla: profesores y estudiantes de cualquier parte del mundo, lectores europeos o americanos...
2) Hay que publicar un comentario en cualquiera de estas entradas del blog:
Espero poder regalar un libro por persona, pero si hay más participantes que libros escogeré entre los comentarios más elaborados. El plazo se cierra el 18 de diciembre a las 18.00 y la lista de ganadores la publicaré posteriormente en una entrada del blog. Al comentar poned vuestro nombre y apellidos para que pueda luego identificar a los agraciados y mandaros un mensaje para que me deis vuestra dirección. Los libros los enviaré por correo postal a cualquier lugar del mundo. Me gustará mucho leer vuestros comentarios, así que animaos a participar. Gracias a quienes donaron estos libros y hacen posible esta celebración.
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Este blog dedicado a la Historia de la Lengua ha cumplido dos años. Para celebrarlo, en homenaje a los lectores de nosolodeyod, hemos vuelto a preparar una operación masiva (humildemente masiva) de obsequio de libros. Gracias a la generosidad de los profesores Rafael Cano, Inés Fernández-Ordóñez y Pedro Sánchez-Prieto y a las fundaciones Cajasol e Instituto Castellano y Leonés de la Lengua disponemos de más de treinta libros de temática humanística para regalar. En este vínculo tenéis algunas fotos de los libros y, en este otro, la lista completa.
Las condiciones para participar son las mismas del año pasado:
1) Hay que ser seguidor de nosolodeyod en Twitter o en la página que el blog tiene en Facebook o a través de Seguidores de Google (a la derecha de estas líneas). Esto una manera de reconocer a quienes se toman el esfuerzo de vincularse con este blog de alguna forma. Podéis haceros seguidores ahora, no hay problema. Por lo demás, puede participar cualquier persona, sea o no alumno de la Universidad de Sevilla: profesores y estudiantes de cualquier parte del mundo, lectores europeos o americanos...
2) Hay que publicar un comentario en cualquiera de estas entradas del blog:
Espero poder regalar un libro por persona, pero si hay más participantes que libros escogeré entre los comentarios más elaborados. El plazo se cierra el 18 de diciembre a las 18.00 y la lista de ganadores la publicaré posteriormente en una entrada del blog. Al comentar poned vuestro nombre y apellidos para que pueda luego identificar a los agraciados y mandaros un mensaje para que me deis vuestra dirección. Los libros los enviaré por correo postal a cualquier lugar del mundo. Me gustará mucho leer vuestros comentarios, así que animaos a participar. Gracias a quienes donaron estos libros y hacen posible esta celebración.

viernes, 11 de noviembre de 2011

11 del 11 del 11 = 2

¡Pues claro que hoy es un día especial! El 11 del 11 del 11 el blog Nosolodeyod cumple 2 años.
Y esta ocasión la vamos a celebrar de forma especial mediante una entrevista colectiva a Don Juan Gil Fernández, recientemente nombrado miembro de la Real Academia Española y de quien hablamos ya hace unos meses en este blog. Amablemente, el profesor Juan Gil se ha prestado a ser entrevistado por vosotros, lectores de nosolodeyod. Desde hoy hasta el 19 de noviembre podéis mandar vuestras preguntas en forma de comentario. Después de esa fecha aparecerá una transcripción de las respuestas (pondré vuestro nombre después de cada pregunta). ¡Espero vuestra participación! Es una preciosa oportunidad de acercarnos a una figura intelectual de alcance dentro de los estudios humanísticos en el mundo hispánico. Cumpleaños feliz de fondo... y deja tu pregunta / comentario
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¡Pues claro que hoy es un día especial! El 11 del 11 del 11 el blog Nosolodeyod cumple 2 años.
Y esta ocasión la vamos a celebrar de forma especial mediante una entrevista colectiva a Don Juan Gil Fernández, recientemente nombrado miembro de la Real Academia Española y de quien hablamos ya hace unos meses en este blog. Amablemente, el profesor Juan Gil se ha prestado a ser entrevistado por vosotros, lectores de nosolodeyod. Desde hoy hasta el 19 de noviembre podéis mandar vuestras preguntas en forma de comentario. Después de esa fecha aparecerá una transcripción de las respuestas (pondré vuestro nombre después de cada pregunta). ¡Espero vuestra participación! Es una preciosa oportunidad de acercarnos a una figura intelectual de alcance dentro de los estudios humanísticos en el mundo hispánico. Cumpleaños feliz de fondo... y deja tu pregunta / comentario

sábado, 5 de noviembre de 2011

Estando yo solita en casa una tarde...

