viernes, 22 de enero de 2010

Llegan los exámenes


Turn Again Lane es la calle de Oxford donde, al parecer, acudían los estudiantes a examinarse. Al terminar el examen, muchos ya sabían que deberían volver de nuevo sobre sus pasos meses más tarde para intentarlo otra vez. Para no fracasar en Historia de la Lengua y/o Etimología y Lexicología Históricas: datos en la cabeza; capacidad para exponerlos de forma crítica y no ser tentado por la nueva normativa de exámenes de nuestra Universidad.
Este blog descansará durante las semanas de exámenes. Mucha suerte por el camino.
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Turn Again Lane es la calle de Oxford donde, al parecer, acudían los estudiantes a examinarse. Al terminar el examen, muchos ya sabían que deberían volver de nuevo sobre sus pasos meses más tarde para intentarlo otra vez. Para no fracasar en Historia de la Lengua y/o Etimología y Lexicología Históricas: datos en la cabeza; capacidad para exponerlos de forma crítica y no ser tentado por la nueva normativa de exámenes de nuestra Universidad.
Este blog descansará durante las semanas de exámenes. Mucha suerte por el camino.

martes, 19 de enero de 2010

Cazando a Shakespeare por el mundo

Una de las palabras españolas que ha pasado a otras lenguas es quijote. El español no tiene, en cambio, un equivalente para la palabra inglesa completist (‘afanado por completar una tarea mostrando en ella su devoción a algo o alguien’). Ambas palabras aparecen en una noticia del New York Times de esta semana: Quixotes of the Theater, Chasing Complete Works. La noticia hace la divertida crónica de unos británicos empeñados en ver en teatro todas las obras escritas por William Shakespeare . Por diversos lugares del Reino Unido han ido cazando representaciones de las 39 piezas dramáticas shakesperianas, y han encontrado la última que les quedaba por ver en vivo en un pequeño teatro neoyorquino al que han viajado emocionados y expectantes.
Si hubiera unos completistas españoles que quisieran ver, pongo por caso, toda la obra teatral de Lope de Vega lo tendrían bastante más difícil. Lope (en la imagen podéis ver su autógrafo) fue autor de epopeyas, novelas y poemas; sobre la lengua de sus sonetos, por cierto, impartirá mañana una conferencia el catedrático de Historia de la Lengua de la US Manuel Ariza Viguera de 10 a 11 en la Facultad de Filología dentro del ciclo de conferencias sobre Historia de la Lengua y variación organizado por M. D. Gordón. Pero, sobre todo, Lope fue un prolífico dramaturgo: al Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza se le han atribuido cientos de obras teatrales, más de un millar.
En el
Teatro que lleva su nombre en Sevilla, podemos ver esta temporada dos de la obras de Shakespeare: El sueño de una noche de verano y Ricardo III. Siempre que no me arrepienta después de haber leído vuestros exámenes, podríamos ir aprovechando las tarifas reducidas de grupo a ver alguna de estas obras.
¿Tenéis vocación de completistas? ¿A qué autor, corriente o época os habéis dedicado con la devoción de un quijote?
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Una de las palabras españolas que ha pasado a otras lenguas es quijote. El español no tiene, en cambio, un equivalente para la palabra inglesa completist (‘afanado por completar una tarea mostrando en ella su devoción a algo o alguien’). Ambas palabras aparecen en una noticia del New York Times de esta semana: Quixotes of the Theater, Chasing Complete Works. La noticia hace la divertida crónica de unos británicos empeñados en ver en teatro todas las obras escritas por William Shakespeare . Por diversos lugares del Reino Unido han ido cazando representaciones de las 39 piezas dramáticas shakesperianas, y han encontrado la última que les quedaba por ver en vivo en un pequeño teatro neoyorquino al que han viajado emocionados y expectantes.
Si hubiera unos completistas españoles que quisieran ver, pongo por caso, toda la obra teatral de Lope de Vega lo tendrían bastante más difícil. Lope (en la imagen podéis ver su autógrafo) fue autor de epopeyas, novelas y poemas; sobre la lengua de sus sonetos, por cierto, impartirá mañana una conferencia el catedrático de Historia de la Lengua de la US Manuel Ariza Viguera de 10 a 11 en la Facultad de Filología dentro del ciclo de conferencias sobre Historia de la Lengua y variación organizado por M. D. Gordón. Pero, sobre todo, Lope fue un prolífico dramaturgo: al Fénix de los ingenios y Monstruo de la Naturaleza se le han atribuido cientos de obras teatrales, más de un millar.
En el
Teatro que lleva su nombre en Sevilla, podemos ver esta temporada dos de la obras de Shakespeare: El sueño de una noche de verano y Ricardo III. Siempre que no me arrepienta después de haber leído vuestros exámenes, podríamos ir aprovechando las tarifas reducidas de grupo a ver alguna de estas obras.
¿Tenéis vocación de completistas? ¿A qué autor, corriente o época os habéis dedicado con la devoción de un quijote?

