sábado, 25 de febrero de 2012

Di un número: 3733

Conservamos 3733... versos del Cantar de Mio Cid, al que tenemos por uno de los grandes monumentos literarios del castellano y el símbolo de una decisión: la de escribir literatura en romance.
Ha aparecido varias veces en Nosolodeyod: hemos mirado la sevillana estatua de Rodrigo Díaz de Vivar a caballo, le hemos puesto cuerpo al héroe en dibujos animados, hemos comentado la adaptación en verso que hizo del Cantar el poeta Pedro Salinas y hemos mencionado algún recurso en línea que ayuda a entenderlo, como esta página de la Universidad de Texas, a la que ahora sumamos otro vínculo más, muy recomendable, Caminos del Cid, con una introducción histórica al personaje y al Cantar dirigida por el gran cidiano Alberto Montaner.
Hoy, por otro motivo, volvemos a mirar al héroe que llora. Acabo de leer un libro muy particular: ¡Mío Cid! de A. Orejudo, L, Martín y R. Reig, publicado en 2007 por la editorial 451.Re: Aquí el Cid es... otro cantar. Pasado a prosa, modernizado, lleno de humor e irreverencia, leemos en esta obra en español actualísimo tres historias sobre un Mio Cid que parte no al destierro, sino a la conquista de las Galaxias o que asiste al proceso por la afrenta de Corpes como si de una película de juicios se tratase. No sé si a D. Ramón Menéndez Pidal lo escandalizaría o divertiría leer este libro en el que el héroe no se encuentra en Burgos a una inocente niña de nuef años sino a un robot Nokia con voz de metal. Mira, mira el inicio de esta moderna versión:
“Rodrigo volvió la cabeza y con lágrimas en los ojos miró su casa por última vez. Vio las puertas con el dispositivo de seguridad desconectado y las antenas parabólicas sin cables coaxiales. Hacía esfuerzos por ser positivo, pero los presagios no le ayudaban: a la salida de Vivar se le había cruzado una corneja eléctrica por la derecha y luego, entrando en Burgos, otra por la izquierda. (...) nadie le abría la puerta. Ni siquiera el Parador Nacional. Y eso que sus hombres llamaron a voces. Intentaron incluso tirar la puerta a patadas, pero estaba blindada y no se abrió. Fue un robot doméstico Nokia, accionado a distancia por no sé qué vecino, el que se acercó a ellos con sus ruedecitas todoterreno y les informó de lo que había sucedido”.
¿Qué te parece este tipo de adaptación o modernización? ¿Dónde queda el sabor antiguo de la lengua medieval en esta clase de versiones? ¿Cómo has leído el Cantar de Mio Cid, en qué edición? ¿Nos transcribes algunos versos? Deja tu comentario...
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Conservamos 3733... versos del Cantar de Mio Cid, al que tenemos por uno de los grandes monumentos literarios del castellano y el símbolo de una decisión: la de escribir literatura en romance.
Ha aparecido varias veces en Nosolodeyod: hemos mirado la sevillana estatua de Rodrigo Díaz de Vivar a caballo, le hemos puesto cuerpo al héroe en dibujos animados, hemos comentado la adaptación en verso que hizo del Cantar el poeta Pedro Salinas y hemos mencionado algún recurso en línea que ayuda a entenderlo, como esta página de la Universidad de Texas, a la que ahora sumamos otro vínculo más, muy recomendable, Caminos del Cid, con una introducción histórica al personaje y al Cantar dirigida por el gran cidiano Alberto Montaner.
Hoy, por otro motivo, volvemos a mirar al héroe que llora. Acabo de leer un libro muy particular: ¡Mío Cid! de A. Orejudo, L, Martín y R. Reig, publicado en 2007 por la editorial 451.Re: Aquí el Cid es... otro cantar. Pasado a prosa, modernizado, lleno de humor e irreverencia, leemos en esta obra en español actualísimo tres historias sobre un Mio Cid que parte no al destierro, sino a la conquista de las Galaxias o que asiste al proceso por la afrenta de Corpes como si de una película de juicios se tratase. No sé si a D. Ramón Menéndez Pidal lo escandalizaría o divertiría leer este libro en el que el héroe no se encuentra en Burgos a una inocente niña de nuef años sino a un robot Nokia con voz de metal. Mira, mira el inicio de esta moderna versión:
“Rodrigo volvió la cabeza y con lágrimas en los ojos miró su casa por última vez. Vio las puertas con el dispositivo de seguridad desconectado y las antenas parabólicas sin cables coaxiales. Hacía esfuerzos por ser positivo, pero los presagios no le ayudaban: a la salida de Vivar se le había cruzado una corneja eléctrica por la derecha y luego, entrando en Burgos, otra por la izquierda. (...) nadie le abría la puerta. Ni siquiera el Parador Nacional. Y eso que sus hombres llamaron a voces. Intentaron incluso tirar la puerta a patadas, pero estaba blindada y no se abrió. Fue un robot doméstico Nokia, accionado a distancia por no sé qué vecino, el que se acercó a ellos con sus ruedecitas todoterreno y les informó de lo que había sucedido”.
¿Qué te parece este tipo de adaptación o modernización? ¿Dónde queda el sabor antiguo de la lengua medieval en esta clase de versiones? ¿Cómo has leído el Cantar de Mio Cid, en qué edición? ¿Nos transcribes algunos versos? Deja tu comentario...