El Diccionario de uso del español de María Moliner apareció en 1966 desmarcándose de la tradición de los diccionarios académicos del español y ofreciendo un ejemplo de cómo organizar el léxico vivo y usual del idioma de forma orgánica, con definiciones y muestra de familias lingüísticas vinculadas con las palabras definidas. Ha conocido posteriores ediciones, se ha informatizado y sigue estando muy presente en el horizonte de quien trabaja con el idioma y necesita una definición inspiradora o conocer si un determinado derivado de una palabra está o no refrendado por el uso (puedes leer el obituario que escribió de ella García Márquez aquí). El título del diccionario es bueno: corto, esclarecedor. Pero el DUE es llamado por excelencia el María Moliner. Y ahí cobra cuerpo y se encarna, cada vez que lo nombramos así, la figura colosal de una mujer que escribió tarde a tarde este diccionario durante quince años.
Hace unos meses apareció la obra biográfica El exilio interior. La vida de María Moliner escrita por Inmaculada de la Fuente (Madrid: Turner Noema) y en la reseña crítica que hicieron de este libro en un suplemento cultural se afirmaba que la obra no podía resultar demasiado arrebatadora tratándose la de María Moliner de una vida poco palpitante. Leída la obra, tengo que declarar mi absoluto desacuerdo con esa afirmación. La vida de María Moliner estuvo llena de pasión, en concreto de dos. En primer lugar, su pasión por las bibliotecas, por los archivos, por agilizar los sistemas de ordenación bibliotecaria, por sacar a los libros de los armarios, ponerlos en estanterías y hacerlos llegar al mayor número de lectores, con especial preocupación hacia las bibliotecas escolares. Como funcionaria del cuerpo de bibliotecarios tuvo mala fortuna en los primeros puestos que le asignaron y sólo en los años treinta pudo encontrar campo y cuerda para dar salida a sus ideas. Tras la Guerra Civil sufre un duro proceso de depuración y es de nuevo confinada a puestos archivísticos grises y sin posibilidad de innovar o dar salida a sus modernas ideas sobre la difusión de los libros. Es entonces cuando, como ella dice, “estando solita en casa una tarde” se da cuenta de que esa primera pasión profesional ha quedado trunca, tiene energía para desarrollar nuevos proyectos y decide escribir un diccionario real. Su segunda pasión: las palabras, a las que se entregó tarde a tarde. Barramos el tópico: no fue un ama de casa que escribió un diccionario en su cocina. Fue una mujer formadísima, con un importante puesto no político durante la República, cercenada luego en su desarrollo profesional tras la Guerra Civil, que decide exiliarse interiormente y dar salida a su energía intelectual por las tardes con el diccionario. Y eso lo cuenta muy bien esta obra.
Particularmente, aporta luz a todo lo que fue María Moliner antes de ponerse a escribir un diccionario. Y también nos alumbra sobre su amistad con otros intelectuales como Rafael Lapesa, su forma de conciliar trabajo y familia, la reacción que Menéndez Pidal tuvo cuando conoció en pruebas la obra, las vicisitudes de su impresión... También es sobrecogedor el capítulo dedicado a los cargos de que se la acusó tras la Guerra Civil. Me ha gustado que incluya fotos y que no contenga notas al pie, desplazando datos sobre “fuentes y notas” a un anexo al final de la obra que se puede leer de un tirón y que dice mucho de la intrahistoria de este libro en que se ha investigado sobre la España del siglo XX a través de archivos y de entrevistas personales a quienes trataron a María Moliner o pertenecen a su familia. (Qué curioso, por cierto, que en el arbol genealógico que se hace de la lexicógrafa veamos que tuvo ocho nietas y que ninguna fue llamada “María”).
Hay artículos del María Moliner (como planta, pez, verbo, afijo) que son considerados emblemáticos por su redacción cabal y su precisión. Yo os pido que como homenaje a la lexicógrafa que nunca llegó a ser académica, dejéis un comentario transcribiendo alguna definición del DUE que os parezca llamativa o interesante o que contéis si habéis usado este diccionario, de qué forma y para qué.
