miércoles, 26 de mayo de 2010

El del café y el del Diálogo de la lengua

Cuando yo era una adolescente, en la Exposición Universal del 92, el Pabellón de Colombia trajo a Sevilla como invitado estelar a un actor famoso por haber interpretado en un anuncio televisivo el personaje de un tal Juan Valdez, cafetero que nos traía, al parecer, el mejor café de Colombia. Lo pasearon por las calles de la Expo a lomos de una burra con albardas bien lustrosas.
Años después, en la Universidad, todavía algún compañero le ponía la cara de Juan Valdez a Juan de Valdés, el humanista español que en 1535 escribió el Diálogo de la lengua, cuya lectura es más que recomendable para quienes cursan asignaturas de Lingüística Histórica.
En esta obra, escrita en Nápoles e impresa por primera vez dos siglos después, podemos ver una representación de las formas en variación en el español de entonces; Valdés va opinando sobre lo que le preguntan sus interlocutores acerca del idioma, explica qué palabras, grafías, estilos o costumbres fónicas le agradan y desagradan, mostrándonos así la reflexión metalingüística hecha por un particular.
Es la otra historia de la lengua, la que conocemos no por los datos de los textos sino por las opiniones, censuras o aprobaciones de los hablantes, las plasmen en gramáticas, diccionarios, “diálogos de la lengua” o comentarios en una conversación. Un anciano señor de mi pueblo me dijo hace unos años una preciosa frase: “Ahora habláis distinto. Antes decíamos se acabó pero la gente nueva decís se ha terminado”: ¿un testimonio del progresivo ascenso en el uso del pretérito perfecto compuesto en España? Es una muestra más para esa otra crónica de la lengua que cualquier hablante con un poco de intuición puede aportar.
Por eso os quiero pedir que en esta entrada me contéis esos comentarios metalingüísticos que habéis oído y que, más allá de tópicos como “hoy se habla fatal”, “los mensajes SMS de móvil son malos para el idioma”, etc., nos informan de cambios lingüísticos percibidos por hablantes que, como el otro Juan de Valdez, no han estudiado Historia de la lengua pero a lo mejor sí saben cómo colocarle las albardas a un burro. Dejad vuestros comentarios...
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Cuando yo era una adolescente, en la Exposición Universal del 92, el Pabellón de Colombia trajo a Sevilla como invitado estelar a un actor famoso por haber interpretado en un anuncio televisivo el personaje de un tal Juan Valdez, cafetero que nos traía, al parecer, el mejor café de Colombia. Lo pasearon por las calles de la Expo a lomos de una burra con albardas bien lustrosas.
Años después, en la Universidad, todavía algún compañero le ponía la cara de Juan Valdez a Juan de Valdés, el humanista español que en 1535 escribió el Diálogo de la lengua, cuya lectura es más que recomendable para quienes cursan asignaturas de Lingüística Histórica.
En esta obra, escrita en Nápoles e impresa por primera vez dos siglos después, podemos ver una representación de las formas en variación en el español de entonces; Valdés va opinando sobre lo que le preguntan sus interlocutores acerca del idioma, explica qué palabras, grafías, estilos o costumbres fónicas le agradan y desagradan, mostrándonos así la reflexión metalingüística hecha por un particular.
Es la otra historia de la lengua, la que conocemos no por los datos de los textos sino por las opiniones, censuras o aprobaciones de los hablantes, las plasmen en gramáticas, diccionarios, “diálogos de la lengua” o comentarios en una conversación. Un anciano señor de mi pueblo me dijo hace unos años una preciosa frase: “Ahora habláis distinto. Antes decíamos se acabó pero la gente nueva decís se ha terminado”: ¿un testimonio del progresivo ascenso en el uso del pretérito perfecto compuesto en España? Es una muestra más para esa otra crónica de la lengua que cualquier hablante con un poco de intuición puede aportar.
Por eso os quiero pedir que en esta entrada me contéis esos comentarios metalingüísticos que habéis oído y que, más allá de tópicos como “hoy se habla fatal”, “los mensajes SMS de móvil son malos para el idioma”, etc., nos informan de cambios lingüísticos percibidos por hablantes que, como el otro Juan de Valdez, no han estudiado Historia de la lengua pero a lo mejor sí saben cómo colocarle las albardas a un burro. Dejad vuestros comentarios...