martes, 12 de enero de 2010

La historia de la lengua en los límites

Gran parte de los contenidos que hemos estado viendo a lo largo del primer cuatrimestre de Historia de la Lengua Española están relacionados con los efectos de los límites sobre la extensión de una lengua: hemos limitado las áreas de uso de las lenguas paleohispánicas, los límites del Imperio romano y el espacio latinohablante que consecuentemente surge de tales límites, hemos afinado un poco más observando cómo la Hispania Citerior y Ulterior fueron luego subdividas en provincias hasta la partición de Diocleciano, hablamos de los límites que separaron a suevos y godos, a árabes y a no árabes, a los del Reino de León y a los de Reino de Castilla.... Nos pasamos las clases redibujando las demarcaciones en los mapas. No siempre los límites administrativos coinciden con los lingüísticos, y, para la etapa del primer Medievo que hemos visto en clase ni siquiera hay separaciones claras ni romances claramente reconocibles como diferentes a un lado y otro de la frontera.
Pero la frontera nos plantea otras cuestiones también: ¿qué hay al otro lado?, ¿queremos cruzar el límite? Inevitablemente, nuestra forma de contar la historia adopta la perspectiva del que está “a este lado” de la frontera. Hablamos, por ejemplo, de “invasiones bárbaras” para dar nombre a la extensión de los pueblos germanos dentro de las fronteras del Imperio Romano; en alemán se llama Völkerwanderung, esto es, “migración de los pueblos”.
Un reciente libro de Roger-Pol Droit, Genealogía de los bárbaros. Historia de la inhumanidad (Paidós) se plantea cómo griegos, latinos y la historia posterior han ido cambiando su manera de definir a los bárbaros, a quienes estaban al otro lado del limes o frontera. De los bárbaros ridiculizados a admirados, los bárbaros y su ser como forma de discutir sobre la identidad propia, el reconocimiento occidental de que también somos bárbaros, la anulación consiguiente de la frontera entre bárbaros y no bárbaros, el nacimiento del concepto de barbarie, qué es la barbarie en el siglo XXI y por qué tendemos a “colocar la barbarie en un solo lado” son algunos de las líneas argumentales de este interesante ensayo.
El poema de K. Kavafis (1863-1933) “Esperando a los bárbaros” nos revela que hemos necesitado históricamente a los bárbaros y a las fronteras

Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.
¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.

¿Dónde ponemos las fronteras para nuestra “Historia de la lengua española”? ¿Hasta qué punto nuestra Filología Hispánica nos hace insistir más en nuestras fronteras lingüísticas e ignorar lo que se acerca a la Filología Románica? Hay que limitarse para especializarse, pero ¿cuándo la especialización nos ciega sin dejarnos ver lo que hay más allá del límite?
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Gran parte de los contenidos que hemos estado viendo a lo largo del primer cuatrimestre de Historia de la Lengua Española están relacionados con los efectos de los límites sobre la extensión de una lengua: hemos limitado las áreas de uso de las lenguas paleohispánicas, los límites del Imperio romano y el espacio latinohablante que consecuentemente surge de tales límites, hemos afinado un poco más observando cómo la Hispania Citerior y Ulterior fueron luego subdividas en provincias hasta la partición de Diocleciano, hablamos de los límites que separaron a suevos y godos, a árabes y a no árabes, a los del Reino de León y a los de Reino de Castilla.... Nos pasamos las clases redibujando las demarcaciones en los mapas. No siempre los límites administrativos coinciden con los lingüísticos, y, para la etapa del primer Medievo que hemos visto en clase ni siquiera hay separaciones claras ni romances claramente reconocibles como diferentes a un lado y otro de la frontera.
Pero la frontera nos plantea otras cuestiones también: ¿qué hay al otro lado?, ¿queremos cruzar el límite? Inevitablemente, nuestra forma de contar la historia adopta la perspectiva del que está “a este lado” de la frontera. Hablamos, por ejemplo, de “invasiones bárbaras” para dar nombre a la extensión de los pueblos germanos dentro de las fronteras del Imperio Romano; en alemán se llama Völkerwanderung, esto es, “migración de los pueblos”.
Un reciente libro de Roger-Pol Droit, Genealogía de los bárbaros. Historia de la inhumanidad (Paidós) se plantea cómo griegos, latinos y la historia posterior han ido cambiando su manera de definir a los bárbaros, a quienes estaban al otro lado del limes o frontera. De los bárbaros ridiculizados a admirados, los bárbaros y su ser como forma de discutir sobre la identidad propia, el reconocimiento occidental de que también somos bárbaros, la anulación consiguiente de la frontera entre bárbaros y no bárbaros, el nacimiento del concepto de barbarie, qué es la barbarie en el siglo XXI y por qué tendemos a “colocar la barbarie en un solo lado” son algunos de las líneas argumentales de este interesante ensayo.
El poema de K. Kavafis (1863-1933) “Esperando a los bárbaros” nos revela que hemos necesitado históricamente a los bárbaros y a las fronteras

