domingo, 27 de mayo de 2012

Cosas que he hecho últimamente (15/4-25/5)

Se acerca el fin de curso y parece que febrilmente queremos exprimir la agenda al máximo. Se multiplican las actividades en la Universidad y la cálida primavera sevillana invita a muchos colegas a visitarnos. He dejado en nuestra galería algunas fotos de las actividades que me han ocupado últimamente, que son estas:
  
1) Asistí a las charlas que el profesor Bert Cornillie, de la Universidad de Lovaina, dio en la Universidad de Sevilla. Una de ellas trató sobre los verbos pseudocopulativos parecer y resultar; otra versó sobre el tema Trabajar como hispanista fuera de España: debilidades y fortalezas. Generosamente Bert nos ha hecho llegar los textos de sus presentaciones, los he enlazado aquí y aquí.
  
2) Visitó también nuestra facultad el académico Francisco Rodríguez Adrados, que impartió una conferencia sobre Los orígenes de la literatura grecolatina, presentado por Emilia Ruiz Yamuza. Tanto en esta charla como en la de Bert Cornillie la sala estaba llena de alumnos: ¡estoy orgullosa de vosotros!

3) En colaboración con los otros miembros del proyecto de investigación que dirijo, Historia15, he participado en la ampliación de los recursos disponibles en nuestra web incorporando una sección de bibliografías temáticas sobre el tema de nuestra investigación: la escritura de la historia en español en la Baja Edad Media. Si quieres investigar sobre el tema o simplemente te interesa saber a qué nos dedicamos, echa un vistazo a nuestra página, que todavía tiene que seguir enriqueciéndose con más archivos.
4) Asistí a un coloquio de doctorandos  que investigan en torno a la edición de textos, con el título Tejiéndonos la red, dirigido por el profesor de Literatura Española de la US Juan Montero. En él participó una de las integrantes del proyecto Historia 15, Blanca Garrido. Con los profesores Luis Gómez Canseco, Pablo Jauralde Pou y Pedro Ruiz Pérez tuve ocasión de participar en dicho coloquio en una mesa redonda acerca de edición de textos digitales. Fue interesante conocer algunos proyectos nuevos de volcado digital de textos... cositas nuevas que probar.

5) Asistí al congreso Digitalingua sobre entorno digital y aprendizaje de lenguas y sobre lenguas. Lo de asistir es curioso,  porque, siendo un congreso virtual, la participación fue toda a través de medios no presenciales: un vídeo-resumen y un texto sobre “El medio digital en la enseñanza de la Historia de la Lengua Española”.

6) Y descubrí este yeísmo en una placa adherida al muro de una iglesia sevillana. Pero de esta capiya os hablaré la semana que viene...  si seguís leyéndome, porque  ¿en qué enredos andáis en este final de curso? Dejad vuestros comentarios...

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Se acerca el fin de curso y parece que febrilmente queremos exprimir la agenda al máximo. Se multiplican las actividades en la Universidad y la cálida primavera sevillana invita a muchos colegas a visitarnos. He dejado en nuestra galería algunas fotos de las actividades que me han ocupado últimamente, que son estas:
  
1) Asistí a las charlas que el profesor Bert Cornillie, de la Universidad de Lovaina, dio en la Universidad de Sevilla. Una de ellas trató sobre los verbos pseudocopulativos parecer y resultar; otra versó sobre el tema Trabajar como hispanista fuera de España: debilidades y fortalezas. Generosamente Bert nos ha hecho llegar los textos de sus presentaciones, los he enlazado aquí y aquí.
  
2) Visitó también nuestra facultad el académico Francisco Rodríguez Adrados, que impartió una conferencia sobre Los orígenes de la literatura grecolatina, presentado por Emilia Ruiz Yamuza. Tanto en esta charla como en la de Bert Cornillie la sala estaba llena de alumnos: ¡estoy orgullosa de vosotros!

