En la entrada de hoy vamos a intentar aclarar, para calmar a la población asustadiza en la noche de Halloween, la diferencia entre un fantasma y una palabra fantasma. Las palabras fantasma o fantasmas lexicográficos son palabras que nunca se han usado en nuestro idioma, que jamás nadie pronunció o escribió y que por errores en la lectura de un texto, en la impresión de un libro o por cualquier azar ajeno al idioma se han colado en los diccionarios y se han mantenido durante siglos. En este artículo de P. Álvarez de Miranda podemos encontrar varios casos pormenorizadamente descritos. Por ejemplo, la palabra amarrazón figuró durante años en el diccionario de la Real Academia Española con el significado ‘conjunto de amarras’ y era mera errata al leerse la frase del Quijote “cortar la amarra con que este barco está atado”. En otras ocasiones, la palabra existe y se usa pero el fantasma está en uno de los significados que se da, como muestra Javier Rodríguez Molina en este trabajo. Ocurre para el español decocción que significa en español ‘acción de cocer’ pero que desde 1936 apareció en los diccionarios con un significado más: ‘amputación de un miembro’, acepción fantasma que procede de la confusión con decolación, sinónimo de degollación que sí significa, en efecto, ‘corte de la cabeza’. Eran dos palabras contiguas en la lista de voces definidas en el DRAE y el significado de una “subió” como acepción a la palabra anterior, fue un mero lapsus azaroso de imprenta. Con instrumental menos sofisticado que el usado por los Cazafantasmas de la peli de 1984, sin uniforme ni actitud brigadista, también hay persecución de fantasmas entre los historiadores de la lengua, como vemos.
Los fantasmas y las palabras fantasma son claramente criaturas distintas, lo que se muestra en que, a diferencia del fantasma convencional, la palabra fantasma no es antropomórfica ni nebulosa, no provoca miedo ni es hostil al que la lee y no se percibe extrasensorialmente sino visualmente en la página impresa del diccionario. Cuando alguien dice haber visto un fantasma despierta el mismo general escepticismo que cuando se descubre una palabra fantasma. De hecho, muchas demostradas palabras fantasma siguen en los diccionarios sin que nadie se haya convencido a borrarlas.
Apostilla fantasmal: una lectura muy recomendable, para las tardes del invierno que se avecina: Cuentos de fantasmas de Montague R.James, quien se aficionó a escribir historias clásicas de criaturas fantasmagóricas y de sus efectos en la umbría y boscosa Inglaterra victoriana. James fue profesor de Eton y Cambridge y, como sabemos los que trabajamos en el mundo universitario, estaría más que acostumbrado a ver fantasmas... ¿Alguna experiencia con fantasmas léxicos? Deja tu comentario...
Los fantasmas y las palabras fantasma son claramente criaturas distintas, lo que se muestra en que, a diferencia del fantasma convencional, la palabra fantasma no es antropomórfica ni nebulosa, no provoca miedo ni es hostil al que la lee y no se percibe extrasensorialmente sino visualmente en la página impresa del diccionario. Cuando alguien dice haber visto un fantasma despierta el mismo general escepticismo que cuando se descubre una palabra fantasma. De hecho, muchas demostradas palabras fantasma siguen en los diccionarios sin que nadie se haya convencido a borrarlas.
Apostilla fantasmal: una lectura muy recomendable, para las tardes del invierno que se avecina: Cuentos de fantasmas de Montague R.James, quien se aficionó a escribir historias clásicas de criaturas fantasmagóricas y de sus efectos en la umbría y boscosa Inglaterra victoriana. James fue profesor de Eton y Cambridge y, como sabemos los que trabajamos en el mundo universitario, estaría más que acostumbrado a ver fantasmas... ¿Alguna experiencia con fantasmas léxicos? Deja tu comentario...