lunes, 31 de enero de 2011

Nosolodeyod en twitter

¡Noticia! Desde esta semana está plenamente en uso el canal de Twitter de Nosolodeyod, con actualizaciones diarias para dar vínculos, noticias cortas o comentarios de poco alcance (ya sabéis la restricción de caracteres de Twitter) sobre cuestiones de lengua española o de su historia. En el propio blog, en la columna de la derecha, podéis seguir en tiempo real esos mensajes, llamados tweets, y que más bien podríamos rebautizar, para el caso de este blog, como recados o avisos.
(Por cierto, quienes recibís esta entrada por la suscripción al correo electrónico no estáis suscritos a los recados de Twitter, para verlos, igual que para comentar, debéis entrar en nosolodeyod).
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¡Noticia! Desde esta semana está plenamente en uso el canal de Twitter de Nosolodeyod, con actualizaciones diarias para dar vínculos, noticias cortas o comentarios de poco alcance (ya sabéis la restricción de caracteres de Twitter) sobre cuestiones de lengua española o de su historia. En el propio blog, en la columna de la derecha, podéis seguir en tiempo real esos mensajes, llamados tweets, y que más bien podríamos rebautizar, para el caso de este blog, como recados o avisos.
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miércoles, 26 de enero de 2011

¿Y cómo hablaría la mamá de Marco?

En un pueblo italiano, al pie de la montaña, vive nuestro amigo Marco... ¿Tú también pasaste las meriendas de tu infancia viendo estos dibujos animados? ¡Cómo sufría el pobre Marco! Su madre lo dejaba para marcharse a trabajar a Argentina, las cartas comenzaban a faltar y él decidía embarcarse hacia América en su busca. De los Apeninos a los Andes se subtitulaba esta serie de animación que nos acompañó en la niñez, y que hacía (a partir de un cuento de 1886, de Edmundo de Amicis) un retrato de la migración de miles de europeos a Hispanoamérica en el siglo XIX.
En concreto, Argentina recibió entre el siglo XIX y el XX unos cuatro millones de migrados que mayoritariamente procedían de Italia. Esos inmigrantes italianos que llegaron a Buenos Aires y a zonas del litoral (Santa Fe, pero también Córdoba, Mendoza, Tucumán) dieron lugar a un curioso caso de lengua mixta; la mezcla del español con el italiano creó una modalidad lingüística híbrida y efímera, el cocoliche, donde se mezclaban léxico y estructuras morfosintácticas del italiano y del castellano:
"Amico don Vieco Pancho / osté al borronear papel, /
aquí me ha fato in pastel / que ni lo come ni el chancho”.
La leyenda hace nacer el nombre de uno de esos migrados que hablaban en mezcla, Antonio Cuccoliccio ("Mi quiamo Franchisque Cocoliche e sono creolio hasta lo güese"). Pero el bilingüismo fue transitorio y el cocoliche terminó desapareciendo en el siglo XX. Los italianismos léxicos que aparecen en el español austral (Argentina, Uruguay, Paraguay) provienen de esa masa de migrados: grapa para ‘aguardiente’, valija para ‘maleta’, bagayo para ‘paquete’ o laburo para ‘trabajo’. Y esta es solo una parte de los muchos italianismos del español.
Ya dedicamos una entrada hace un año a la historia de la lengua en los dibujos animados. Puedo asegurar que cuando era niña no me planteaba en qué lengua hablaba la mamá de Marco...
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En un pueblo italiano, al pie de la montaña, vive nuestro amigo Marco... ¿Tú también pasaste las meriendas de tu infancia viendo estos dibujos animados? ¡Cómo sufría el pobre Marco! Su madre lo dejaba para marcharse a trabajar a Argentina, las cartas comenzaban a faltar y él decidía embarcarse hacia América en su busca. De los Apeninos a los Andes se subtitulaba esta serie de animación que nos acompañó en la niñez, y que hacía (a partir de un cuento de 1886, de Edmundo de Amicis) un retrato de la migración de miles de europeos a Hispanoamérica en el siglo XIX.
En concreto, Argentina recibió entre el siglo XIX y el XX unos cuatro millones de migrados que mayoritariamente procedían de Italia. Esos inmigrantes italianos que llegaron a Buenos Aires y a zonas del litoral (Santa Fe, pero también Córdoba, Mendoza, Tucumán) dieron lugar a un curioso caso de lengua mixta; la mezcla del español con el italiano creó una modalidad lingüística híbrida y efímera, el cocoliche, donde se mezclaban léxico y estructuras morfosintácticas del italiano y del castellano:
"Amico don Vieco Pancho / osté al borronear papel, /
aquí me ha fato in pastel / que ni lo come ni el chancho”.
La leyenda hace nacer el nombre de uno de esos migrados que hablaban en mezcla, Antonio Cuccoliccio ("Mi quiamo Franchisque Cocoliche e sono creolio hasta lo güese"). Pero el bilingüismo fue transitorio y el cocoliche terminó desapareciendo en el siglo XX. Los italianismos léxicos que aparecen en el español austral (Argentina, Uruguay, Paraguay) provienen de esa masa de migrados: grapa para ‘aguardiente’, valija para ‘maleta’, bagayo para ‘paquete’ o laburo para ‘trabajo’. Y esta es solo una parte de los muchos italianismos del español.
Ya dedicamos una entrada hace un año a la historia de la lengua en los dibujos animados. Puedo asegurar que cuando era niña no me planteaba en qué lengua hablaba la mamá de Marco...

