martes, 21 de noviembre de 2017

Una conferencia en prisión

He dado charlas y seminarios en universidades españolas y extranjeras, y también en entornos no universitarios, como institutos de secundaria, semanas de la ciencia, televisión o noches de investigadores. A fuerza de años de clases, una va teniendo tablas y aprendiendo recursos para lidiar en distintas plazas. Pero la última charla que he dado ha sido tan distinta, que merecía algo más que una foto en las "instantáneas" de este mes. La di hace dos semanas en el interior de la cárcel de Navalcarnero, en Madrid.
Quienes estudian dentro de un centro penitenciario lo hacen a través del programa específico para reclusos que tiene la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia). La UNED, una de las universidades públicas españolas, ofrece carreras y bachillerato a distancia quienes quieren estudiar y no pueden asistir a clase. Quien entra en un cárcel puede acceder también a este programa y sacarse desde prisión el bachillerato o una carrera. El año académico penitenciario de la UNED se inauguró el 8 de noviembre y fui la encargada de dar la conferencia inaugural. 
Agradezco a la vicerrectora de estudiantes, M.ª Ángeles González Galán, y a la vicerrectora adjunta de estudiantes, mi compañera Elena Azofra, la invitación que hicieron a pronunciar esta conferencia.
Como veis en las fotos, el acto de inauguración de curso fue protocolario, similar a los actos de este tipo que se hacen en otras universidades. Asistieron cargos académicos, habló el rector de la UNED, Alejandro Tiana; participaron también las vicerrectoras, el director de centro penitenciario, una representante del Ministerio y también un recluso que explicó su experiencia estudiando desde prisión. Cuando acepté la invitación para dar esa conferencia, pensé que tenía que apostar por un tema asequible a todo el público, ya que a la charla asisten tanto reclusos que estudian por la UNED como otros que simplemente están interesados, y que había de ser un tema con varios niveles de lectura, por eso hablé de paisaje lingüístico. Conté con la atención del público y con el interés de los presentes. Fue para mí un acto muy agradable.
No voy a ahondar en los sentimientos e impresiones que me dejó estar unas horas en Navalcarnero: no quiero resultar esnob ni trivializar sobre un lugar tan delicado. Como profesora universitaria, me gustó conocer de cerca la estructura educativa de una cárcel: su colegio, su asesoría académica; y fue una satisfacción saber que las oportunidades que da el conocimiento se pueden también disfrutar desde un centro penitenciario. Hay también bibliotecas pequeñas en cada módulo y una cierta disponibilidad de libros. (De hecho, os paso este enlace de una noticia en Babelia, el suplemento cultural de El País, donde listan los libros más leídos en las cárceles españolas).
Sí quiero deslizar una reflexión que me venía a la cabeza al tiempo que entraba en las galerías de prisión: pensaba en las dificultades inherentes a estudiar en una cárcel frente a las facilidades que tienen mis alumnos, con sus clases presenciales y su facilidad para transitar de una biblioteca a otra a su gusto. Pensaba en la responsabilidad, en la obligación casi, que tenemos de respetar y valorar el conocimiento, sabiendo que en otro tiempo, no tan lejano, hubo en España quien acabó en la cárcel por escribir o leer el libro que no estaba permitido. No, no ha sido una conferencia más.