Porque se hizo de noche y los bárbaros no llegaron.
Algunos han venido de las fronteras
y contado que los bárbaros no existen.
¿Y qué va a ser de nosotros ahora sin bárbaros?
Esta gente, al fin y al cabo, era una solución.

¿Dónde ponemos las fronteras para nuestra “Historia de la lengua española”? ¿Hasta qué punto nuestra Filología Hispánica nos hace insistir más en nuestras fronteras lingüísticas e ignorar lo que se acerca a la Filología Románica? Hay que limitarse para especializarse, pero ¿cuándo la especialización nos ciega sin dejarnos ver lo que hay más allá del límite?

jueves, 7 de enero de 2010

Letra B

La ortografía española que se estableció con las obras de la RAE, a partir del siglo XVIII, mantuvo por tradición gráfica las letras b y v, que en latín se usaban con distinta equivalencia fonética. Aunque se tendió a fijar las grafías de acuerdo con su étimo (veinte con v por proceder de VIGINTI, deber con b por proceder de DEBERE), en algunas voces no se respetó el criterio etimológico y, por la extensión que en el uso escrito ya tenía una b o una v antietimológicas o por vacilación en el establecimiento de la etimología concreta, nos encontramos con casos como berza, con b pese a proceder del latín VIRDIA (plural neutro de verde). Lo mismo ocurrió con boda, barrer, abogado... Los Berzas son un grupo español que ha actualizado la canción “Letra B” que cantaban en Barrio Sésamo con la música del Let it be; esta imprescindible canción metalingüística tenéis que oírla aquí. Abalanzar, absorber... ¿qué palabra lleva b para vuestra sorpresa?
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La ortografía española que se estableció con las obras de la RAE, a partir del siglo XVIII, mantuvo por tradición gráfica las letras b y v, que en latín se usaban con distinta equivalencia fonética. Aunque se tendió a fijar las grafías de acuerdo con su étimo (veinte con v por proceder de VIGINTI, deber con b por proceder de DEBERE), en algunas voces no se respetó el criterio etimológico y, por la extensión que en el uso escrito ya tenía una b o una v antietimológicas o por vacilación en el establecimiento de la etimología concreta, nos encontramos con casos como berza, con b pese a proceder del latín VIRDIA (plural neutro de verde). Lo mismo ocurrió con boda, barrer, abogado... Los Berzas son un grupo español que ha actualizado la canción “Letra B” que cantaban en Barrio Sésamo con la música del Let it be; esta imprescindible canción metalingüística tenéis que oírla aquí. Abalanzar, absorber... ¿qué palabra lleva b para vuestra sorpresa?

viernes, 1 de enero de 2010

Omite ese étimo

El 2 de enero de 1997 (tal día como mañana hace trece años) murió Joan Corominas (1905-1997), autor del Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico (DCECH). Exiliado en 1939 tras la guerra civil, ejerció en la universidad argentina, donde comenzó a redactar el DCECH, apartando los estudios sobre léxico y toponomástica del catalán en los que se había especializado tras su formación. Posteriormente, trabajó en Chicago treinta años hasta su vuelta a Barcelona en 1976.
Los medios lógicamente limitados de la época (sin ordenadores, sin patrocinio, con menor desarrollo bibliográfico) fueron vencidos por un riguroso plan de trabajo, casi ascético, que marcó la propia vida de Corominas.
El resultado es abrumador: nueve mil artículos lexicográficos en un diccionario que recoge información sobre la primera documentación de una palabra, sus cambios semánticos, adscripción de uso, problemas de variantes fónicas... De 1954 a 1957 apareció la obra en cuatro volúmenes del Diccionario y en 1980 una nueva versión en seis volúmenes, en colaboración con José Antonio Pascual. El proyecto de digitalización del DCECH se ha desarrollado en la Universidad de Barcelona en los últimos años y no queda mucho para su presentación. El Breve diccionario etimológico de Corominas (aparecido en 1961) es una buena herramienta para tener la versión más cómoda del saber etimológico en casa.
La obra de Corominas es imprescindible para quienes estudian o investigan en historia de la lengua, ejemplo del uso de una perspectiva románica en la investigación léxica (además del catalán, sus conocimientos sobre el aragonés, el vasco y las lenguas prerromanas es manifiesto en el Diccionario, que preparó el terreno para su posterior Diccionari etimológic de la llengua catalana, 1981-1984).
En alguno de los artículos del diccionario se trasluce el particular estilo polémico del autor (vid. codorniz) o los guiños a sus lectores. Particularmente, recuerdo la sorpresa que me llevé al encontrar esta información en el artículo sobre un derivado de nadar, nadante:

Nadante [Alfonso de Palencia]. Gallego latante ‘el chico que huye de la escuela’, disimilación de natante, expresión pontevedresa o santiaguesa de catedráticos de Seminario, Instituto o Universidad, porque esos muchachos se van al río o a la ría a hacer lo que nos describe lindamente Pereda en Sotileza”.

Hace años que me entretengo coleccionando palíndromos (frases que pueden ser leídas igualmente de derecha a izquierda o de izquierda a derecha). Uno de mis preferidos, por filológico, es omite ese étimo. Mis alumnos, destinatarios de este blog, parecen obedecer a ese imperativo palindrómico, pues se empeñan en hacer sus comentarios filológicos omitiendo todos los étimos de las palabras que comentan. Pese a la exhaustividad de su diccionario, también Corominas omitió algunos étimos: el de catalán y el de español. Es una de las curiosidades que señaló Rafael Lapesa en la necrológica que escribió de Corominas, un texto muy humano escrito por el Lapesa último.
De palíndromos y étimos, deja tu comentario...
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El 2 de enero de 1997 (tal día como mañana hace trece años) murió Joan Corominas (1905-1997), autor del Diccionario Crítico Etimológico Castellano e Hispánico (DCECH). Exiliado en 1939 tras la guerra civil, ejerció en la universidad argentina, donde comenzó a redactar el DCECH, apartando los estudios sobre léxico y toponomástica del catalán en los que se había especializado tras su formación. Posteriormente, trabajó en Chicago treinta años hasta su vuelta a Barcelona en 1976.
Los medios lógicamente limitados de la época (sin ordenadores, sin patrocinio, con menor desarrollo bibliográfico) fueron vencidos por un riguroso plan de trabajo, casi ascético, que marcó la propia vida de Corominas.
El resultado es abrumador: nueve mil artículos lexicográficos en un diccionario que recoge información sobre la primera documentación de una palabra, sus cambios semánticos, adscripción de uso, problemas de variantes fónicas... De 1954 a 1957 apareció la obra en cuatro volúmenes del Diccionario y en 1980 una nueva versión en seis volúmenes, en colaboración con José Antonio Pascual. El proyecto de digitalización del DCECH se ha desarrollado en la Universidad de Barcelona en los últimos años y no queda mucho para su presentación. El Breve diccionario etimológico de Corominas (aparecido en 1961) es una buena herramienta para tener la versión más cómoda del saber etimológico en casa.
La obra de Corominas es imprescindible para quienes estudian o investigan en historia de la lengua, ejemplo del uso de una perspectiva románica en la investigación léxica (además del catalán, sus conocimientos sobre el aragonés, el vasco y las lenguas prerromanas es manifiesto en el Diccionario, que preparó el terreno para su posterior Diccionari etimológic de la llengua catalana, 1981-1984).
En alguno de los artículos del diccionario se trasluce el particular estilo polémico del autor (vid. codorniz) o los guiños a sus lectores. Particularmente, recuerdo la sorpresa que me llevé al encontrar esta información en el artículo sobre un derivado de nadar, nadante:

Nadante [Alfonso de Palencia]. Gallego latante ‘el chico que huye de la escuela’, disimilación de natante, expresión pontevedresa o santiaguesa de catedráticos de Seminario, Instituto o Universidad, porque esos muchachos se van al río o a la ría a hacer lo que nos describe lindamente Pereda en Sotileza”.

Hace años que me entretengo coleccionando palíndromos (frases que pueden ser leídas igualmente de derecha a izquierda o de izquierda a derecha). Uno de mis preferidos, por filológico, es omite ese étimo. Mis alumnos, destinatarios de este blog, parecen obedecer a ese imperativo palindrómico, pues se empeñan en hacer sus comentarios filológicos omitiendo todos los étimos de las palabras que comentan. Pese a la exhaustividad de su diccionario, también Corominas omitió algunos étimos: el de catalán y el de español. Es una de las curiosidades que señaló Rafael Lapesa en la necrológica que escribió de Corominas, un texto muy humano escrito por el Lapesa último.
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