3) En colaboración con los otros miembros del proyecto de investigación que dirijo, Historia15, he participado en la ampliación de los recursos disponibles en nuestra web incorporando una sección de bibliografías temáticas sobre el tema de nuestra investigación: la escritura de la historia en español en la Baja Edad Media. Si quieres investigar sobre el tema o simplemente te interesa saber a qué nos dedicamos, echa un vistazo a nuestra página, que todavía tiene que seguir enriqueciéndose con más archivos.
4) Asistí a un coloquio de doctorandos  que investigan en torno a la edición de textos, con el título Tejiéndonos la red, dirigido por el profesor de Literatura Española de la US Juan Montero. En él participó una de las integrantes del proyecto Historia 15, Blanca Garrido. Con los profesores Luis Gómez Canseco, Pablo Jauralde Pou y Pedro Ruiz Pérez tuve ocasión de participar en dicho coloquio en una mesa redonda acerca de edición de textos digitales. Fue interesante conocer algunos proyectos nuevos de volcado digital de textos... cositas nuevas que probar.

5) Asistí al congreso Digitalingua sobre entorno digital y aprendizaje de lenguas y sobre lenguas. Lo de asistir es curioso,  porque, siendo un congreso virtual, la participación fue toda a través de medios no presenciales: un vídeo-resumen y un texto sobre “El medio digital en la enseñanza de la Historia de la Lengua Española”.

6) Y descubrí este yeísmo en una placa adherida al muro de una iglesia sevillana. Pero de esta capiya os hablaré la semana que viene...  si seguís leyéndome, porque  ¿en qué enredos andáis en este final de curso? Dejad vuestros comentarios...

domingo, 20 de mayo de 2012

Para mí son tesoros

No soy excesivamente fetichista con los libros, pero hay algunos libros viejos que he ido comprando y que atesoro con especial cuidado. Muchos de ellos tienen relación con la Lingüística Histórica del español o de otras lenguas. Os quiero enseñar aquí algunos de ellos:
-Menéndez Pidal en Austral. ¿Quién no tiene un libro de Austral en casa? De los dos mil títulos que desde 1937 sacó Austral (os enlazo a un especial que salió en Ínsula) hay más de una decena de verdes de don Ramón, que se encuentran aún muy fácilmente en cualquier librería de viejo. 

-Mi Duden. Este lo compré baratísimo en Lyon, creo que quien me lo vendió no sabía la joya que era tener un ejemplar de principios de siglo (1924) de este diccionario, cuya primera edición (la hecha por Konrad Duden) data de 1872. Los sucesivos diccionarios Duden se convirtieron en el estándar de la ortografía alemana en el siglo XX.
Esa manita no es mía...
-Otra vez Alemania. Esta es una primera edición de la traducción española (1929) de dos ensayos de Vossler, hecha en Buenos Aires. Me gusta mucho ese primer periodo de la formación de la Filología española en que Pidal y Lapesa se esforzaban en explicar, matizar y aplicar las teorías del idealismo en España.

-La Crestomatía de Pidal (1966). La compré hace años y la uso muchísimo. Aprendí la palabra crestomatía y su significado en las clases de Historia de la Lengua.
-¡El Keniston! Quiero decir, la Syntax of Castilian Prose. 16th century de Keniston (1937). Un día me harté de tenerla fotocopiada, y de consultarla fotocopiada también en la Biblioteca de la Universidad, así que decidí regalármela con ocasión de alguna Navidad. La compré en Iberlibro. Su anterior propietario, un tal David Gold, le puso fecha en México en 1965... qué intriga.
-Y por último, un libro reciente, el único de esta lista que no compré de segunda mano:  la Defensa del estudiante y de la universidad de Pedro Salinas, un libro del que hablé en el blog a principios de este curso 2011/ 2012 y que reaparece ahora, al final. Este es el libro que he elegido para ir a la manifestación que el próximo martes 22 de mayo partirá del Rectorado a las 18,30 contra los recortes en Educación. Los alumnos nos convocan con libro en mano y camisa blanca, el color del luto en varias culturas.
Y yo voy, tras la bandera de la educación. Porque en dos semanas he tenido que ver, desde dos partidos distintos, ofensas al colectivo de profesores, bajadas de sueldo, puertas abiertas a despidos y puertas cerradas a los jóvenes investigadores que estamos formando en las universidades. Porque para mí la educación sí que es un tesoro. ¿Qué libro vas a llevar tú? Deja tu comentario.
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No soy excesivamente fetichista con los libros, pero hay algunos libros viejos que he ido comprando y que atesoro con especial cuidado. Muchos de ellos tienen relación con la Lingüística Histórica del español o de otras lenguas. Os quiero enseñar aquí algunos de ellos:
-Menéndez Pidal en Austral. ¿Quién no tiene un libro de Austral en casa? De los dos mil títulos que desde 1937 sacó Austral (os enlazo a un especial que salió en Ínsula) hay más de una decena de verdes de don Ramón, que se encuentran aún muy fácilmente en cualquier librería de viejo. 