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He dado charlas y seminarios en universidades españolas y extranjeras, y también en entornos no universitarios, como institutos de secundaria, semanas de la ciencia, televisión o noches de investigadores. A fuerza de años de clases, una va teniendo tablas y aprendiendo recursos para lidiar en distintas plazas. Pero la última charla que he dado ha sido tan distinta, que merecía algo más que una foto en las "instantáneas" de este mes. La di hace dos semanas en el interior de la cárcel de Navalcarnero, en Madrid.
Quienes estudian dentro de un centro penitenciario lo hacen a través del programa específico para reclusos que tiene la UNED (Universidad Nacional de Educación a Distancia). La UNED, una de las universidades públicas españolas, ofrece carreras y bachillerato a distancia quienes quieren estudiar y no pueden asistir a clase. Quien entra en un cárcel puede acceder también a este programa y sacarse desde prisión el bachillerato o una carrera. El año académico penitenciario de la UNED se inauguró el 8 de noviembre y fui la encargada de dar la conferencia inaugural. 
Agradezco a la vicerrectora de estudiantes, M.ª Ángeles González Galán, y a la vicerrectora adjunta de estudiantes, mi compañera Elena Azofra, la invitación que hicieron a pronunciar esta conferencia.
Como veis en las fotos, el acto de inauguración de curso fue protocolario, similar a los actos de este tipo que se hacen en otras universidades. Asistieron cargos académicos, habló el rector de la UNED, Alejandro Tiana; participaron también las vicerrectoras, el director de centro penitenciario, una representante del Ministerio y también un recluso que explicó su experiencia estudiando desde prisión. Cuando acepté la invitación para dar esa conferencia, pensé que tenía que apostar por un tema asequible a todo el público, ya que a la charla asisten tanto reclusos que estudian por la UNED como otros que simplemente están interesados, y que había de ser un tema con varios niveles de lectura, por eso hablé de paisaje lingüístico. Conté con la atención del público y con el interés de los presentes. Fue para mí un acto muy agradable.
No voy a ahondar en los sentimientos e impresiones que me dejó estar unas horas en Navalcarnero: no quiero resultar esnob ni trivializar sobre un lugar tan delicado. Como profesora universitaria, me gustó conocer de cerca la estructura educativa de una cárcel: su colegio, su asesoría académica; y fue una satisfacción saber que las oportunidades que da el conocimiento se pueden también disfrutar desde un centro penitenciario. Hay también bibliotecas pequeñas en cada módulo y una cierta disponibilidad de libros. (De hecho, os paso este enlace de una noticia en Babelia, el suplemento cultural de El País, donde listan los libros más leídos en las cárceles españolas).
Sí quiero deslizar una reflexión que me venía a la cabeza al tiempo que entraba en las galerías de prisión: pensaba en las dificultades inherentes a estudiar en una cárcel frente a las facilidades que tienen mis alumnos, con sus clases presenciales y su facilidad para transitar de una biblioteca a otra a su gusto. Pensaba en la responsabilidad, en la obligación casi, que tenemos de respetar y valorar el conocimiento, sabiendo que en otro tiempo, no tan lejano, hubo en España quien acabó en la cárcel por escribir o leer el libro que no estaba permitido. No, no ha sido una conferencia más.