miércoles, 19 de mayo de 2010

Cuchillos para la carne y para los libros

Hay muchas maneras de destruir un libro. Puede romperse a fuerza de manos, como en esta imagen, muy difundida en 1996: en ella, Marcel Reich-Ranicki, destacado crítico literario alemán, rompía literalmente la obra del novelista Günter Grass Es cuento largo.
Un método clásico es quemar el libro al fuego. Así se hizo con los libros de don Enrique de Villena, un interesante intelectual del primer tercio del siglo XV. Para la historia de la lengua, nos interesa Villena por ser uno de los pioneros en la introducción de cultismos desde el latín y la copia de estructuras morfosintácticas de la lengua madre, según es tendencia común en muchos escritores del XV. Entroncado con la familia real de los Trastámara, se formó en la corte valenciana, se desplazó a la castellana y se casó con María de Albornoz. Aquí las crónicas de la época empiezan a ser oscuras al hablar de él: ¿tenía el rey Enrique II de Castilla relaciones con la esposa de Villena a sabiendas de éste? Dado que el maestrazgo de Calatrava obligaba a su portador a ser soltero, ¿obtuvo Villena ese título a cambio de su silencio y la nulidad de su matrimonio? Este episodio de la vida de Enrique de Villena, su defenestración posterior y su retirada dedicación a la astrología, la medicina y la teología hicieron crecer la leyenda en torno a nuestro personaje, cuya fama póstuma se fue haciendo más oscura con el correr de los siglos: se afirmó que el diablo le había enseñado brujería y terminó siendo llamado “El nigromante”o “El brujo” por las crónicas y las novelas posteriores.
Villena muere en 1434 y el rey Juan II manda inmediatamente requisar y expurgar su biblioteca. El obispo Lope de Barrientos se encarga de seleccionar los libros aprobados, que pasaron a formar parte de las bibliotecas reales y de quemar los libros peligrosos. Sin duda Cervantes tenía los libros quemados de Villena en la cabeza cuando escribió el famoso episodio del donoso escrutinio de los libros de Quijote que veis ilustrado a la derecha.
(La imagen del escrutinio del Quijote está tomada de una fabulosa página web que os recomiendo visitar: el Banco de imágenes del Quijote, dirigido por José Manuel Lucía Megías, en el que hay casi 15000 imágenes de los grabados e ilustraciones que han tenido las sucesivas ediciones del Quijote, españolas y extranjeras; esta imagen procede de una edición de 1737).
Los libros pueden también romperse con cuchillos. Pero es más útil usar éstos para cortar la carne, como nos enseñó el propio Enrique de Villena en su Arte çisoria, un tratado sobre cómo disponer la mesa y cómo cortar (“cisoria”, de SCINDO SCIDI-SCISSUM 'cortar') la comida, una exposición sobre mecánica y protocolo de la que extraigo este fragmento:
“[El cortador] descubra la vianda e taje de aquello que fuere mejor o que sabe que sera mas plazible al Rey o que le demandare, segunt que en los capitulos adelante del cortar delas viandas dire; ponjendo aquella vianda que cortar quiere en otro platel llano, dexandolo al cubierto, como primero estaua; limpie a menudo los cuchillos con que cortare, antes que en ellos cargue o paresca vianda o grosura della, guardandose quanto pudiere de llegar a la bianda conlas manos”.
Un libro se puede destruir por el uso, desmadejado de abrirse en las fotocopiadoras, o por el desuso: decenas de libros transidos de humedad, que hemos visto arrinconados en cualquier cuarto. En nosolodeyod no nos gusta la destrucción de libros y sí su creación: ¿qué libro te gustaría leer y aún no ha sido escrito? ¿Qué libro se debería crear? ¿Qué libro escondido debería resucitarse antes de ser destruido? Deja tu comentario...
