miércoles, 28 de marzo de 2018

Instantáneas #33. Marzo 2018


El tribunal estuvo compuesto por
Álvaro Octavio de Toledo, M. Jesús Torrens, Belén Almeida,
Cristina Moya y Florencio del Barrio
Es víspera de Madrugá y voy murmurando de fondo por la casa unos versos de un poema que cité hace tiempo aquí (“Viernes Santo” de Javier Salvago): “La misma luna, el mismo / perfume del naranjo / aromando las calles, / donde la vida estalla”. Los ciclos nos hacen entender el mundo, comprender los cambios de tiempo y ascenderlos, si ello nos complace, a categoría de rito. La vida universitaria es fuertemente cíclica: todos los septiembres empieza, todos los junios acaba; “adoptas” a un estudiante como investigador para guiarlo en su tesis, y luego termina y ha de empezar a buscar su lugar en el mundo. Los textos también tienen su ciclo, desde que los empiezas escribiendo ideas hasta que, una vez terminados, lo dejas dormir unos días antes de lanzarlos a que empiecen a navegar en la lectura ajena. La rutina, que a otros atrofia y disgusta, a mí me serena y me abraza. Me gustan los ciclos.
Hoy miro hacia atrás y veo que este marzo ha terminado justamente con los cierres de algunos ciclos y la apertura de otros nuevos. De los ciclos que se cierran os doy cuenta aquí:
-La tesis de mi discípulo Jaime González se defendió el 5 de marzo. Obtuvo un sobresaliente cum laude y la concesión de mención internacional. 
Quiero explicar, para el público no universitario que lee este blog, que esa internacionalidad se otorga si el periodo de realización de la tesis incluye una estancia prolongada en una universidad no española y si la propia defensa se hace parcialmente en una lengua no española (en el caso de Jaime, fue el francés). Cada tesis tiene su dificultad, y todas hacen sufrir a los doctorandos durante su realización. El día de la defensa es de celebración, de alegría, de satisfacciones... y es muy agradable ver que, después de la tesis, ya no tienes a un becario sino a un compañero con quien trabajar.
-Publiqué con ocasión del día 8 de marzo una tribuna de opinión en El País dedicada a las mujeres filólogas que han quedado sepultadas en nuestra memoria. La enlazo aquí.
-Dediqué las piezas de divulgación lingüística de este mes en El País-Verne a desmontar falsedades, como el mito de que la palabra almóndiga es recomendada por la RAE (se puede leer aquí); en la segunda pieza (esta), traté de atacar otros prejuicios lingüísticos que podemos derrumbar simplemente atendiendo a la historia del español, en concreto, mirando los nombres de los colores.
-Para terminar, una convocatoria: el día 11 de abril impartiré por invitación de la Unión de Correctores del Español, un seminario virtual sobre leísmo, laísmo y loísmo. Os podéis apuntar aquí.
Buena suerte en todos vuestros ciclos y aventuras.