-Mi Duden. Este lo compré baratísimo en Lyon, creo que quien me lo vendió no sabía la joya que era tener un ejemplar de principios de siglo (1924) de este diccionario, cuya primera edición (la hecha por Konrad Duden) data de 1872. Los sucesivos diccionarios Duden se convirtieron en el estándar de la ortografía alemana en el siglo XX.
Esa manita no es mía...
-Otra vez Alemania. Esta es una primera edición de la traducción española (1929) de dos ensayos de Vossler, hecha en Buenos Aires. Me gusta mucho ese primer periodo de la formación de la Filología española en que Pidal y Lapesa se esforzaban en explicar, matizar y aplicar las teorías del idealismo en España.

-La Crestomatía de Pidal (1966). La compré hace años y la uso muchísimo. Aprendí la palabra crestomatía y su significado en las clases de Historia de la Lengua.
-¡El Keniston! Quiero decir, la Syntax of Castilian Prose. 16th century de Keniston (1937). Un día me harté de tenerla fotocopiada, y de consultarla fotocopiada también en la Biblioteca de la Universidad, así que decidí regalármela con ocasión de alguna Navidad. La compré en Iberlibro. Su anterior propietario, un tal David Gold, le puso fecha en México en 1965... qué intriga.
-Y por último, un libro reciente, el único de esta lista que no compré de segunda mano:  la Defensa del estudiante y de la universidad de Pedro Salinas, un libro del que hablé en el blog a principios de este curso 2011/ 2012 y que reaparece ahora, al final. Este es el libro que he elegido para ir a la manifestación que el próximo martes 22 de mayo partirá del Rectorado a las 18,30 contra los recortes en Educación. Los alumnos nos convocan con libro en mano y camisa blanca, el color del luto en varias culturas.
Y yo voy, tras la bandera de la educación. Porque en dos semanas he tenido que ver, desde dos partidos distintos, ofensas al colectivo de profesores, bajadas de sueldo, puertas abiertas a despidos y puertas cerradas a los jóvenes investigadores que estamos formando en las universidades. Porque para mí la educación sí que es un tesoro. ¿Qué libro vas a llevar tú? Deja tu comentario.

sábado, 12 de mayo de 2012

El bigote de Angela Merkel

El escenario es este: final del siglo XV, grupos de soldados de lengua germana, tal vez suizos, coaligados como mercenarios con los castellanos en las guerras contra musulmanes en el Reino de Granada. A alguno se le cae el arma, se tropieza al correr o se ve estorbado por el cuerpo de otro compañero de misión. Atribulado y tenso, grita el juramento a Dios Bei Got! ('Por Dios'), al tiempo que se tuerce el mostacho. Si la hipótesis que explicó Baist y luego amplió Lapesa es correcta, bigote viene de ese juramento germánico y reemplazó a mostacho para nombrar el adorno capilar masculino. Nebrija ya dice en 1495 que mostax en latín significaba en castellano bigot de barva, y hoy pocos son los que dicen mostacho en lugar de bigote. Esta es mi interpretación: como hemos tomado prestado ese germanismo en el español, y es producto que hemos importado gratis y sin aranceles, Merkel nos lo está haciendo pagar negándose a la emisión de eurobonos y respaldando los agresivos recortes sociales. Creo que quiere que le devolvamos su bigote.
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El escenario es este: final del siglo XV, grupos de soldados de lengua germana, tal vez suizos, coaligados como mercenarios con los castellanos en las guerras contra musulmanes en el Reino de Granada. A alguno se le cae el arma, se tropieza al correr o se ve estorbado por el cuerpo de otro compañero de misión. Atribulado y tenso, grita el juramento a Dios Bei Got! ('Por Dios'), al tiempo que se tuerce el mostacho. Si la hipótesis que explicó Baist y luego amplió Lapesa es correcta, bigote viene de ese juramento germánico y reemplazó a mostacho para nombrar el adorno capilar masculino. Nebrija ya dice en 1495 que mostax en latín significaba en castellano bigot de barva, y hoy pocos son los que dicen mostacho en lugar de bigote. Esta es mi interpretación: como hemos tomado prestado ese germanismo en el español, y es producto que hemos importado gratis y sin aranceles, Merkel nos lo está haciendo pagar negándose a la emisión de eurobonos y respaldando los agresivos recortes sociales. Creo que quiere que le devolvamos su bigote.