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Hay muchas maneras de destruir un libro. Puede romperse a fuerza de manos, como en esta imagen, muy difundida en 1996: en ella, Marcel Reich-Ranicki, destacado crítico literario alemán, rompía literalmente la obra del novelista Günter Grass Es cuento largo.
Un método clásico es quemar el libro al fuego. Así se hizo con los libros de don Enrique de Villena, un interesante intelectual del primer tercio del siglo XV. Para la historia de la lengua, nos interesa Villena por ser uno de los pioneros en la introducción de cultismos desde el latín y la copia de estructuras morfosintácticas de la lengua madre, según es tendencia común en muchos escritores del XV. Entroncado con la familia real de los Trastámara, se formó en la corte valenciana, se desplazó a la castellana y se casó con María de Albornoz. Aquí las crónicas de la época empiezan a ser oscuras al hablar de él: ¿tenía el rey Enrique II de Castilla relaciones con la esposa de Villena a sabiendas de éste? Dado que el maestrazgo de Calatrava obligaba a su portador a ser soltero, ¿obtuvo Villena ese título a cambio de su silencio y la nulidad de su matrimonio? Este episodio de la vida de Enrique de Villena, su defenestración posterior y su retirada dedicación a la astrología, la medicina y la teología hicieron crecer la leyenda en torno a nuestro personaje, cuya fama póstuma se fue haciendo más oscura con el correr de los siglos: se afirmó que el diablo le había enseñado brujería y terminó siendo llamado “El nigromante”o “El brujo” por las crónicas y las novelas posteriores.
Villena muere en 1434 y el rey Juan II manda inmediatamente requisar y expurgar su biblioteca. El obispo Lope de Barrientos se encarga de seleccionar los libros aprobados, que pasaron a formar parte de las bibliotecas reales y de quemar los libros peligrosos. Sin duda Cervantes tenía los libros quemados de Villena en la cabeza cuando escribió el famoso episodio del donoso escrutinio de los libros de Quijote que veis ilustrado a la derecha.
(La imagen del escrutinio del Quijote está tomada de una fabulosa página web que os recomiendo visitar: el Banco de imágenes del Quijote, dirigido por José Manuel Lucía Megías, en el que hay casi 15000 imágenes de los grabados e ilustraciones que han tenido las sucesivas ediciones del Quijote, españolas y extranjeras; esta imagen procede de una edición de 1737).
Los libros pueden también romperse con cuchillos. Pero es más útil usar éstos para cortar la carne, como nos enseñó el propio Enrique de Villena en su Arte çisoria, un tratado sobre cómo disponer la mesa y cómo cortar (“cisoria”, de SCINDO SCIDI-SCISSUM 'cortar') la comida, una exposición sobre mecánica y protocolo de la que extraigo este fragmento:
“[El cortador] descubra la vianda e taje de aquello que fuere mejor o que sabe que sera mas plazible al Rey o que le demandare, segunt que en los capitulos adelante del cortar delas viandas dire; ponjendo aquella vianda que cortar quiere en otro platel llano, dexandolo al cubierto, como primero estaua; limpie a menudo los cuchillos con que cortare, antes que en ellos cargue o paresca vianda o grosura della, guardandose quanto pudiere de llegar a la bianda conlas manos”.
Un libro se puede destruir por el uso, desmadejado de abrirse en las fotocopiadoras, o por el desuso: decenas de libros transidos de humedad, que hemos visto arrinconados en cualquier cuarto. En nosolodeyod no nos gusta la destrucción de libros y sí su creación: ¿qué libro te gustaría leer y aún no ha sido escrito? ¿Qué libro se debería crear? ¿Qué libro escondido debería resucitarse antes de ser destruido? Deja tu comentario...

domingo, 9 de mayo de 2010

La lengua en curso(s)

