jueves, 28 de octubre de 2010

...y esta es la crónica en imágenes

Todos los bienes del mundo
pasan presto y su memoria,
salvo la fama y la gloria.

El tiempo lleva los unos,
a otros fortuna y suerte.
y al cabo viene la muerte,
que no nos dexa a ninguno.

Actualizo inopinadamente para aportar algunas imágenes del grato acto in memoriam López Estrada que se celebró ayer en la Universidad de Sevilla. Los versos que inician esta crónica apresurada son los que interpretó el cuarteto Rime sparse, que intervino abriendo y cerrando el homenaje. El ideal cortesano de la Fama como reputación de honestidad y valía de caballero, única gloria que trasciende al hombre, reaparecía ayer en las palabras de recuerdo al profesor López Estrada.
En la primera parte del acto se hizo un recuerdo a la importancia de López Estrada como gestor de la antigua Facultad de Filosofía y Letras y una evocación de ese antiguo centro cuyo testigo fue recogido por tres facultades distintas, representadas allí por los Decanos de Filosofía, Geografía e Historia y Filología, quienes insistieron en la pertinencia de reconstruir la memoria histórica de esa facultad perdida o diseminada.
La segunda mesa contó con la presencia del hijo del profesor López Estrada, Gustavo López García-Berdoy, y antiguos alumnos del maestro, como la poetisa Julia Uceda y los ahora docentes en Literatura Española, Historia y Filosofía Begoña López Bueno, Pedro Piñero, Rogelio Reyes. Rafael Sánchez Mantero y José Villalobos. El Dr. Piñero repasó los nombres de Marcel Bataillon, Eugenio Asensio, Américo Castro y Sánchez-Albornoz, sumados en su docencia por López Estrada, de quien dijo “nos enseñó a leer”; de “afable, abierto, refinado” lo calificó el profesor Villalobos, quien abrió además la cuestión de la “Universitas, quo vadis?”, al elogiar las clases magistrales de López Estrada y mencionar la persecución que se hace de la clase magistral en las reformas metodológicas promovidas por la implantación de los acuerdos de Bolonia en la Universidad española; “horror de pedagogos, novatores y Bolonia” serían esas prácticas hoy, como afirmó la catedrática de Literatura Española Begoña López Bueno, que calificó a López Estrada de “titán de la investigación”.
“A tal investigador, tal honor”, dijo la profesora López Bueno; a tal maestro, tal homenaje, que fue sentido y no lacrimógeno, respetuoso pero esmaltado de anécdotas. Como el lema medieval "Non omnis moriar" (no moriré del todo), que resume esa búsqueda de la fama a la que nos referíamos al principio de la entrada, el buen maestro no muere si pervive en el recuerdo admirado de sus discípulos y de tantos estudiantes que reciben su legado.

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