domingo, 6 de mayo de 2012

Entrevista a Rolf Eberenz

El profesor Rolf Eberenz es catedrático de Filología y Lingüística Hispánicas en la Universidad de Lausana (Suiza) y va a recibir en los próximos meses un homenaje con ocasión de su jubilación. La carrera del profesor Eberenz es un ejemplo de investigación reposada, fiable y llena de ideas, y quienes lo conocemos sabemos de su atenta cordialidad en el trato humano. Los alumnos de Historia de la Lengua Española trabajan con algunos de sus estudios como El español en el otoño de la Edad Media o su artículo "Cultura lingüística y cultivo del castellano en el otoño de la Edad Media" publicado en las Actas del Congreso de Historia de la Lengua de Madrid que tan útil resulta para comprender la lengua del siglo XV hispánico. En nosolodeyod hemos querido entrevistarlo para dar a conocer algo más de su trayectoria e intereses académicos y rendirle así nuestro particular tributo. 

1. ¿Qué siente quien está próximo a recibir un homenaje? Estoy sorprendido y me siento honrado.

2. ¿Hasta qué punto esta jubilación significa dejar de trabajar? Será trabajar de otra manera, centrarme de otro modo en la vida, dedicarme a las actividades profesionales que más me gustan, sobre todo a la investigación; disponer de más tiempo para cultivar ciertas relaciones humanas, participar en congresos y coloquios más bien para aprender que para hacer acto de presencia y, simplemente, viajar.

3. Usted ha escrito sobre lengua del siglo XV, literatura española, oralidad, historiografía lingüística... ¿qué línea de investigación es su predilecta o en cuál se ha sentido más cómodo? Yo vengo de la lexicografía, pero desde hace muchos años me interesan también las cuestiones de morfosintaxis histórica. Me gusta cambiar de rumbo de vez en cuando; no me veo investigar toda la vida el mismo fenómeno gramatical, a pesar de que la creciente especialización parece obligarnos a ello. Prefiero descubrir temas nuevos; actualmente, por ejemplo, el vocabulario medieval y áureo de la alimentación y la gastronomía. Es un terreno que no cuenta con demasiados estudios lingüísticos serios.

4. ¿Qué lo llevó al siglo XV? Me impresionó el libro de Johan Huizinga, El otoño de la Edad Media; como casi no se refiere a la Península Ibérica, me pregunté cómo se manifestaban en ella los fenómenos culturales que describe. Después me di cuenta de que, en la historia del español, el XV era uno de los siglos menos estudiados; y ello a pesar de que algunos sucesos del Cuatrocientos debieron de incidir en la evolución de la lengua, como los conflictos sociales y dinásticos, la sustitución de los modelos culturales orientales por los del Humanismo italiano, el desarrollo de una literatura cortesana, el auge de la tratadística, que supone una codificación discursiva de los aspectos más variados de la vida, y, en general, una enorme diversificación de los géneros textuales en lengua romance.

