¿Sabrá este mozo que existe la historia de la lengua? |
No, este hombre, de profesión modelo, no es muy guapo, este hombre es
guapísimo. Y es que hay una diferencia: en
una escala, ser guapísimo es más que ser muy guapo. También históricamente eran elementos distintos. La terminación -ISSIMUS y la palabra MULTU (de
donde vienen mucho y muy) servían en latín para
la formación de superlativos, es decir, se usaban para tomar un adjetivo (alto) e
intensificar su significado dentro de una escala de grados, donde se pueden subir puestos
en comparación con los otros (más alto, menos alto, el más alto de todos) o crecer
en significado (muy alto, altísimo). La intensificación con muy tuvo más
extensión en el latín tardío, cuando se preferían procedimientos analíticos
(añadir una palabra al adjetivo) y no sintéticos (añadir un sufijo) para
expresar movimientos en esa escala. De hecho, en castellano antiguo, antes del
siglo XV, apenas contamos con ejemplos de -ísimo, aunque luego creció esta terminación
desde el XV (donde era considerada muy culta, algo así como nuestro -érrimo
actual) hasta el XVIII y se hizo común.
Los mecanismos de graduación son muy variables en la historia y en los
hablantes, pertenecen a esa área de la lengua que está continuamente en
creatividad y movimiento: requeteguapo, reguapo, superguapo, megaguapo,
guapo-guapo, guapo a rabiar... ¿Qué dices tú? Si eres Jon, deja tu teléfono y si no, deja tu
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