jueves, 9 de noviembre de 2017

Instantáneas #29. Octubre 2017

Todo esto ha dejado octubre para mi recuerdo filológico:

-El proyecto HISTORIA15 que fundé en 2011 dio uno de sus frutos comunes: la sección LA LENGUA DE LA HISTORIA. VARIACIONES EN LA ESCRITURA DEL DISCURSO HISTORIOGRÁFICO coordinada por Marta López Izquierdo y por mí para la Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana. Contiene artículos de Consuelo Villacorta Macho, Rodrigo Verano Liaño, Álvaro Octavio de Toledo y Blanca Garrido Martín. Los cuatro trabajos, precedidos de una introducción de las editoras, inciden en el análisis de testimonios de una misma obra como vía para observar los cambios lingüísticos de una época. En todos los casos las obras analizadas son textos historiográficos editados en España o América en los siglos XV y XVI. La sección está dirigida a historiadores de la lengua, la cultura y a historiadores. Hay más info aquí.
-Me reencontré con la profesora de la Universidad de Cádiz Marta Sánchez-Saus y conocí a la matemática Clara Grima en un encuentro sobre científicas y divulgación en la Fundación Cajasol de Sevilla.



-Empezó la temporada de congresos y, en consecuencia, de viajes. Me invitaron a participar en una mesa redonda en el Coloquio sobre lenguas de especialidad en lenguas iberorromances, que se celebró en la Universidad de Alcalá de Henares.  Agradezco a Josefa Gómez de Enterría y Manuel Martí su cariñosa invitación. 
Los participantes en la mesa: Santiago del Rey,
Elena Méndez (coord), M. Jesús Torrens y Araceli López. 
-Visité por primera vez Pamplona con ocasión de la tesis doctoral de Maite Iraceburu sobre la sintaxis de las relaciones de sucesos en el siglo XVII. Las relaciones de sucesos eran textos en que se contaban acontecimientos como entradas militares, hechos extraordinarios, ceremoniales... Tuvieron mucha difusión en su momento y se tienen como los precedentes del periodismo actual. Es un tema de investigación de gran interés e incluso hay una Sociedad Internacional que estudia estas relaciones. La tesis obtuvo la máxima calificación y fue dirigida por la Dra. Cristina Tabernero Sala, de la Universidad de Navarra. En esta foto posamos tribunal, doctoranda y directora:
Jesús Usunáriz, Nieves Pena, la doctoranda Maite Iraceburu,
Mónica Castillo, Concepción Martínez, yo misma y Cristina Tabernero.
-Continué con mi colaboración con en El País. Los últimos artículos han sido este sobre el gentilicio "americano" y, ya en los albores de noviembre, este otro sobre el subjuntivo en los cementerios. Gracias por leerme.
-Y Una lengua muy muy larga empezó su recorrido en las redes y en las manos de los lectores. Enlazo aquí la primera reseña en prensa de la reedición ampliada de mi libro divulgativo. 

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Todo esto ha dejado octubre para mi recuerdo filológico:

-El proyecto HISTORIA15 que fundé en 2011 dio uno de sus frutos comunes: la sección LA LENGUA DE LA HISTORIA. VARIACIONES EN LA ESCRITURA DEL DISCURSO HISTORIOGRÁFICO coordinada por Marta López Izquierdo y por mí para la Revista Internacional de Lingüística Iberoamericana. Contiene artículos de Consuelo Villacorta Macho, Rodrigo Verano Liaño, Álvaro Octavio de Toledo y Blanca Garrido Martín. Los cuatro trabajos, precedidos de una introducción de las editoras, inciden en el análisis de testimonios de una misma obra como vía para observar los cambios lingüísticos de una época. En todos los casos las obras analizadas son textos historiográficos editados en España o América en los siglos XV y XVI. La sección está dirigida a historiadores de la lengua, la cultura y a historiadores. Hay más info aquí.
-Me reencontré con la profesora de la Universidad de Cádiz Marta Sánchez-Saus y conocí a la matemática Clara Grima en un encuentro sobre científicas y divulgación en la Fundación Cajasol de Sevilla.



-Empezó la temporada de congresos y, en consecuencia, de viajes. Me invitaron a participar en una mesa redonda en el Coloquio sobre lenguas de especialidad en lenguas iberorromances, que se celebró en la Universidad de Alcalá de Henares.  Agradezco a Josefa Gómez de Enterría y Manuel Martí su cariñosa invitación. 
Los participantes en la mesa: Santiago del Rey,
Elena Méndez (coord), M. Jesús Torrens y Araceli López. 
-Visité por primera vez Pamplona con ocasión de la tesis doctoral de Maite Iraceburu sobre la sintaxis de las relaciones de sucesos en el siglo XVII. Las relaciones de sucesos eran textos en que se contaban acontecimientos como entradas militares, hechos extraordinarios, ceremoniales... Tuvieron mucha difusión en su momento y se tienen como los precedentes del periodismo actual. Es un tema de investigación de gran interés e incluso hay una Sociedad Internacional que estudia estas relaciones. La tesis obtuvo la máxima calificación y fue dirigida por la Dra. Cristina Tabernero Sala, de la Universidad de Navarra. En esta foto posamos tribunal, doctoranda y directora:
Jesús Usunáriz, Nieves Pena, la doctoranda Maite Iraceburu,
Mónica Castillo, Concepción Martínez, yo misma y Cristina Tabernero.
-Continué con mi colaboración con en El País. Los últimos artículos han sido este sobre el gentilicio "americano" y, ya en los albores de noviembre, este otro sobre el subjuntivo en los cementerios. Gracias por leerme.
-Y Una lengua muy muy larga empezó su recorrido en las redes y en las manos de los lectores. Enlazo aquí la primera reseña en prensa de la reedición ampliada de mi libro divulgativo.