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El Diccionario de uso del español de María Moliner apareció en 1966 desmarcándose de la tradición de los diccionarios académicos del español y ofreciendo un ejemplo de cómo organizar el léxico vivo y usual del idioma de forma orgánica, con definiciones y muestra de familias lingüísticas vinculadas con las palabras definidas. Ha conocido posteriores ediciones, se ha informatizado y sigue estando muy presente en el horizonte de quien trabaja con el idioma y necesita una definición inspiradora o conocer si un determinado derivado de una palabra está o no refrendado por el uso (puedes leer el obituario que escribió de ella García Márquez aquí). El título del diccionario es bueno: corto, esclarecedor. Pero el DUE es llamado por excelencia el María Moliner. Y ahí cobra cuerpo y se encarna, cada vez que lo nombramos así, la figura colosal de una mujer que escribió tarde a tarde este diccionario durante quince años.
Hace unos meses apareció la obra biográfica El exilio interior. La vida de María Moliner escrita por Inmaculada de la Fuente (Madrid: Turner Noema) y en la reseña crítica que hicieron de este libro en un suplemento cultural se afirmaba que la obra no podía resultar demasiado arrebatadora tratándose la de María Moliner de una vida poco palpitante. Leída la obra, tengo que declarar mi absoluto desacuerdo con esa afirmación. La vida de María Moliner estuvo llena de pasión, en concreto de dos. En primer lugar, su pasión por las bibliotecas, por los archivos, por agilizar los sistemas de ordenación bibliotecaria, por sacar a los libros de los armarios, ponerlos en estanterías y hacerlos llegar al mayor número de lectores, con especial preocupación hacia las bibliotecas escolares. Como funcionaria del cuerpo de bibliotecarios tuvo mala fortuna en los primeros puestos que le asignaron y sólo en los años treinta pudo encontrar campo y cuerda para dar salida a sus ideas. Tras la Guerra Civil sufre un duro proceso de depuración y es de nuevo confinada a puestos archivísticos grises y sin posibilidad de innovar o dar salida a sus modernas ideas sobre la difusión de los libros. Es entonces cuando, como ella dice, “estando solita en casa una tarde” se da cuenta de que esa primera pasión profesional ha quedado trunca, tiene energía para desarrollar nuevos proyectos y decide escribir un diccionario real. Su segunda pasión: las palabras, a las que se entregó tarde a tarde. Barramos el tópico: no fue un ama de casa que escribió un diccionario en su cocina. Fue una mujer formadísima, con un importante puesto no político durante la República, cercenada luego en su desarrollo profesional tras la Guerra Civil, que decide exiliarse interiormente y dar salida a su energía intelectual por las tardes con el diccionario. Y eso lo cuenta muy bien esta obra.
Particularmente, aporta luz a todo lo que fue María Moliner antes de ponerse a escribir un diccionario. Y también nos alumbra sobre su amistad con otros intelectuales como Rafael Lapesa, su forma de conciliar trabajo y familia, la reacción que Menéndez Pidal tuvo cuando conoció en pruebas la obra, las vicisitudes de su impresión... También es sobrecogedor el capítulo dedicado a los cargos de que se la acusó tras la Guerra Civil. Me ha gustado que incluya fotos y que no contenga notas al pie, desplazando datos sobre “fuentes y notas” a un anexo al final de la obra que se puede leer de un tirón y que dice mucho de la intrahistoria de este libro en que se ha investigado sobre la España del siglo XX a través de archivos y de entrevistas personales a quienes trataron a María Moliner o pertenecen a su familia. (Qué curioso, por cierto, que en el arbol genealógico que se hace de la lexicógrafa veamos que tuvo ocho nietas y que ninguna fue llamada “María”).
Hay artículos del María Moliner (como planta, pez, verbo, afijo) que son considerados emblemáticos por su redacción cabal y su precisión. Yo os pido que como homenaje a la lexicógrafa que nunca llegó a ser académica, dejéis un comentario transcribiendo alguna definición del DUE que os parezca llamativa o interesante o que contéis si habéis usado este diccionario, de qué forma y para qué.