jueves, 20 de enero de 2011

En blanco y negro

Hay animales que ven el mundo en blanco y negro, como les ocurre a los ciclotímicos que pasan de la euforia al abatimiento. Pero hay una escala intermedia, que podemos observar por ejemplo en la obra de un artista plástico fascinante que acabo de descubrir: el pintor estadounidense Robert Longo (1953). No son fotos, aunque lo puedan parecer, estos dibujos de hombres y mujeres que se contorsionan en soledad. En ellos Longo sólo usa grafito negro sobre base blanca:



Blanco y negro son los dos nombres de color que más aparecen en los textos medievales. Aunque el castellano heredó muchos nombres de color del latín también adquirió su propia nomenclatura y perdió términos de la lengua madre. Por ejemplo, los adjetivos latinos de color poseían la distinción color mate / color brillante, que se perdió en castellano: ater ‘negro mate’ se perdió frente a niger ‘negro brillante’, y en cambio albus ‘blanco’ (hoy en nombres de lugar como Montalbo) venció a candidus ‘blanco brillante’, aunque finalmente se sustituyera la forma latina por el germanismo blank, de donde proviene nuestro blanco.
El blanco y el negro resumen, pues, parte de la historia del léxico de nuestro idioma: lo latino transformado, lo latino perdido, lo foráneo adquirido. En ese campo léxico hay abundantes cambios, apariciones y desapariciones de formas. Por eso, quiero preguntaros por vuestro particular léxico de colores: ¿decís rojo o colorado?, ¿morado o violeta? Decía Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611): “Tienen las colores, en el vulgo, sus significaciones”. ¿A qué asociáis vosotros estos términos de colores nuevos que seguro conocéis?
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Hay animales que ven el mundo en blanco y negro, como les ocurre a los ciclotímicos que pasan de la euforia al abatimiento. Pero hay una escala intermedia, que podemos observar por ejemplo en la obra de un artista plástico fascinante que acabo de descubrir: el pintor estadounidense Robert Longo (1953). No son fotos, aunque lo puedan parecer, estos dibujos de hombres y mujeres que se contorsionan en soledad. En ellos Longo sólo usa grafito negro sobre base blanca:



Blanco y negro son los dos nombres de color que más aparecen en los textos medievales. Aunque el castellano heredó muchos nombres de color del latín también adquirió su propia nomenclatura y perdió términos de la lengua madre. Por ejemplo, los adjetivos latinos de color poseían la distinción color mate / color brillante, que se perdió en castellano: ater ‘negro mate’ se perdió frente a niger ‘negro brillante’, y en cambio albus ‘blanco’ (hoy en nombres de lugar como Montalbo) venció a candidus ‘blanco brillante’, aunque finalmente se sustituyera la forma latina por el germanismo blank, de donde proviene nuestro blanco.
El blanco y el negro resumen, pues, parte de la historia del léxico de nuestro idioma: lo latino transformado, lo latino perdido, lo foráneo adquirido. En ese campo léxico hay abundantes cambios, apariciones y desapariciones de formas. Por eso, quiero preguntaros por vuestro particular léxico de colores: ¿decís rojo o colorado?, ¿morado o violeta? Decía Sebastián de Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana o española (1611): “Tienen las colores, en el vulgo, sus significaciones”. ¿A qué asociáis vosotros estos términos de colores nuevos que seguro conocéis?