sábado, 18 de febrero de 2012

Por la yod al arte (I): nunca traces tu frontera

Aprovechando la apertura esta semana de la Feria de Arte Contemporáneo ARCO en Madrid, iniciamos una nueva serie en Nosolodeyod en la que vamos a unir Arte e Historia de la Lengua. Periódicamente dedicaremos una entrada a comentar una imagen de arte conceptual con la que ilustraremos un cambio lingüístico o un concepto de interés en nuestro uso de la lengua. Bienvenidos a la primera entrada de esta serie que hemos llamado Por la yod al arte.

Un foco de desconcierto. Si, sin ninguna pista previa, entrabas al amplio recibidor de la Tate Modern Gallery de Londres te encontrabas con esto:
una grieta, una brecha, la rendija zigzagueante de 167 metros de largo por la que se colaba la mirada de cualquier visitante entre perplejo y deleitado.
La obra (que podéis ver aquí) se expuso de 2007 a 2008 y tenía un nombre muy lingüístico: Shibboleth (he aquí la historia de este término); era de la artista colombiana Doris Salcedo (1958-). Estaba hecha sobre la propia arquitectura de la Tate, emanaba del suelo y con ella la autora representaba las fronteras artificiales que separan a Occidente de otros mundos.
Era una obra de arte sin materia, como las fronteras lingüísticas, que no tienen aduanas ni placas que las señalen, las trazamos los lingüistas a partir de las diferencias en el uso de rasgos lingüísticos concretos que muestran los hablantes. Pero, ¿existen en los hechos lingüísticos límites radicales como la grieta del museo o son tan artificiales como ella? ¿Existen las fronteras entre lenguas?
Hay rasgos shibboleth o claramente indicadores de nuestra pertenencia lingüística a un área. En Andalucía, por ejemplo, el uso de ustedes por vosotros (ustedes venís) sirve para diferenciar Andalucía occidental de oriental en una frontera que está apoyada por rasgos léxicos y fónicos pero que no tiene en el mapa un trazo radical separador.
Y es que las divisiones entre lenguas y variedades son por lo general aproximadas. Las lenguas de una misma familia no varían por interrupciones abruptas sino por transiciones (dialectos de transición los llamaba Pidal). Por eso hoy se habla de continuos o complejos de inteligibilidad, los formados por una cadena de lenguas vecinas en cuyos límites los hablantes se entienden entre sí. Por ejemplo, el romance occidental que se extiende desde la costa de Portugal al norte de Bélgica y de allí al sur de Italia formaría una de esas cadenas (los de la frontera luso española o franco española se entienden mutuamente, pero no los de Bélgica con los de Huelva).
La frontera es un tema muy interesante lingüísticamente: como lingüistas necesitamos saber los límites de las peculiaridades lingüísticas, pero quedarse dentro de ellos es encerrarse. Dijo Machado: "Nunca traces tu frontera / ni cuides de tu perfil / todo eso es cosa de fuera". Seguro que has salido de tu frontera lingüística alguna vez: ¿en qué fronteras lingüísticas has estado (españolas o no españolas)? ¿Vives en una de esas grietas entre lenguas? ¿Qué viaje te ha hecho conocer algún fenómeno de contacto de lenguas o variedades? ¿Qué palabra o rasgo sirve para diferenciar tu habla de la de un lugar vecino, cuál es tu shibboleth? Deja tu comentario...
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Aprovechando la apertura esta semana de la Feria de Arte Contemporáneo ARCO en Madrid, iniciamos una nueva serie en Nosolodeyod en la que vamos a unir Arte e Historia de la Lengua. Periódicamente dedicaremos una entrada a comentar una imagen de arte conceptual con la que ilustraremos un cambio lingüístico o un concepto de interés en nuestro uso de la lengua. Bienvenidos a la primera entrada de esta serie que hemos llamado Por la yod al arte.

