Más allá del verano pueden venir estaciones distintas del otoño. En la
lengua antigua se podían separar verano y estío como dos estaciones
distintas: el verano empezaba al final de la primavera y el estío ocupaba los
propios meses de calor. ¿El resultado? Cinco estaciones, como decía Cervantes
en el Quijote: “A la primavera sigue el verano, al verano el estío, al estío el otoño,
al otoño el invierno, y al invierno la primavera, y assí torna a andarse el tiempo”.
Otros borraban la primavera, y ponían al verano en su lugar; el estío era
así la segunda estación, como señalaba Juan de Mena en su Comentario a la Coronación del Marqués de Santillana, en el siglo
XV: “Demuéstrase el año departido en quatro tienpos: en verano
e otoño e estío e invierno; e esto de tres en tres meses: el verano es março,
abril e mayo; el estío es junio, julio e agosto; el otoño es setienbre, otubre
e novienbre; el invierno es dezienbre, enero e febrero”.
Yo no propongo que cambiemos el número de las estaciones y tampoco quiero
sugerir una alteración en el nombre de ellas. Ya sé que el verano boreal, el
nuestro, empieza el 21 de junio y aún faltan unos días. No me quiero inmiscuir
en solsticios o equinoccios... pero digo que el tiempo también está en uno. Y
que, aunque el amigo verano no está aquí, yo me siento en verano: ya va
haciendo mucha calor por Sevilla, tengo el corazón de mudanza y la cabeza en el
siglo XV.
Por
eso, Nosolodeyod se toma este año un poco antes las vacaciones de verano. Volveremos
también un poco antes de lo habitual, a principios de septiembre. Hasta entonces, buen verano y cuida tu tiempo.