domingo, 9 de enero de 2011

La lengua de ayer

Si has estudiado alguna vez o estás estudiando ahora Historia de la Lengua, habrás observado que en esta materia las clases suelen dar explicaciones teóricas que luego se comprueban directamente en textos, mapas o análisis de palabras. A veces las clases se quedan cortas de práctica, por eso, hace unos años decidí escribir un libro de prácticas de historia de la lengua que sirviera para completar los manuales teóricos al uso, que ayudara a aprobar la asignatura de Historia de la Lengua y a preparar oposiciones de Lengua y Literatura. Ese libro acaba de salir y os lo quiero presentar en esta entrada. Estos son los datos:
Lola Pons Rodríguez
La lengua de ayer. Manual práctico de historia del español.
Madrid: Arco / Libros. Colección Bibliotheca Philologica.
ISBN 978-84-7635-812-2

En el libro se hace un recorrido por la historia del español de ayer a hoy exclusivamente a partir de ejercicios y tareas, con soluciones y orientaciones bibliográficas que se pueden trabajar de manera autónoma o con la ayuda de un profesor. La originalidad mayor del libro es que la teoría no se presenta de forma expositiva sino a través de las más de 350 propuestas (ejercicios y tareas cortas de investigación) que se ofrecen.
El libro se distribuye en cuatro grandes capítulos dedicados, respectivamente, a la Historia del Idioma (de las lenguas prerromanas al español actual), la evolución de los sonidos del español, la morfosintaxis y el léxico. Al final tiene un apéndice donde se explica cómo abordar ejercicios típicos de historia de la lengua como derivaciones de palabras del latín al español, cómo hacer comentarios filológicos de textos, etc. Espero que pueda serviros a quienes estudiáis o enseñáis Historia de la Lengua o estáis interesados por ella y sois seguidores de este blog.
Redactando esta entrada me viene a la cabeza el imborrable momento “he venido a hablar de mi libro” que protagonizó Francisco Umbral hace años en televisión.
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Si has estudiado alguna vez o estás estudiando ahora Historia de la Lengua, habrás observado que en esta materia las clases suelen dar explicaciones teóricas que luego se comprueban directamente en textos, mapas o análisis de palabras. A veces las clases se quedan cortas de práctica, por eso, hace unos años decidí escribir un libro de prácticas de historia de la lengua que sirviera para completar los manuales teóricos al uso, que ayudara a aprobar la asignatura de Historia de la Lengua y a preparar oposiciones de Lengua y Literatura. Ese libro acaba de salir y os lo quiero presentar en esta entrada. Estos son los datos:
Lola Pons Rodríguez
La lengua de ayer. Manual práctico de historia del español.
Madrid: Arco / Libros. Colección Bibliotheca Philologica.
ISBN 978-84-7635-812-2

En el libro se hace un recorrido por la historia del español de ayer a hoy exclusivamente a partir de ejercicios y tareas, con soluciones y orientaciones bibliográficas que se pueden trabajar de manera autónoma o con la ayuda de un profesor. La originalidad mayor del libro es que la teoría no se presenta de forma expositiva sino a través de las más de 350 propuestas (ejercicios y tareas cortas de investigación) que se ofrecen.
El libro se distribuye en cuatro grandes capítulos dedicados, respectivamente, a la Historia del Idioma (de las lenguas prerromanas al español actual), la evolución de los sonidos del español, la morfosintaxis y el léxico. Al final tiene un apéndice donde se explica cómo abordar ejercicios típicos de historia de la lengua como derivaciones de palabras del latín al español, cómo hacer comentarios filológicos de textos, etc. Espero que pueda serviros a quienes estudiáis o enseñáis Historia de la Lengua o estáis interesados por ella y sois seguidores de este blog.
Redactando esta entrada me viene a la cabeza el imborrable momento “he venido a hablar de mi libro” que protagonizó Francisco Umbral hace años en televisión.

