Nunca me había dado por inventarme una palabra. Y lo
voy a hacer hoy: la palabra es BREXIDA. Ahora os la explico.
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Cuando yo tenía el pelo rojo y vivía en Oxford la mar de bien |
Técnicamente lo llaman creación léxica, o, más poéticamente,
onomaturgia. Y se aplica cuando sabemos que alguien, con nombre y apellidos y
en una fecha determinada, creó un término nuevo. Lo habitual es que las
palabras nuevas no nazcan así, sino que se difundan a través del préstamo desde
otras lenguas, o bien se formen desde raíces ya existentes a las que unir prefijos
o terminaciones. Por otro lado, lo relevante para la historia de la lengua no
es tanto crear una palabra como tener éxito con ella y que se difunda. De ahí
que podamos aducir como ejemplos de creación léxica solo los casos en que la
palabra ha tenido aceptación social y ha entrado en la lengua. Por ejemplo, perogrullada fue inventada por Quevedo;
o mileurista, la palabra que Carolina
Alguacil creó y difundió en una carta a El
País en 2005.
Podéis encontrar más ejemplos en este artículo del gran Pedro Álvarez de
Miranda.
Así que yo voy con mi invención: brexida es en realidad una media
invención, porque es la forma española que propongo para el término inglés Brexit, usado para designar la salida
del Reino Unido (Britain) de la Unión Europea tras el reciente referéndum.
Ya hay recomendaciones normativas para que escribamos la palabra en cursiva y
sin tilde, pero yo pregunto: ¿por qué no adaptarla? Exit
es una palabra que el inglés tomó del latín: remite al verbo EXIRE, que significaba
‘salir fuera’ (EX+IRE). Este verbo latino también dejó herencia en el castellano
medieval: era exir, se pronunciaba eshir /eʃir/ y se usó
hasta el siglo XIV. Decía el héroe Mio Cid cuando rezaba a la Virgen María
antes de salir a sus campañas militares:
¡Vuestra
vertud me vala, Gloriosa, en mi exida,
e me ayude e me acorra de noch e de día!
Ahí exida
era ‘salida, marcha de un lugar’.
Si los británicos han sacado exit del latín exire,
¿por qué nosotros no recurrimos a nuestro viejo verbo exir y al antiguo sustantivo exida?
Brexida (de acentuación llana, y pronunciado con /ks/: breksida) es paralelo
a salida, venida y otros sustantivos
similares.
Cierto es que todo esto lo digo con sorna, pero con
ciertas expectativas. Nunca se sabe si lo que empieza como una broma puede
difundirse y tener éxito. También nos parecía que el referéndum británico iba
en broma y fijaos cómo ha terminado la cosa. De pena.
Por eso, como europea convencida, aunque haya
inventado esta palabra, hubiese preferido que no existiera nunca y clamo:
¡Abajo el Brexit y abajo la brexida!
(Psst, psst, la semana que viene, última entrada del blog antes de vacaciones)
Nunca me había dado por inventarme una palabra. Y lo
voy a hacer hoy: la palabra es BREXIDA. Ahora os la explico.
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Cuando yo tenía el pelo rojo y vivía en Oxford la mar de bien |
Técnicamente lo llaman creación léxica, o, más poéticamente,
onomaturgia. Y se aplica cuando sabemos que alguien, con nombre y apellidos y
en una fecha determinada, creó un término nuevo. Lo habitual es que las
palabras nuevas no nazcan así, sino que se difundan a través del préstamo desde
otras lenguas, o bien se formen desde raíces ya existentes a las que unir prefijos
o terminaciones. Por otro lado, lo relevante para la historia de la lengua no
es tanto crear una palabra como tener éxito con ella y que se difunda. De ahí
que podamos aducir como ejemplos de creación léxica solo los casos en que la
palabra ha tenido aceptación social y ha entrado en la lengua. Por ejemplo, perogrullada fue inventada por Quevedo;
o mileurista, la palabra que Carolina
Alguacil creó y difundió en una carta a El
País en 2005.
Podéis encontrar más ejemplos en este artículo del gran Pedro Álvarez de
Miranda.
Así que yo voy con mi invención: brexida es en realidad una media
invención, porque es la forma española que propongo para el término inglés Brexit, usado para designar la salida
del Reino Unido (Britain) de la Unión Europea tras el reciente referéndum.
Ya hay recomendaciones normativas para que escribamos la palabra en cursiva y
sin tilde, pero yo pregunto: ¿por qué no adaptarla? Exit
es una palabra que el inglés tomó del latín: remite al verbo EXIRE, que significaba
‘salir fuera’ (EX+IRE). Este verbo latino también dejó herencia en el castellano
medieval: era exir, se pronunciaba eshir /eʃir/ y se usó
hasta el siglo XIV. Decía el héroe Mio Cid cuando rezaba a la Virgen María
antes de salir a sus campañas militares:
¡Vuestra
vertud me vala, Gloriosa, en mi exida,
e me ayude e me acorra de noch e de día!
Ahí exida
era ‘salida, marcha de un lugar’.
Si los británicos han sacado exit del latín exire,
¿por qué nosotros no recurrimos a nuestro viejo verbo exir y al antiguo sustantivo exida?
Brexida (de acentuación llana, y pronunciado con /ks/: breksida) es paralelo
a salida, venida y otros sustantivos
similares.
Cierto es que todo esto lo digo con sorna, pero con
ciertas expectativas. Nunca se sabe si lo que empieza como una broma puede
difundirse y tener éxito. También nos parecía que el referéndum británico iba
en broma y fijaos cómo ha terminado la cosa. De pena.
Por eso, como europea convencida, aunque haya
inventado esta palabra, hubiese preferido que no existiera nunca y clamo:
¡Abajo el Brexit y abajo la brexida!
(Psst, psst, la semana que viene, última entrada del blog antes de vacaciones)