5. ¿Qué valoración hace de las dificultades observadas en las formas de trabajar y enseñar la Historia de la Lengua desde los comienzos de su carrera hasta hoy? Soy consciente de que a mi edad se tiende a idealizar las cosas de hace treinta o cuarenta años. Me parece que hoy en día los jóvenes tienen menos interés por la Historia y, sobre todo, llegan a la universidad con menos conocimientos. Hay quien dice que ello se debe a la democratización de la educación; lo dudo. En cuanto a la Historia de la Lengua, en nuestro departamento nunca hemos pensado en abandonarla. Presentamos sobre todo el contexto sociocultural de la Edad Media y nos detenemos en aquellos fenómenos en que el castellano medieval se distingue del español moderno. Dos de los objetivos, y no los menores, consisten en mostrarles a nuestros alumnos francófonos las analogías y las divergencias evolutivas entre las lenguas románicas y en facilitarles el acceso a los textos castellanos medievales.

6. Desde Suiza, ¿cómo ha visto la Universidad española, qué puntos fuertes y qué flaquezas? Sería pretencioso de mi parte hacer una valoración de la Universidad española. Como es normal, hay cosas buenas y malas. Lo que ocurre es que por la prensa uno se entera sobre todo de las malas; por ejemplo, de la pretendida degradación de las condiciones de estudio que supone Bolonia. El marco de Bolonia en sí no es ni positivo ni negativo; depende de cómo cada Estado lo implementa. La opción española por cuatro años de Grado y un año de Máster, en contradicción con la fórmula boloñesa de 3 + 2 años, no me parece mal. Permite una buena formación de base para la mayoría de los alumnos y una especialización para unos pocos. Recuerdo que la Universidad española recibió un impulso formidable en los últimos años del franquismo y durante la Transición, con un enorme entusiasmo de los jóvenes por los estudios y con la creación de nuevos centros; quizás demasiados, como se está viendo ahora que está decayendo algo la afición a los estudios de Letras. Una experiencia muy positiva ha sido para nosotros la intensificación de los intercambios de estudiantes y profesores gracias a los convenios Erasmus. Todos nuestros alumnos que regresan de España se hacen lenguas de la buena acogida que han recibido y del interés de las clases.

7. Usted ha escrito sobre las actas de la Inquisición... ¿qué actitud lingüística actual llevaría al Santo Oficio? La Inquisición anticipa algunos mecanismos de control ideológico que desarrollarán los regímenes totalitarios del siglo XX. Este control se refiere tanto a los comportamientos como a las palabras, por lo que las actas del Santo Oficio representan un corpus excepcional para el estudio de toda clase de disidencias, no sólo religiosas sino también políticas, sexuales, etc. Quizás se pueda destacar un fenómeno inquisitorial que empieza a preocuparnos en la era de Internet: cualquier acto, cualquier enunciado de un individuo puede registrarse en la Red y permanecerá documentado para siempre.

8. Recientemente el Nobel Vargas Llosa ha planteado el peligro de que se desplome la alta cultura o que la adulteremos en favor de hacerla más ligera o más accesible. ¿Está de acuerdo con esta valoración? La noción de cultura está cambiando ya desde la Segunda Guerra Mundial debido a la democratización de las sociedades occidentales y, sin duda, también porque la cultura de las clases dirigentes está perdiendo su función hegemónica y normativa. Soy partidario de un concepto antropológico de cultura, que abarca todas las representaciones simbólicas del mundo que van más allá del valor meramente utilitario de los objetos. Cuando era estudiante, los sociólogos de la literatura empezaron a decir que la novela rosa –por ejemplo, de Corín Tellado– podía ser un objeto de estudio tan interesante como el Ulysses. Por otro lado, definir el hecho literario para justificar los estudios de literatura (pienso también en el debate sobre el canon) es un problema que afortunadamente no nos afecta demasiado a los lingüistas, puesto que desde hace mucho tiempo nos interesamos por las manifestaciones discursivas de todos los sectores de la sociedad, incluidos los marginados.

9. Algunas cuestiones para terminar... Mi lengua materna es el alemán. Hablo también español, catalán, francés y, de modo menos fluido, otros más; me siento especialmente cómodo hablando español y catalán. El maestro que recuerdo: Germán Colón. Doy este mensaje a los que empiezan: que elijan la carrera por la que sientan vocación, que se dediquen a ella en cuerpo y alma; lo peor es escoger determinada formación porque uno no se anima a hacer otra cosa, como ocurre con demasiada frecuencia en Letras.