martes, 4 de enero de 2011

Los otros Reyes Magos

Como todos los niños españoles de mi generación, yo pensaba que el trineo de Papá Noel sólo podía circular por países nórdicos nevados, así que mis cartas se dirigían exclusivamente a los Reyes Magos. Creo recordar que en mi mente de niña los Reyes no tenían otra individualidad que su nombre, viajaban juntos, ponían los juguetes juntos y tiraban caramelos de la misma forma. Fue años después, en las clases de Historia de la Lengua, cuando aprendí que para un desconocido hombre medieval del siglo XII, anónimo escritor de una obra de teatro en verso sobre los Reyes Magos, cada uno de los reyes tenía su propio carácter. En el Auto de los Reyes Magos, la primera pieza teatral conocida escrita en castellano, los tres reyes ven la estrella y deciden seguirla, y, en sus parlamentos, muestran su distinta personalidad: Melchor es el el astrólogo, el más intelectual y culto de los personajes; Gaspar es un personaje de acción, más decidido en sus parlamentos y el rey Baltasar el más incrédulo de los tres. Es uno de esos textos tempranos rodeados de oscuridad por las circunstancias en que se ha conservados y sus rasgos lingüísticos (¿influencia mozárabe, gascona?): el propio nombre de Auto de los RRMM le fue asignado por Menéndez Pidal ya que es un texto copiado en los folios en blanco que sobraron en un códice hallado en Toledo y compuesto de textos religiosos. Dice uno de los reyes:
Oro, mir[r]a i acenso a el ofrecremos
si fure rey de t[i]erra, el oro querá
si fure omne mortal, la mira tomará,
si rei celestrial, estos dos dexara
tomara el enceso quel pertenecera
Como otros niños, yo también tenía mi Rey Mago, que era Baltasar. Como mi rey mago preferido, el Auto es uno de mis textos favoritos de esa época primera de los romances peninsulares. ¿Tenéis alguno vosotros? Que los Reyes Magos os sorprendan mañana...
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Como todos los niños españoles de mi generación, yo pensaba que el trineo de Papá Noel sólo podía circular por países nórdicos nevados, así que mis cartas se dirigían exclusivamente a los Reyes Magos. Creo recordar que en mi mente de niña los Reyes no tenían otra individualidad que su nombre, viajaban juntos, ponían los juguetes juntos y tiraban caramelos de la misma forma. Fue años después, en las clases de Historia de la Lengua, cuando aprendí que para un desconocido hombre medieval del siglo XII, anónimo escritor de una obra de teatro en verso sobre los Reyes Magos, cada uno de los reyes tenía su propio carácter. En el Auto de los Reyes Magos, la primera pieza teatral conocida escrita en castellano, los tres reyes ven la estrella y deciden seguirla, y, en sus parlamentos, muestran su distinta personalidad: Melchor es el el astrólogo, el más intelectual y culto de los personajes; Gaspar es un personaje de acción, más decidido en sus parlamentos y el rey Baltasar el más incrédulo de los tres. Es uno de esos textos tempranos rodeados de oscuridad por las circunstancias en que se ha conservados y sus rasgos lingüísticos (¿influencia mozárabe, gascona?): el propio nombre de Auto de los RRMM le fue asignado por Menéndez Pidal ya que es un texto copiado en los folios en blanco que sobraron en un códice hallado en Toledo y compuesto de textos religiosos. Dice uno de los reyes:
Oro, mir[r]a i acenso a el ofrecremos
si fure rey de t[i]erra, el oro querá
si fure omne mortal, la mira tomará,
si rei celestrial, estos dos dexara
tomara el enceso quel pertenecera
Como otros niños, yo también tenía mi Rey Mago, que era Baltasar. Como mi rey mago preferido, el Auto es uno de mis textos favoritos de esa época primera de los romances peninsulares. ¿Tenéis alguno vosotros? Que los Reyes Magos os sorprendan mañana...