La lengua se mezcla, sale de su solar inicial de nacimiento, se encuentra con otros idiomas y a veces se lleva parte de ellos en sí. Estudiar también pasa por salir del corralito propio, conocer otras aulas y otros profesores y mirar un poco más allá.
El mes de mayo es el momento de inscribirse en varios cursos de formación y especialización que tratan de asuntos lingüísticos o histórico-lingüísticos y que se celebran en vacaciones. En estos días está abierta la preinscripción para el ya célebre (¡va por 10 años ya!) Curso de Formación para Profesores de Español como L2, dirigido por Eva Bravo, que se imparte en la Universidad de Sevilla cada mes de septiembre en colaboración con el Instituto Cervantes y que, además de horas teóricas, incorpora la posibilidad de hacer prácticas en centros de enseñanza de español como lengua extranjera (academias, español para inmigrantes...). ¿Quieres ser profesor de español como lengua extranjera, dentro o fuera de España? Si la respuesta es “sí”, mira aquí...
Y si quieres cambiar de aires, ¿por qué no hacer la maleta por una semana y marcharte a hacer un curso de verano a San Lorenzo de El Escorial o a Santander? Éstos son algunos de los que se ofrecen en el veterano Palacio de la Magdalena de Santander, sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (dirigida por primera vez por Pedro Salinas): Innovación gramatical y enseñanza de la lengua, La Gramática desde la pragmática cognitiva (perspectivas para la enseñanza de la lengua)...
En nuestra comunidad, la Universidad Internacional de Andalucía ofrece cursos en sus sedes de Baeza, La Rábida y también en la de Sevilla, en la que es muy recomendable el Curso Cómo se edita un texto. Ecdótica y crítica textual, dirigido por Rafael Bonilla, que tiene lugar en septiembre y en el que participan reconocidos especialistas en la materia como Giuseppe Mazzocchi o María Morrás: una buena oportunidad para empezar a familiarizarse con la crítica textual y con lo que está detrás de una edición.
Dicen que los profesores en los cursos de verano suelen tener esta actitud; yo nunca he sido profesora de un curso de verano, así que no lo puedo asegurar...


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La lengua se mezcla, sale de su solar inicial de nacimiento, se encuentra con otros idiomas y a veces se lleva parte de ellos en sí. Estudiar también pasa por salir del corralito propio, conocer otras aulas y otros profesores y mirar un poco más allá.
El mes de mayo es el momento de inscribirse en varios cursos de formación y especialización que tratan de asuntos lingüísticos o histórico-lingüísticos y que se celebran en vacaciones. En estos días está abierta la preinscripción para el ya célebre (¡va por 10 años ya!) Curso de Formación para Profesores de Español como L2, dirigido por Eva Bravo, que se imparte en la Universidad de Sevilla cada mes de septiembre en colaboración con el Instituto Cervantes y que, además de horas teóricas, incorpora la posibilidad de hacer prácticas en centros de enseñanza de español como lengua extranjera (academias, español para inmigrantes...). ¿Quieres ser profesor de español como lengua extranjera, dentro o fuera de España? Si la respuesta es “sí”, mira aquí...
Y si quieres cambiar de aires, ¿por qué no hacer la maleta por una semana y marcharte a hacer un curso de verano a San Lorenzo de El Escorial o a Santander? Éstos son algunos de los que se ofrecen en el veterano Palacio de la Magdalena de Santander, sede de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo (dirigida por primera vez por Pedro Salinas): Innovación gramatical y enseñanza de la lengua, La Gramática desde la pragmática cognitiva (perspectivas para la enseñanza de la lengua)...
En nuestra comunidad, la Universidad Internacional de Andalucía ofrece cursos en sus sedes de Baeza, La Rábida y también en la de Sevilla, en la que es muy recomendable el Curso Cómo se edita un texto. Ecdótica y crítica textual, dirigido por Rafael Bonilla, que tiene lugar en septiembre y en el que participan reconocidos especialistas en la materia como Giuseppe Mazzocchi o María Morrás: una buena oportunidad para empezar a familiarizarse con la crítica textual y con lo que está detrás de una edición.
Dicen que los profesores en los cursos de verano suelen tener esta actitud; yo nunca he sido profesora de un curso de verano, así que no lo puedo asegurar...