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El tribunal estuvo compuesto por
Álvaro Octavio de Toledo, M. Jesús Torrens, Belén Almeida,
Cristina Moya y Florencio del Barrio
Es víspera de Madrugá y voy murmurando de fondo por la casa unos versos de un poema que cité hace tiempo aquí (“Viernes Santo” de Javier Salvago): “La misma luna, el mismo / perfume del naranjo / aromando las calles, / donde la vida estalla”. Los ciclos nos hacen entender el mundo, comprender los cambios de tiempo y ascenderlos, si ello nos complace, a categoría de rito. La vida universitaria es fuertemente cíclica: todos los septiembres empieza, todos los junios acaba; “adoptas” a un estudiante como investigador para guiarlo en su tesis, y luego termina y ha de empezar a buscar su lugar en el mundo. Los textos también tienen su ciclo, desde que los empiezas escribiendo ideas hasta que, una vez terminados, lo dejas dormir unos días antes de lanzarlos a que empiecen a navegar en la lectura ajena. La rutina, que a otros atrofia y disgusta, a mí me serena y me abraza. Me gustan los ciclos.
Hoy miro hacia atrás y veo que este marzo ha terminado justamente con los cierres de algunos ciclos y la apertura de otros nuevos. De los ciclos que se cierran os doy cuenta aquí:
-La tesis de mi discípulo Jaime González se defendió el 5 de marzo. Obtuvo un sobresaliente cum laude y la concesión de mención internacional. 
Quiero explicar, para el público no universitario que lee este blog, que esa internacionalidad se otorga si el periodo de realización de la tesis incluye una estancia prolongada en una universidad no española y si la propia defensa se hace parcialmente en una lengua no española (en el caso de Jaime, fue el francés). Cada tesis tiene su dificultad, y todas hacen sufrir a los doctorandos durante su realización. El día de la defensa es de celebración, de alegría, de satisfacciones... y es muy agradable ver que, después de la tesis, ya no tienes a un becario sino a un compañero con quien trabajar.
-Publiqué con ocasión del día 8 de marzo una tribuna de opinión en El País dedicada a las mujeres filólogas que han quedado sepultadas en nuestra memoria. La enlazo aquí.
-Dediqué las piezas de divulgación lingüística de este mes en El País-Verne a desmontar falsedades, como el mito de que la palabra almóndiga es recomendada por la RAE (se puede leer aquí); en la segunda pieza (esta), traté de atacar otros prejuicios lingüísticos que podemos derrumbar simplemente atendiendo a la historia del español, en concreto, mirando los nombres de los colores.
-Para terminar, una convocatoria: el día 11 de abril impartiré por invitación de la Unión de Correctores del Español, un seminario virtual sobre leísmo, laísmo y loísmo. Os podéis apuntar aquí.
Buena suerte en todos vuestros ciclos y aventuras.

miércoles, 14 de marzo de 2018

Los alumnos de Alba


Una imagen que repito mucho para que se entienda qué significa para un autor escribir un libro es la de la botella con mensaje que se lanza al mar. Eso de echar botellas al agua es un acto bastante incívico, pero lo de escribir un libro, sin ser incívico, se parece bastante. Una escribe, los editores publican y ya el libro solo vuelve en forma de algo tan frío como las cifras de ventas o en forma de algo tan cálido como los mensajes de los lectores, que agradezco y contesto cuando puedo. 
De todos los mensajes que me llegan, tengo debilidad por los que vienen del profesorado de Secundaria. Ya sabéis que en España es un sector muy castigado salarial y administrativamente, sometido a legislaciones cambiantes y atrapado en una faralla terminológica y burocrática difícil de desenredar. Por ello, valoro mucho su entusiasmo vocacional y su inquietud por seguir formándose y formando a los alumnos. A veces me cuentan que han llevado a sus clases algún texto o un vídeo mío para que sus alumnos lo comenten. Otras veces han ido más allá del comentario y han hecho una actividad de creación con los estudiantes.
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Una imagen que repito mucho para que se entienda qué significa para un autor escribir un libro es la de la botella con mensaje que se lanza al mar. Eso de echar botellas al agua es un acto bastante incívico, pero lo de escribir un libro, sin ser incívico, se parece bastante. Una escribe, los editores publican y ya el libro solo vuelve en forma de algo tan frío como las cifras de ventas o en forma de algo tan cálido como los mensajes de los lectores, que agradezco y contesto cuando puedo. 
De todos los mensajes que me llegan, tengo debilidad por los que vienen del profesorado de Secundaria. Ya sabéis que en España es un sector muy castigado salarial y administrativamente, sometido a legislaciones cambiantes y atrapado en una faralla terminológica y burocrática difícil de desenredar. Por ello, valoro mucho su entusiasmo vocacional y su inquietud por seguir formándose y formando a los alumnos. A veces me cuentan que han llevado a sus clases algún texto o un vídeo mío para que sus alumnos lo comenten. Otras veces han ido más allá del comentario y han hecho una actividad de creación con los estudiantes.