Un foco de desconcierto. Si, sin ninguna pista previa, entrabas al amplio recibidor de la Tate Modern Gallery de Londres te encontrabas con esto:
una grieta, una brecha, la rendija zigzagueante de 167 metros de largo por la que se colaba la mirada de cualquier visitante entre perplejo y deleitado.
La obra (que podéis ver aquí) se expuso de 2007 a 2008 y tenía un nombre muy lingüístico: Shibboleth (he aquí la historia de este término); era de la artista colombiana Doris Salcedo (1958-). Estaba hecha sobre la propia arquitectura de la Tate, emanaba del suelo y con ella la autora representaba las fronteras artificiales que separan a Occidente de otros mundos.
Era una obra de arte sin materia, como las fronteras lingüísticas, que no tienen aduanas ni placas que las señalen, las trazamos los lingüistas a partir de las diferencias en el uso de rasgos lingüísticos concretos que muestran los hablantes. Pero, ¿existen en los hechos lingüísticos límites radicales como la grieta del museo o son tan artificiales como ella? ¿Existen las fronteras entre lenguas?
Hay rasgos shibboleth o claramente indicadores de nuestra pertenencia lingüística a un área. En Andalucía, por ejemplo, el uso de ustedes por vosotros (ustedes venís) sirve para diferenciar Andalucía occidental de oriental en una frontera que está apoyada por rasgos léxicos y fónicos pero que no tiene en el mapa un trazo radical separador.
Y es que las divisiones entre lenguas y variedades son por lo general aproximadas. Las lenguas de una misma familia no varían por interrupciones abruptas sino por transiciones (dialectos de transición los llamaba Pidal). Por eso hoy se habla de continuos o complejos de inteligibilidad, los formados por una cadena de lenguas vecinas en cuyos límites los hablantes se entienden entre sí. Por ejemplo, el romance occidental que se extiende desde la costa de Portugal al norte de Bélgica y de allí al sur de Italia formaría una de esas cadenas (los de la frontera luso española o franco española se entienden mutuamente, pero no los de Bélgica con los de Huelva).
La frontera es un tema muy interesante lingüísticamente: como lingüistas necesitamos saber los límites de las peculiaridades lingüísticas, pero quedarse dentro de ellos es encerrarse. Dijo Machado: "Nunca traces tu frontera / ni cuides de tu perfil / todo eso es cosa de fuera". Seguro que has salido de tu frontera lingüística alguna vez: ¿en qué fronteras lingüísticas has estado (españolas o no españolas)? ¿Vives en una de esas grietas entre lenguas? ¿Qué viaje te ha hecho conocer algún fenómeno de contacto de lenguas o variedades? ¿Qué palabra o rasgo sirve para diferenciar tu habla de la de un lugar vecino, cuál es tu shibboleth? Deja tu comentario...

sábado, 11 de febrero de 2012

Un corazón agrandado

“A las palabras de amor / les sienta bien su poquito / de exageración” decía Machado. Y eso le pasa a corazón, que es una palabra hecha de aumentativos. Desde el latín COR, los romances han derivado palabras como coeur (francés), cuore (italiano), cor (catalán) o cord (rumano), pero el corazón del español proviene de sumar a COR dos aumentativos latinos: COR + ACEU + ONE. Hemos construido en español, pues, un corazón agrandado que se acrecienta a base de sufijos, como crecía el corazón del propio Cid cuando le decía a su familiar antes de marchar a la pelea:

No hayades pavor por que me veades lidiar
Con la merced de Dios e de Santa Maria madre
Créceme el corazon porque estades delant
El corazón del héroe que se expande ante la visión de su amada es en el Cantar de Mio Cid una imagen brillante, contenida, muy distinta de la exhibición pública de amor derrochado que ocurrirá en la celebración de San Valentín el próximo 14 de febrero.
Hablando de amores, ¿decís mi marido o mi esposo, mi mujer o mi esposa? ¡No os ruboricéis! ¿Llamáis a vuestra pareja cari? ¿Lo denomináis mi novio o mi chico? En mi pueblo las viejas aún dicen Fulanita le habla a Fulanito para señalar que están empezando a ser novios y Fulanito quiere a Fulanita cuando quieren decir que 'le gusta'. ¿Qué os parece eso de prometido? Confesemos nuestros apelativos de amor, y reconstruyamos el léxico moderno de esta área y sus cambios últimos. Dejad vuestro comentario y un besito, corazones...
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“A las palabras de amor / les sienta bien su poquito / de exageración” decía Machado. Y eso le pasa a corazón, que es una palabra hecha de aumentativos. Desde el latín COR, los romances han derivado palabras como coeur (francés), cuore (italiano), cor (catalán) o cord (rumano), pero el corazón del español proviene de sumar a COR dos aumentativos latinos: COR + ACEU + ONE. Hemos construido en español, pues, un corazón agrandado que se acrecienta a base de sufijos, como crecía el corazón del propio Cid cuando le decía a su familiar antes de marchar a la pelea:

No hayades pavor por que me veades lidiar
Con la merced de Dios e de Santa Maria madre
Créceme el corazon porque estades delant
El corazón del héroe que se expande ante la visión de su amada es en el Cantar de Mio Cid una imagen brillante, contenida, muy distinta de la exhibición pública de amor derrochado que ocurrirá en la celebración de San Valentín el próximo 14 de febrero.
Hablando de amores, ¿decís mi marido o mi esposo, mi mujer o mi esposa? ¡No os ruboricéis! ¿Llamáis a vuestra pareja cari? ¿Lo denomináis mi novio o mi chico? En mi pueblo las viejas aún dicen Fulanita le habla a Fulanito para señalar que están empezando a ser novios y Fulanito quiere a Fulanita cuando quieren decir que 'le gusta'. ¿Qué os parece eso de prometido? Confesemos nuestros apelativos de amor, y reconstruyamos el léxico moderno de esta área y sus cambios últimos. Dejad vuestro comentario y un besito, corazones...

miércoles, 1 de febrero de 2012

Exámenes... ¡arghhh!

Los llaman de muchas maneras: controles (un galicismo llegado al español desde el inglés), exámenes (examen era en latín la aguja de la balanza), evaluaciones (derivado de valer)... son una pesadilla para el alumno, un tedio para la mayoría de los profesores y la piedra de toque del debate sobre cómo estimular el rendimiento de los estudiantes y medir de su esfuerzo.
En los exámenes me ha ocurrido de todo: he leído grandes barbaridades, pero también textos preciosos, he visto a alumnos reírse a carcajadas mientras comentaban un texto de Alfonso X y a otros bloqueados con la cara demudada.
¿Alguien leerá esta entrada, publicada justamente un día antes del examen de Historia de la Lengua? ¿Estarán mis alumnos estudiando grafías medievales a esta hora? ¿Tendrán ganas de leer un blog sobre Historia de la Lengua cuando, ya el sábado, den por finalizado ese insidioso, difícil y larguísimo periodo de dos semanas de exámenes? ¿Podríamos evaluar seriamente sin examinar? Deja tu comentario...
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Los llaman de muchas maneras: controles (un galicismo llegado al español desde el inglés), exámenes (examen era en latín la aguja de la balanza), evaluaciones (derivado de valer)... son una pesadilla para el alumno, un tedio para la mayoría de los profesores y la piedra de toque del debate sobre cómo estimular el rendimiento de los estudiantes y medir de su esfuerzo.
En los exámenes me ha ocurrido de todo: he leído grandes barbaridades, pero también textos preciosos, he visto a alumnos reírse a carcajadas mientras comentaban un texto de Alfonso X y a otros bloqueados con la cara demudada.
¿Alguien leerá esta entrada, publicada justamente un día antes del examen de Historia de la Lengua? ¿Estarán mis alumnos estudiando grafías medievales a esta hora? ¿Tendrán ganas de leer un blog sobre Historia de la Lengua cuando, ya el sábado, den por finalizado ese insidioso, difícil y larguísimo periodo de dos semanas de exámenes? ¿Podríamos evaluar seriamente sin examinar? Deja tu comentario...