10. Lo mejor y lo peor de ser profesor universitario: lo más atractivo es la docencia, el contacto diario con unos alumnos que año tras año van siendo más jóvenes que uno mismo; es un reto grato y tonificante. Lo peor es la galopante burocratización de la universidad, esa fe tecnocrática en que una reglamentación cada vez más pletórica y unas constantes evaluaciones mejorarán la calidad de nuestro trabajo.

Gracias al profesor Eberenz por prestarse a ser entrevistado en el blog Nosolodeyod.
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El profesor Rolf Eberenz es catedrático de Filología y Lingüística Hispánicas en la Universidad de Lausana (Suiza) y va a recibir en los próximos meses un homenaje con ocasión de su jubilación. La carrera del profesor Eberenz es un ejemplo de investigación reposada, fiable y llena de ideas, y quienes lo conocemos sabemos de su atenta cordialidad en el trato humano. Los alumnos de Historia de la Lengua Española trabajan con algunos de sus estudios como El español en el otoño de la Edad Media o su artículo "Cultura lingüística y cultivo del castellano en el otoño de la Edad Media" publicado en las Actas del Congreso de Historia de la Lengua de Madrid que tan útil resulta para comprender la lengua del siglo XV hispánico. En nosolodeyod hemos querido entrevistarlo para dar a conocer algo más de su trayectoria e intereses académicos y rendirle así nuestro particular tributo. 

1. ¿Qué siente quien está próximo a recibir un homenaje? Estoy sorprendido y me siento honrado.

2. ¿Hasta qué punto esta jubilación significa dejar de trabajar? Será trabajar de otra manera, centrarme de otro modo en la vida, dedicarme a las actividades profesionales que más me gustan, sobre todo a la investigación; disponer de más tiempo para cultivar ciertas relaciones humanas, participar en congresos y coloquios más bien para aprender que para hacer acto de presencia y, simplemente, viajar.

3. Usted ha escrito sobre lengua del siglo XV, literatura española, oralidad, historiografía lingüística... ¿qué línea de investigación es su predilecta o en cuál se ha sentido más cómodo? Yo vengo de la lexicografía, pero desde hace muchos años me interesan también las cuestiones de morfosintaxis histórica. Me gusta cambiar de rumbo de vez en cuando; no me veo investigar toda la vida el mismo fenómeno gramatical, a pesar de que la creciente especialización parece obligarnos a ello. Prefiero descubrir temas nuevos; actualmente, por ejemplo, el vocabulario medieval y áureo de la alimentación y la gastronomía. Es un terreno que no cuenta con demasiados estudios lingüísticos serios.

4. ¿Qué lo llevó al siglo XV? Me impresionó el libro de Johan Huizinga, El otoño de la Edad Media; como casi no se refiere a la Península Ibérica, me pregunté cómo se manifestaban en ella los fenómenos culturales que describe. Después me di cuenta de que, en la historia del español, el XV era uno de los siglos menos estudiados; y ello a pesar de que algunos sucesos del Cuatrocientos debieron de incidir en la evolución de la lengua, como los conflictos sociales y dinásticos, la sustitución de los modelos culturales orientales por los del Humanismo italiano, el desarrollo de una literatura cortesana, el auge de la tratadística, que supone una codificación discursiva de los aspectos más variados de la vida, y, en general, una enorme diversificación de los géneros textuales en lengua romance.

5. ¿Qué valoración hace de las dificultades observadas en las formas de trabajar y enseñar la Historia de la Lengua desde los comienzos de su carrera hasta hoy? Soy consciente de que a mi edad se tiende a idealizar las cosas de hace treinta o cuarenta años. Me parece que hoy en día los jóvenes tienen menos interés por la Historia y, sobre todo, llegan a la universidad con menos conocimientos. Hay quien dice que ello se debe a la democratización de la educación; lo dudo. En cuanto a la Historia de la Lengua, en nuestro departamento nunca hemos pensado en abandonarla. Presentamos sobre todo el contexto sociocultural de la Edad Media y nos detenemos en aquellos fenómenos en que el castellano medieval se distingue del español moderno. Dos de los objetivos, y no los menores, consisten en mostrarles a nuestros alumnos francófonos las analogías y las divergencias evolutivas entre las lenguas románicas y en facilitarles el acceso a los textos castellanos medievales.