domingo, 2 de mayo de 2010

Trabajo, tortura y otras cosas bíblicas

La palabra trabajo significaba originalmente un tipo de tortura, muy retorcida, compuesta por tres palos (TRI-PALIUM). Por eso, todavía en la Edad Media se hablaba de los trabajos que nos manda el Señor y hoy decimos que algo es trabajoso como algo negativo. La famosa cita del Génesis 3 en que se reprende al hombre por comer del árbol prohibido se le condena a comer buscando con trabajo el fruto de la tierra. La versión bíblica romance Escorial 4 (del siglo XV) decía:
“por quanto obedeçiste el dicho de tu muger e comiste del arbol que te defendí e dixe non comas dél, maldicta sea la tierra por ti, con trabajo comerás todos los días de tu vida”
mientras que otras versiones romances medievales hablaban, en lugar de trabajo, de otros sustantivos también con implicaciones negativas como afán o dolor; estas equivalencias al traducir nos informan del carácter penoso e ingrato con que se concebía al trabajo.
Un recurso muy interesante para la investigación en Historia de la Lengua tiene que ver, precisamente, con esos textos bíblicos traducidos durante la Edad Media. El proyecto Biblias medievales desarrollado desde la Universidad de las Islas Baleares por el profesor Andrés Enrique ha conseguido disponer en red todos los manuscritos en castellano de la Biblia, accesibles para su manejo en una base de datos gratuita que nos permite consultar cómo un pasaje bíblico se tradujo en una o varias de las versiones, buscar una palabra en todos los textos bíblicos o compararla con sus fuentes latinas o hebreas.
Ayer fue el Día del Trabajo... para el que lo tenga. Ánimos para quien lo esté buscando. Quienes me leéis a través de este blog, ¿en qué trabajáis?, si sois estudiantes, ¿en qué os gustaría trabajar? ¿Sois filólogos y trabajáis en la enseñanza en Secundaria o apostasteis por otra opción? ¿Cuál? Contad dichas y desdichas de vuestra vida laboral dejando aquí vuestros comentarios.
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La palabra trabajo significaba originalmente un tipo de tortura, muy retorcida, compuesta por tres palos (TRI-PALIUM). Por eso, todavía en la Edad Media se hablaba de los trabajos que nos manda el Señor y hoy decimos que algo es trabajoso como algo negativo. La famosa cita del Génesis 3 en que se reprende al hombre por comer del árbol prohibido se le condena a comer buscando con trabajo el fruto de la tierra. La versión bíblica romance Escorial 4 (del siglo XV) decía:
“por quanto obedeçiste el dicho de tu muger e comiste del arbol que te defendí e dixe non comas dél, maldicta sea la tierra por ti, con trabajo comerás todos los días de tu vida”
mientras que otras versiones romances medievales hablaban, en lugar de trabajo, de otros sustantivos también con implicaciones negativas como afán o dolor; estas equivalencias al traducir nos informan del carácter penoso e ingrato con que se concebía al trabajo.
Un recurso muy interesante para la investigación en Historia de la Lengua tiene que ver, precisamente, con esos textos bíblicos traducidos durante la Edad Media. El proyecto Biblias medievales desarrollado desde la Universidad de las Islas Baleares por el profesor Andrés Enrique ha conseguido disponer en red todos los manuscritos en castellano de la Biblia, accesibles para su manejo en una base de datos gratuita que nos permite consultar cómo un pasaje bíblico se tradujo en una o varias de las versiones, buscar una palabra en todos los textos bíblicos o compararla con sus fuentes latinas o hebreas.
Ayer fue el Día del Trabajo... para el que lo tenga. Ánimos para quien lo esté buscando. Quienes me leéis a través de este blog, ¿en qué trabajáis?, si sois estudiantes, ¿en qué os gustaría trabajar? ¿Sois filólogos y trabajáis en la enseñanza en Secundaria o apostasteis por otra opción? ¿Cuál? Contad dichas y desdichas de vuestra vida laboral dejando aquí vuestros comentarios.