6. Desde Suiza, ¿cómo ha visto la Universidad española, qué puntos fuertes y qué flaquezas? Sería pretencioso de mi parte hacer una valoración de la Universidad española. Como es normal, hay cosas buenas y malas. Lo que ocurre es que por la prensa uno se entera sobre todo de las malas; por ejemplo, de la pretendida degradación de las condiciones de estudio que supone Bolonia. El marco de Bolonia en sí no es ni positivo ni negativo; depende de cómo cada Estado lo implementa. La opción española por cuatro años de Grado y un año de Máster, en contradicción con la fórmula boloñesa de 3 + 2 años, no me parece mal. Permite una buena formación de base para la mayoría de los alumnos y una especialización para unos pocos. Recuerdo que la Universidad española recibió un impulso formidable en los últimos años del franquismo y durante la Transición, con un enorme entusiasmo de los jóvenes por los estudios y con la creación de nuevos centros; quizás demasiados, como se está viendo ahora que está decayendo algo la afición a los estudios de Letras. Una experiencia muy positiva ha sido para nosotros la intensificación de los intercambios de estudiantes y profesores gracias a los convenios Erasmus. Todos nuestros alumnos que regresan de España se hacen lenguas de la buena acogida que han recibido y del interés de las clases.

7. Usted ha escrito sobre las actas de la Inquisición... ¿qué actitud lingüística actual llevaría al Santo Oficio? La Inquisición anticipa algunos mecanismos de control ideológico que desarrollarán los regímenes totalitarios del siglo XX. Este control se refiere tanto a los comportamientos como a las palabras, por lo que las actas del Santo Oficio representan un corpus excepcional para el estudio de toda clase de disidencias, no sólo religiosas sino también políticas, sexuales, etc. Quizás se pueda destacar un fenómeno inquisitorial que empieza a preocuparnos en la era de Internet: cualquier acto, cualquier enunciado de un individuo puede registrarse en la Red y permanecerá documentado para siempre.

8. Recientemente el Nobel Vargas Llosa ha planteado el peligro de que se desplome la alta cultura o que la adulteremos en favor de hacerla más ligera o más accesible. ¿Está de acuerdo con esta valoración? La noción de cultura está cambiando ya desde la Segunda Guerra Mundial debido a la democratización de las sociedades occidentales y, sin duda, también porque la cultura de las clases dirigentes está perdiendo su función hegemónica y normativa. Soy partidario de un concepto antropológico de cultura, que abarca todas las representaciones simbólicas del mundo que van más allá del valor meramente utilitario de los objetos. Cuando era estudiante, los sociólogos de la literatura empezaron a decir que la novela rosa –por ejemplo, de Corín Tellado– podía ser un objeto de estudio tan interesante como el Ulysses. Por otro lado, definir el hecho literario para justificar los estudios de literatura (pienso también en el debate sobre el canon) es un problema que afortunadamente no nos afecta demasiado a los lingüistas, puesto que desde hace mucho tiempo nos interesamos por las manifestaciones discursivas de todos los sectores de la sociedad, incluidos los marginados.

9. Algunas cuestiones para terminar... Mi lengua materna es el alemán. Hablo también español, catalán, francés y, de modo menos fluido, otros más; me siento especialmente cómodo hablando español y catalán. El maestro que recuerdo: Germán Colón. Doy este mensaje a los que empiezan: que elijan la carrera por la que sientan vocación, que se dediquen a ella en cuerpo y alma; lo peor es escoger determinada formación porque uno no se anima a hacer otra cosa, como ocurre con demasiada frecuencia en Letras.

10. Lo mejor y lo peor de ser profesor universitario: lo más atractivo es la docencia, el contacto diario con unos alumnos que año tras año van siendo más jóvenes que uno mismo; es un reto grato y tonificante. Lo peor es la galopante burocratización de la universidad, esa fe tecnocrática en que una reglamentación cada vez más pletórica y unas constantes evaluaciones mejorarán la calidad de nuestro trabajo.

Gracias al profesor Eberenz por prestarse a ser entrevistado en el blog Nosolodeyod.